Pensionistas, Policías y Políticos (I)

No bastarían tres gruesos libros dedicados uno a uno a cada uno de los tres protagonistas de nuestra vida española de hoy –y de ayer y de mañana, sin remedio– para abordar con un poco de seriedad y rigor los problemas que los tres encierran. Así que, en un ejercicio de síntesis con rogativa incluida para que esta sea eficaz –incluso para mí, dado como soy a la derivada infinita en el intento, una y otra vez, de agavillar el tropel de ideas y argumentos con dudoso éxito–, y sabiendo que de poco ha de servir al estar la razón sometida al demagógico regocijo de lo que, malamente, ha venido en llamarse “la política”, a pesar de todo me apresto a ello.

 

Pensionistas

Esta es categoría que se refiere exclusivamente a aquellos ciudadanos que perciben una pensión del Estado por mor de los avatares de su pasada historia laboral, por ser este Estado de derecho y bienestar, pero que en ningún caso conforma un colectivo con problemática e intereses comunes.

Nada más lejos de la realidad y por tanto hablar de una movilización de este colectivo en defensa de sus intereses es una farsa y además impúdica. Porque ¿qué tienen en común los millones de funcionarios sobrevenidos en pensionistas con el resto que ha accedido a esta categoría por la vía no funcionarial? ¿Qué tienen en común los millones de pensionistas cuyo gracioso estipendio está por debajo de los niveles de supervivencia con aquellos que afrontan ese último tramo de sus vidas con la serenidad y seguridad de saber sus necesidades y las de los suyos cubiertas?

Por otro lado, el economicista, ¿acaso los miles de millones de euros de la factura de las pensiones no revierte de forma automática a incrementar el producto interior bruto de nuestra economía, con lo que supone de mantenimiento si no de creación de puestos de trabajo? ¿Acaso una parte importantísima de esa factura no revierte directamente al Estado por la vía de los impuestos al consumo, que es el destino de la práctica totalidad de esa factura? ¿De dónde la falacia de asociar el tanto de trabajadores activos por pensionista como único patrón para evaluar la supervivencia del actual sistema de pensiones?

Por último un dato para la reflexión, que por obvio ni se tiene en cuenta: la aportación al PIB español de las pensiones es prácticamente la misma que la del turismo: ronda los 120.000 millones de euros al año.

Visto lo expuesto, más les valdría a los actores de este vodevil –partidos políticos, opinadores de toda índole y otras oportunistas organizaciones– abordar la cuestión poniendo el foco no en la ignorancia de los más con mensajes equívocos sino en aquello a lo que está obligada nuestra sociedad y por ende las estructuras que le dan soporte: la justicia social.

 

Juan Manuel Martínez Valdueza

25 de marzo de 2018

 

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