El Obispado de Astorga presentó este lunes a los medios de comunicación el nuevo plan pastoral para la diócesis 2017-2021. Entre los retos que destacó el obispo, Juan Antonio Menéndez, se encuentra el “despertar de la fe tibia y dormida de muchos cristianos que no participan de la iglesia, mejorar y fomentar la formación cristiana de quienes viven la vida de la Iglesia y reestructurar la diócesis para desarrollar comunidades vivas y evangelizadoras”.
Un plan diocesano de pastoral es un instrumento al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia, para orientar en una misma dirección la acción pastoral de la comunidad diocesana. El plan pastoral manifiesta la comunión de la iglesia y facilita su misión.
El prelado asturicense ha destacado la reestructuración y reorganización que se realizará paulatinamente en la diócesis para lograr atender a las comunidades más pequeñas y hacer frente a la despoblación del territorio eminentemente rural. “En el territorio diocesano tenemos cerca de mil parroquias, de las que algunas están ya inhabitadas, queremos pensar en qué va a ser de nuestros pueblos de aquí a diez años para que nadie se sienta solo o aislado. La despoblación es una realidad que nos viene dada y queremos hacer frente a este proceso”, añadió Menéndez.

Este proyecto ha llevado más de un año de trabajo con los miembros de la curia diocesana “para que hicieran sus aportaciones y se ha llevado a cabo entre todos”, destacó Carlos Fernández, vicario de la zona de Astorga. “Se ha tenido en cuenta la realidad de la diócesis, así como los desafíos a los que nos enfrentamos”, añadió Fernández.
Tres retos, siete líneas de acción
El primer reto que se plantea en el plan pastoral supone el despertar de la fe “tibia, dormida, alejada” para lo que se proponen dos lineas de acción: “suscitar la vocación misionera de los cristianos y e invitar al seguimiento de Cristo para despertar e invitar a los cristianos a participar de la Iglesia”, señaló el vicario general, José Luis Castro. Entre las medidas que se proponen está la creación de una escuela diocesana de evangelizadores o el desarrollo de “grupos de evangelización” parroquiales o interparroquiales.
El segundo reto planteado corresponde al discipulado cristiano para “vivir en plenitud” a través de una “formación y cuidado de la vida espiritual y fomentar las labores sociales y el compromiso cristiano”, especificó Castro. Para lo que se tendrán en cuenta tres líneas de acción como promover la catequesis permanente a través de un proceso de formación de laicos y quienes viven la Iglesia. De igual manera se propone cuidar la vida espiritual y sacramental o fomentar el compromiso social cristiano a través de los equipos de caridad “para luchar contra la pobreza en todas sus formas”.
El papel laico
El tercer reto supone desarrollar comunidades vivas y evangelizadoras y potenciar la responsabilidad de los laicos en la vida eclesial, así como la reestructuración de la diócesis. Para ello se propone ofrecer cauces de contacto a los laicos implicados en distintas tareas y asociaciones eclesiales, así como cuidar las celebraciones vivas y evangelizadoras de los sacramentos.
De igual manera se hará un estudio sociológico de la realidad diocesana para la reestructuración de la organización de la diócesis. Un estudio que implique a todos los diocesanos sobre la realidad pastoral y demográfica que enfrente el futuro de sus comunidades.
Para dar a conocer este nuevo documento de trabajo, la diócesis ha elaborado un vídeo donde el propio obispo, Juan Antonio Menéndez, da a conocer esta realidad.