Uno nunca cree que puede llegar el momento, aunque en el caso de Martín estábamos más que avisados. Desde que Victorina, “Viti”, le descubrió el “bicho”, como él decía, todos éramos conscientes de que más pronto o más tarde el barquero le vendría a buscar.
Martín Martínez era la voz que muchos astorganos escuchábamos en las noticias de la radio. Porque radios en Astorga sólo había una, Radio Popular, con don José María Álvarez de director, con Martín de informador estrella, con Tere o Cristina, vaya lapsus, Tagarro de locutora perfecta, Ricardo en el asunto de control técnico y demás. Sí, mucha gente ha pasado por la radio de Astorga. Pero Martín marcó una época. Hasta que esas decisiones tomadas desde despachos que no conocen Astorga pusieron fin al binomio: radio-informador.
Creo que Martín no era licenciado en Periodismo. Nunca lo supe. Tampoco me importó, a mí que soy un purista, o que presumo de ello con uñas y dientes frente al intrusismo profesional que tanto mal nos hace; lo cierto es que siempre he dicho y diré que la Carrera bien en algunos compañeros se puede sustituir por años de brega en esto de la información. Martín tenía años de tajo para repartir.
Las anécdotas se podrían contar por decenas. Y eso que uno no ha ejercido siempre en Astorga. Pero como estudiante ya lo tuve que sufrir como periodista en huelgas de la Enseñanza Media, en años donde la política se mezclaba con los libros y el periodismo era también un camino iniciado desde la bisoñez. Martín algún truco que otro me enseñó. Él como profesional y yo como entrevistado o protagonista de sus locuciones. Lo que son las cosas, luego seríamos compañeros de profesión. Confidentes, amigos, socios de una misma empresa, informativa por supuesto, y un montón de cosas más.
Su porte de hombre que fumaba en pipa, su perilla eterna, su pelo canoso y hasta su mirada, que alguna broma tonta también le costó, le hacían portar un semblante único y clásico. De los primeros periodistas en portar bolso, con lo que chocaba en los hombres, pero tan cómodo para nuestros cacharros de profesión y uso personal. Recuerdo una vez que Recaredo Bautista, íntimo de mi abuelo Tomás Nistal, pasando por la terraza del Regio espetó: “Mira, un plumífero. Bueno, plumilla, plumífero o maricón, por el bolso”. Obviamente, “Canalla” sabía de más qué y quién era Martín, pero la socarronería rozando la raya roja no le faltaba y se le consentía porque en el fondo tenía el corazón tan grande como la misma boca.
De su tío, Augusto Quintana, heredó algo más que una estupenda biblioteca y documentación. Además de Gemma, sobrina de Quintana, reforzó su amor al saber, a los libros, a la investigación de ratón de archivo, sea municipal, provincial, diocesano o lo que fuera, tenemos amplia constancia en sus cientos de artículos periodísticos, charlas, conferencias, textos publicados y sin publicar. Un ejemplo. En los Encuentros de Periodistas Maragatos, la segunda jornada, fue Martín y la radio el centro de atención. Guardo con cariño las separatas de su conferencia que preparamos con humildad en el Encuentro del año siguiente. Algún día tendrían que ver la luz. Pues tenemos en papel las palabras de astorganos y maragatos ilustres, profesionales del Periodismo, de la Publicidad y demás ramas un pequeño compendio de la propia historia de la Comunicación de Astorga, aderezada con las vivencias de muchos personajes. Martín, Martín, qué putada nos has hecho a muchos de los que te queríamos…Mirando estas fotos contemplo a Maite Almanza, Polo Fuertes, Arturo Tejerina, Carmelo…
Cuando él escribió su libro “Autores astorganos”, me pidió información sobre el abuelo poeta. Recuerdo que le envié hasta la foto de la placa que el Ayuntamiento encargó y nunca llegó a colgar. Una anécdota más que guardan el polvo del tiempo y que él me prometió rebuscar es los acuerdos municipales del Régimen anterior.
Recuerdo cuando el título, honorífico, de cronista oficial, estaba vacante y el alcalde Juan José Alonso Perandones deseaba para Martín ese honor, pero ante una legislatura sin mayoría absoluta no acababa de tomar la decisión. Juanjo, siempre tan diplomático en estos temas con todas las partes de un todo llamado Astorga, quería la unanimidad corporativa. Arsenio García Fuertes hizo mucho en las filas del PP por esa cuestión, como el que suscribe tanto en los de centro derecha como en los de la UPL. Una tarde tomando una caña con el entonces secretario general leonesista, Joaquín Otero, en la Plaza de Villafranca del Bierzo, de donde él es e iba a visitar a su tío “el cuentista” (dicho con honor y respeto). Le pedí que hablara con Enrique Soto del tema. Allí mismo delante mío, móvil en mano, le pidió al edil Soto de su partido que no tuviera ningún reparo en ayudar a ese nombramiento. Más tarde, mucho después. Hablé con el propio Enrique de ese tema y el asunto estaba más que encarrillado por varias vías. Entre todos, hicimos a Martín cronista oficial. Así creímos hacer un favor a Astorga y reconocimiento a la persona. El mérito, conste, es sólo del nombrado. Aquí dejo sólo una brizna de las muchas que contribuyeron.
Que Martínez no tenía razón siempre. Por supuesto. Que incluso a veces traspasó la neutralidad de un cronista. También. Pero en general hay que reconocer que con él se va una generación muy productiva, provechosa para todos y una fuente de saber de la que todavía no había brotado todo lo que podía dar.
No voy a decir ni una sóla palabra de su mujer, Gemma, ni de sus hijas, Jimena y Gemma . Me las reservo para lo íntimo. Les tengo por su influencia demasiado respeto y cariño como para mancillarlo con mis letras negras de luto y lágrimas invisibles de rabia e impotencia por no poder ayudar en nada en esta situación.
Cuando iniciamos esta preciosa aventura de un verdadero periódico digital en Astorga, sin personalismos, sin ideología, sin intereses empresariales, vamos, lo que tiene que ser un periódico en el formato que se quiera, Martín animó y ayudó. Colaboró en el número cero con su pluma. Infinidad de correos, y eso que no le gustaba mucho, me enviaba cada semana sobre esto y aquello. Siempre defendió, como muchos, que lo natural sucediera tal y como estaba previsto en el la Casa Madre del Periodismo de Astorga, de donde partimos muchos periodistas astorganos, pero nadie le quiso escuchar yendo contra la propia Naturaleza. En eso, amigo, colega y compañero, siempre te estaré agradecido. Vete con Dios, dale un beso a Maite de mi parte, tómate unos chatos con Polo y que Teje te cuente los últimos chascarrillos por el Cielo.