P.F. De todos es sabido que la época estival es el periodo perfecto para poner en valor el medio rural. Gran parte de los españoles eligen los pueblos como destino vacacional. El entorno, la tradición, el contacto con la naturaleza y las fiestas hacen de ellos un gran atractivo tanto para los turistas que se evaden de la rutina de la urbe y hacen sus escapadas a lugares recónditos, como para los nostálgicos, que pese a la distancia y el tiempo, eligen volver a sus raíces, aunque sea por un breve periodo.
Encinedo es un buen ejemplo de ello. Este pequeño pueblo de la baja Cabrera permanece casi olvidado en invierno. A pesar de ser Ayuntamiento, la población no excede las 50 personas a lo sumo en esta época. Sin embargo, en verano revive, multiplicando su población por seis. Sus paisajes hablan por sí solos. Encinedo es rico en roble y encina; posee unas grandes vistas, rodeado de monte, y sus recursos ‘estrella’ son la pizarra y la piedra. Además, cuenta con un museo que rememora el pasado contemporáneo de la comarca, desde hace 100 años. Pero sin duda, el atractivo más sugerente para los nostálgicos del pueblo son las fiestas patronales de Sant Mamet; celebradas el pasado fin de semana y que atraen cada año a un gran número de personas, procedentes de toda España, e incluso de otros países como Argentina. Gente que acude a propósito en estas fechas, ya que esta pequeña localidad guarda en su humilde fachada una grande tradición festiva.
El deporte, la música y la celebración religiosa son los tres aglutinantes que hacen de estas fiestas un punto de unión entre los que están, los que estuvieron y los que han vuelto al pueblo. Sorprendentemente son los jóvenes los que más se esfuerzan por mantener las buenas costumbres y la unión en esta localidad; algo que han destacado los habitantes de Encinedo por encima de todo. Y es que, la mayor parte de los actos y eventos los organizan ellos, además de ser los principales protagonistas, aunque no hay que olvidar que la Asociación de Cultura de Encinedo ha centrado sus esfuerzos por mantener esta celebración. Dentro de estas fiestas destacan algunos eventos como son la procesión del paso de Sant Mamet y la virgen, que se celebra el 11 de agosto y recorre el pueblo desde la Iglesia hasta la plaza, arropado por decenas de fieles. Esta procesión culmina con un baile y música de gaitas.
Encinedo sigue manteniendo una curiosa tradición “de toda la vida” a la que denominan ‘albuerada’. La víspera de la fiesta, hacia las seis de la mañana, los jóvenes del pueblo despiertan a sus vecinos cantándoles bajo la ventana y, aunque sin ánimo de lucro, reciben a cambio un donativo. En un principio pagado en especies pero ahora en metálico. Dinero que revierte posteriormente en el pueblo.
Encinedo celebra también una carrera popular en la que participa todo el pueblo, e incluso acude gente de fuera. Desde los más veteranos hasta los más pequeños se hacen un hueco en esta prueba, en la que la diversión está asegurada.
La conciencia común es algo a lo que Encinedo tiene un férreo respeto; por ello, esta celebración se hace por y para todos. Así, los asistentes que acuden a estas fiestas, autóctonos o foráneos, pueden disfrutar y degustar sus distinguidos aperitivos, así como regocijarse en sus bailes, juegos y concursos varios, que forman parte del abanico de posibilidades que presenta esta festividad.