Un animal político por excelencia, sir Winston Churchill, mantuvo varias décadas después de la segunda gran guerra su escaño en el Parlamento británico. De hecho con un ataque de lo que ahora llamamos aneurisma cerebral, seguía yendo a su asiento con asistente y todo. Eso era un ejemplo de aferrarse a la cosa pública y por tradición, sólo por respeto a la tradición, su partido político le asignaba su puesto electoral con elección asegurada prácticamente de por vida.
En España tenemos notables ejemplos de larga vida parlamentaria, quizás Alfonso Guerra se lleva la palma entre todos ellos. Y es que un Congreso de los Diputados sin el andaluz no es lo mismo. Otros, al menos tuvieron la fortuna de retirarse con honores de presidente a su región, me refiero a don Manuel, Fraga por supuesto.
En el hemiciclo de Castilla y León según se van conociendo los nombres de las listas a procuradores regionales las sorpresas saltan. Si lo que se dice se cumple, el leonés Eduardo Fernández, un seguro consejero en un futurible gobierno popular, no figura en la lista leonesa. Todo un misterio. Pero el cierre más relevante lo pondría yo, a nivel nacional, en Juan José Lucas, que no seguirá como senador; y a nivel regional, en el que fuera su alter ego, José Manuel Fernández Santiago.
El abulense, del que hemos escrito aquí en alguna ocasión, no es uno de los nombres de la lista regional por esa querida provincia. Fernández Santiago lo ha sido todo, no olvidemos que hasta presidente de la Junta de Castilla y León, en funciones claro, pero fueron semanas en que la actividad siguió y nadie sintió la falta de una cabeza en la estructura gubernamental regional. El político que empezó como letrado en aquella Junta emplazada en Burgos en tiempos de la UCD y trasladada a Valladolid con el PSOE, provenía de las juventudes centristas que acabaron engrosando la larga lista de cuadros de mando del refundado AP, luego PP. Para entonces, Fernández Santiago ya había hecho carrera en la Junta. Se le echará en falta.