Apunta que el cómic es contar historias a través del dibujo, por lo que lo importante es sentirse un narrador. Y eso es lo que hace Paco Roca (Valencia, 1969) como historietista profesional desde 1994 aunque todo cambió cuando recibió el Premio Nacional del Cómic en 2008.
Roca visitó esta semana la tienda especializada La parada de los Cómics en Valladolid para ofrecer una charla y firmar ejemplares de su nueva obra ‘La casa’ (Astiberri Ediciones). Una novela gráfica cargada de simbolismo y sentimientos que aborda la muerte del padre del autor. Roca repasa en una entrevista con la Agencia Ical su visión del mundo del cómic que considera ha cambiado mucho en los últimos años al abordar temas que antes no tenían cabida en las editoriales.
¿Cómo surgió la idea de la novela gráfica ‘La casa’?
‘La casa’ fue un proyecto que se coló entre los que tenía programado hacer al terminar ‘Los surcos del azar’. Era un motivo personal porque al final casi todo surge de un hecho concreto y en este caso fue muy emotivo porque perdí a mi padre casi al tiempo en que me convertía en padre. Eso me hizo replantear muchas cosas como la relación entre padre y hijo. La mejor forma de poner en orden todo esto era a través de un cómic.
¿’La casa’ ha supuesto saldar una cuenta pendiente con su padre?
En cierta manera, sí. Aunque la relación con mi padre era buena pero no hay que olvidar que pertenecía a esa generación de personas que apenas mostraba sus sentimientos y con bastante distancia. Al final, se te quedan muchas cosas por decir y hacer. También me percaté que no sabía muchas cosas de mi padre, salvo lo esencial. Por lo tanto, fue una forma de comprender a mi padre, de una conversación que nunca llegué a tener con él, pese a que había mucho cariño entre ambos. Esa casa que eran tan odiada para él suponía algo muy importante para él.
¿Cree que le hubiera gustado a su padre el resultado final de ‘La casa’?
Yo creo que, sobre todo, le habría sorprendido mucho gratamente. Entre otros motivos, porque nunca nos dijimos grandes cosas pese a saber que nos queríamos mucho. Además, estoy convencido que él nunca hubiera pensado que yo me encargué de poner en orden esa casa. Y convertirlo a él en el protagonista de una historia y, al final, querer a esa casa que fue tan odiada en mi infancia.
¿Cuáles son sus influencias como dibujante?
Habría muchas aunque no todas evidentes. Una de las primeras influencias sería Hergé, el dibujante de Tintín, tanto por la línea clara como su modo de narrar todo tipo de historias, sin dibujos pretenciosos. Hergé contaba historias de aventura, histórico y costumbrista. También habría otros dibujantes de todo tipo como el japonés Jiro Taniguchi por el tono de sus historias, los norteamericanos Jaime Hernández y Chris Wave o el español Miguel Gallardo.
Al igual que Hergé con Tintín, ¿es un historietista que se documenta mucho para sus libros?
Así es. Con Hergé ha habido varios puntos de admiración. Por un lado, el gráfico pero también la seriedad con la que afrontaba los proyectos. Era un hombre muy serio y ambicioso, además de cuidar mucho los fondos y estaba muy al día de los avances científicos cuando le interesaban.
¿Considera imprescindible como creador ser autor completo del dibujo y el guión?
No lo creo. Es algo independiente porque es posible encontrar casos magníficos, en un sentido y en otro. De autores completos o de dúos o tríos. De un tiempo a esta parte y con el auge de la novela gráfica, con la importancia de las biografías, ayuda mucho a que el autor sea él mismo. Esta corriente alternativa dentro del cómic no busca el virtuosismo del dibujo sino que trata de comunicar y que la historia funcione. Hay autores que en otro tiempo que lo hubieran tenido muy complicado por sus dibujos pero ahora funcionan bien porque es un dibujo que comunica, aunque sin llegar a ser un estilo de cómic.
¿Qué es más impontante, el dibujo o el guión?
Para mí, el cómic es contar historias a través del dibujo. Me cuesta diferenciar qué parte cuenta el dibujo y qué parte el guión o el texto. Doy muchas vueltas a esa primera parte que es el guión aunque mientras realizas bocetos y dibujos alteras las escenas y la estructura.
‘Arrugas’ se editó con éxito en Francia antes que en España y dos autores españoles retoman las aventuras de Corto Maltés. ¿Sigue maltratando España a sus autores o se considera un profeta en su tierra?
Todo eso ha cambiado mucho. Desde que hice ‘Arrugas’ mi forma de enfocar mis trabajos ha cambiado mucho. Empecé trabajando para Francia como lo hacen muchos autores pero, con el tiempo, sigo presente en el país vecino con la misma editorial pero ahora compran el derecho de producción a una editorial española con la que estoy ligado. Mis obras están pensadas para el mercado español aunque luego se publican en Francia, Alemania e Italia. Es cierto que el mercado español aún dista mucho de ser el francés pero hemos empezado a tener una cantidad de lectores que permiten vivir, sin excesos, de los cómics. Además hay autores que comienzan a realizar un cómic autóctono para un público español, algo que había desaparecido en España que tuvo en los años 50 con el tebeo infantil y de aventuras y algo en los 80.
¿Se siente más cómodo con temas cercanos después de abordar el alzheimer en ‘Arrugas’ tras sufrir esa enfermedad el padre de un amigo tuyo o ‘La casa’ con el fallecimiento de tu padre?
Me gusta cambiar de tema porque no quiero encasillarme. Pasé de ‘Arrugas’ a ‘El invierno del dibujante’ o de ‘Memorias de un hombre en pijama’ a ‘Los surcos del azar’. Me siento cómodo al cambiar los proyectos porque así huyo del aburrimiento. Una vez que empiezo a contar la historia, me siento igual de cómodo pese a que son narrativas diferentes y puede costar un poco en el inicio. Lo importante es sentirse un narrador y contar la historia. Es cierto que siempre busco temas que me apasionen, ya sea por que te tocan muy cercano como ‘La casa’ o porque te interesa saber más sobre el exilio español tras la Guerra Civil.
¿Por qué esa temática de la vejez que se repite en muchas de sus obras?
Siempre hay ‘tics’ que uno repite como, por ejemplo, la vejez; la recuperación de la memoria, individual o como sociedad; los personajes perdedores que luchan por su dignidad. Tal vez sea uno de los problemas al trabajar como autor completo.
¿Cómo consigue ser un autor tan prolífico al publicar obras cada año, pese a esa labor de documentación o la reconstrucción histórica que lleva su tiempo?
Trabajo mucho y busco un sistema de trabajo que sea rápido al dibujar. Aún así, me parece que soy muy lento. Siempre tienes ideas en la recámara y un montón de proyectos que quieres sacar adelante pero no das abasto.
¿Tiene algún proyecto para llevar historias al cine?
Estoy con la adaptación al cine de animación de ‘Memorias de un hombre en pijama’ que dirijo y guionizo. Es una película que se estrenará en 2017. Además, ‘Los surcos del azar’ tiene un proyecto pendiente de la financiación para convertir el cómic en una mini serie de televisión para un mercado internacional.
¿Por qué hay cada vez más cómics con compromiso social y pegados a la calle? Hay ejemplos como ‘Aquí vivió’ que aborda el tema de los desahucio, ‘Píldoras azules’ que trata el VIH o su historia ‘Más y mejor ayuda’ para Oxfam.
El cómic tiene una libertad que otros medios visuales no tienen. Es un medio muy barato de producir a diferencia del cine o la televisión porque solo requiere del esfuerzo del autor. La industria del cómic ha cambiado mucho en los últimos 15 años. Lo que antes era impensable en un cómic como hablar de la muerte, los desahucios, del autismo o el alzheimer. No eran temas tabúes pero ningún editor iba a publicar porque la industria del cómic, la francesa y la norteamericana, funcionaba en torno a las aventuras, los personajes y las series. Un cambio en el mundo editorial ha permitido el encaje de unas determinadas obras y se ha normalizado lo que ocurre en cualquier otro medio como la novela o el cine que trata el género pero también de la muerte y de cualquier cosa.
¿Cómo ve la polémica de la publicación francesa Charlie Hebdo al abordar temas religiosos?
Es difícil trazar una frontera entre lo que se puede y lo que no se debe hacer. En principio, no prohibiría nada. El humor no tiene límites a la hora de abordar los temas y se puede tratar en cualquier momento, aunque hay que tener tacto.
¿Qué supuso para usted el Premio Nacional del Cómic en 2008? ¿Fue un antes y un después en su carrera?
Sin duda. Un premio de estas características, y más en un momento en que no estaba posicionado en el panorama del cómic, me permitió colocarme y avanzar muchas casillas de golpe. Cumplió con lo que todos los autores desean de que al publicar una obra tenga una repercusión mediática y más presencia entre los lectores.
¿Se puede vivir del cómic y ganarse la vida con este género?
Vivir de la cultura es complicado. Lo mismo ocurre con los novelistas, actores o cineastas. Ser autor de cómics, que es todavía un medio más marginal con menos lectores, es aún más difícil. Puedo vivir bien aunque no solo vives de las ventas de tus cómics sino todo lo que generan como las charlas, los talleres, los encargos publicitarios , las ventas en el extranjero y las colaboraciones en medios impresos.