Hace algo más de nueve años, a Jesús Miguel, más conocido como Magic Owy, se le quedó “cara de bobo” cuando le enseñaron un truco de cartas. Fue el “click” que dio un giro a su vida y que le impulsó a dedicarse profesionalmente a la magia. Quedar y conocer a Owy en persona es saber que durante el tiempo que estés con él no te vas a aburrir. Un pequeño truco de magia en la cafetería, en la sala de espera del médico e incluso en una parada de autobús. Solo hace falta que haya una persona prestando atención para que Owy saque a relucir su magia.
Comenzó por los básicos: juegos de cartas, de dados, chistes… Hoy maneja hasta palomas, sombras chinescas y espectáculos para todos los públicos. “Era muy tímido y ahora hablo mucho. Me enseñaron un juego de cartas y fue lo que dio inicio a todo”, recuerda el mago. Lo que más le gusta de la magia es “la cara de bobo que se te queda”, ríe. En realidad, explica, es “la cara de niño que pones cuando algo te sorprende siendo adulto y la cara de adulto que se les queda a los niños, cada sonrisa que consigo sacar lo hace especial y único”.
Su vida transcurre entre maletas, trajes, cartas y palomas. “En Astorga no se mueve mucho el mundo de la magia, por lo que viajo mucho, sobre todo a Galicia, Asturias y la comunidad”, explica. Participa anualmente en el Encuentro Nacional de Magos Infantiles que se celebra Cádiz, que es quizá el lugar más lejano a donde le ha llevado su magia. Incluso, gracias a su magia, consiguió ganarse una cama en un albergue haciendo el Camino de Santiago recientemente. “Fue un reto personal y me resultó mágico, es otra historia”.
Mucha constancia
Sin embargo, para un truco que dura apenas unos segundos, Owy ha tenido que practicarlo durante semanas. “Le dedico a la magia todas las horas del día. Cuando estoy sentado practico gestos, posturas y cómo mantener ágiles mis manos”, relata. “Me gusta darle vueltas a cualquier detalle, siempre hay que estar ensayando para mejorar”.
Los trucos que más tiempo llevan son los escénicos. “Ahora estoy practicando un nuevo ilusionismo y llevo ya dos meses con él, también porque me gusta dejar descansar las ideas y así se me ocurren cosas nuevas”. Destaca la constancia por encima de todas las cosas, “la paciencia hay que tenerla con ciertos tipos de público, pero para la magia es todo cuestión de constancia”.
Aprendizaje continuo
Owy es un mago autodidacta. Cuenta que huye de los vídeos de YouTube “porque tienes que crear un personaje, tu propio personaje, y si lo ves en vídeo tiendes a copiar la imagen”. Los libros son sus mejores aliados. “Tengo libros en casa de hace muchos años que los utilizo para crear las bases de nuevos trucos, son pequeñas cosas que sacas de unos y otros para lograr algo propio”, explica.
Pero los magos no leen los libros como las personas no mágicas, “cada vez que pasas un capítulo es como si subieras un nivel, porque ya has conseguido hacer un truco nuevo. A veces te topas con un término con el que no estabas familiarizado y tienes que ir al índice para encontrar ese paso en concreto, por lo que pasar de capítulo es algo más lento para un mago que para los demás”.
Los trucos son muchas horas de ensayos, de errores y sí, de apuntes en su pizarra, “cada vez que descubro algo tengo que anotarlo todo minuciosamente, luego, si añades música, tienes que estar pendiente de cada segundo que pasa para que todo siga el ritmo, son muchas horas”. cada espectáculo al que acude le sirve de inspiración, “un concierto, una comedia, me apunto detalles para interactuar con el público, porque nunca debes reírte del público sino con él”.
Nueve años de magia
A lo largo de su vida como profesional los trucos se han ido complicando. Sin embargo, y sonríe porque le encanta contarlo, al tiempo que afirma que su mejor truco es su hijo Luca, “la familia es la mejor magia, cuando llego a casa se me quitan todos los dolores y todos los trucos me salen bien”. Mientras habla conmigo trata de echar sal sobre mi café y el salero me sorprende haciendo un divertido ruido. No hay escenario lo bastante pequeño para Owy. “Últimamente estoy inmerso en la creación de micromagia, magia que puedes hacer en espacios cerrados para un público reducido, pequeños detalles graciosos y mágicos que resultan diferentes a la vida cotidiana”.
Todos los años hay que cambiar el espectáculo, por lo que Owy se reinventa contantemente. Sin embargo, su máximo sueño es conseguir crear grandes ilusiones. “Hace falta dinero para ello, pero me gustaría tener una ayudante y conseguir hacer el truco de cortarla en tres. Me encantaría tener un guacamayo y llevarlo conmigo a todas partes”, narra.
Ahora vuelve a preparar sus maletas (la de magia y la otra), metafóricamente hablando, pues dentro de poco le toca viajar a Puerto de Santa María (Cádiz), al XIII Encuentro de Magos Infantiles. Allí también da charlas sobre detalles y su propia experiencia trabajando, “nunca pensé que iba a hacerlo”. Durante toda la entrevista no ha podido evitar hacer trucos de magia, con las cartas, con las monedas… Y cuando salgo de la cafetería me marcho con una sonrisa de oreja a oreja. “La magia es un sueño que se ve con los ojos abiertos y está en todas partes y en cada momento”.