Pegaso: Un observatorio “casero” en La Milla del Río

Raquel Casado siempre había soñado con las estrellas, y ahora ese sueño se ha convertido en realidad
El telescopio del observatorio particular Pegaso, en La Milla del Río. / CCU

Apenas era una niña cuando Raquel Casado comenzó a mirar las estrellas del cielo de León. Hoy, con unos cuantos años más ha conseguido realizar su mayor sueño. Y éste sueño tiene un nombre: Pegaso. Un observatorio en la localidad de La Milla del Río, donde junto a su familia pueden observar las estrelladas noches de León.

La casa familiar tiene una peculiaridad, y es que desde la calle se puede apreciar una bóveda, y en la fachada destacan una luna y una estrella. Es la casa de Raquel Casado y su familia, que han construido un observatorio con un telescopio para ver las estrellas. La afición de Raquel nació a través de su hermano, quien le hizo fijarse en el cielo que cada noche aparece sobre nosotros.

“Es culpa de uno de mis hermanos mayores, Ramón. Porque cuando mis hermanas y yo éramos pequeñas, él estaba en la Marina, y allí les enseñaban las estrellas y cómo guiarse a través de ellas. Entonces cuando llegaba a Cazanuecos nos sacaba por las noches a mirar el cielo y nos comentaba dónde estaba Marte o los nombres de las constelaciones. A mí me parecía todo un misterio que hacía volar mi imaginación de niña. Es lo que tienen los hermanos mayores, que nos enseñan cosas a los pequeños”, cuenta riendo.

Desde aquél momento la astronomía se convirtió en una pasión, el entusiasmo de ésta zamorana afincada en La Milla, creció gracias a la serie Cosmos, “una inclinación por el universo que nunca he querido abandonar”. De hecho, años después, fue la propia Raquel quien sacaba a los hijos de Ramón en las noches de verano en León y les mostraba las estrellas, las constelaciones y muchas curiosidades sobre el cielo nocturno.

Un trabajo de ingeniería

Con el paso del tiempo, Raquel pasó a formar parte de la Asociación de Astronomía, “dejé de sentirme como un bicho raro”. Siempre le había quedado en la imaginación tener un observatorio al alcance de la mano. “Probablemente no haga nunca un nuevo descubrimiento, pero no me importa. Me conformo con ver, así… Sin más. Una cosa es que te expliquen lo que es la nieve y otra muy distinta es sentirla al verla caer. Pues a mí me pasa algo similar, necesito sentir un eclipse total, una aurora boreal, un cometa surcando el cielo, un baile de lunas girando alrededor de un planeta, y muchos otros fenómenos astronómicos”.

Así que cuando su marido, Ricardo Alcoba, dijo que le iba a construir un observatorio en casa no se lo podía creer. No sólo por la ilusión de tenerlo, sino porque parecía una auténtica “misión imposible”. Y la realidad le dio la razón, porque han sido seis años tratando de resolver los problemas técnicos de construir una cúpula casera, “que no fuera demasiado ligera como para que se la llevase el viento, ni demasiado pesada para que un motor pudiera moverla”.

Pegaso se convierte en realidad

“Parece mentira, pero no dejaban de surgir problemas. Problemas de dilatación, de impermeabilización, de hacer una enorme rueda dentada. Después de soldar un montón de ruedas de nylon, tuvimos que cambiarlas todas por otras de teflón porque la cúpula se deformaba y no se movía”, recuerda con hilaridad.

El observatorio se encuentra en la parte más alta de la casa, “por lo que tuvimos que construir una escalera compensada suficientemente segura. Bueno, toda una odisea que no se la recomiendo a nadie. ¡Ufff!”.

Pero al final todo tuvo solución y así nació, este verano, el observatorio Pegaso, que es como a Raquel le gusta llamarlo. ¿Por qué? “Nada mejor que un caballo con alas para viajar por el universo y descubrir lo que se esconde en la lejanía”.

Raquel posa con su telescopio en La Milla. / RA
Raquel posa con su telescopio en La Milla. / RA
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