Bien está lo que bien acaba. El círculo parece cerrarse. Y que hayan tenido que transcurrir tantos siglos para ello…De jóvenes se nos enseña que la cuna de la democracia fue la Grecia clásica. Es cierto. Como también es cierto que existieron y se estudiaron muchos otros métodos de gobierno. Con el resurgimiento de los nacionalismos, los regionalismos y la identidad más cercana durante los siglos XVIII y XIX se potenció la raíz de una cultura ibérica más arcaica. Y cuando creíamos tener todo eso superado con el advenimiento de una democracia parlamentaria de corte liberal en España dimos una vuelta de tuerca más con la implantación de las autonomías. Necesarias en algunos puntos del Estado aunque aquí nos pilló un poco a contrapié.
La preautonomía de Castilla y León está sobradamente estudiada. E incluso ya hay textos sobre el desarrollo de la Comunidad posterior. Aún es pronto y serán las generaciones futuras las que nos analicen sin contaminaciones ideológicas, geográficas o personales. Sin embargo, que las Cortes regionales se celebren en León, en el mismo lugar donde esos principios democráticos asomaron en el Medievo, en San Isidoro y bajo el amparo de los reyes de León, son un reconocimiento a una diversidad territorial de la propia autonomía que, como reflejo de la propia España, conforman una empresa común desde un punto de partida plural.
León antes que en Castilla, Burgos después y más tarde Valladolid, además de algunas importantes localidades históricas, a saber, Astorga, Sahagún, Tordesillas y otras, fueron en algún momento capital de lo que finalmente fue un imperio universal.