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La imagen de Nuestra Señora de los Dolores, arropada por sus fieles y portada por los trajeados braceros, salió de la parroquia de San Bartolomé a las 18,00 horas tras el rezo a la Corona. La talla de José de Rozas de principios del siglo XVIII es uno de los pasos más expresivos y entrañables de la Semana Santa astorgana. Alza sus bellos ojos irisados de lágrimas para contemplar a su hijo, el redentor en la Cruz.
En su estación de penintencia cruzó la plaza Mayor, enfilando el camino hacia la Catedral; siguiedo por la calle Leopoldo Panero y llegando hasta el Seminario, de ahí de nuevo a su camarín de plata, a su parroquia. Al culto a sus fieles.No podía faltar la parada en la plaza de Eduardo de Castro en la que el coro de la parroquia de San Bartolomé interpretó la cantata Madre Dolorosa.
No había llegado todavía la comitiva a la plaza de San Bartolomé y ya estaba llena de devotos y curiosos que preparaban su recibimiento en su llegada al templo y como si de algo espontáneo se tratase comenzaron a escucharse los primeros versos de la Salve. En seguida todos los fieles allí presentes se hicieron participe de la oración y con la desdichada amargura con que la Dolorosa había partido volvió a refugiarse en San Bartolomé.
La estación de penitencial contó con los sones de la Banda de Gaitas Sartaina abriendo el cortejo y la Banda Municipal de Música de Astorga acompañando a la imagen e interpretando marchas como Hosanna in Excelsis, de Óscar Navarro y Coronación de la Macarena, de Pedro Braña Martínez.
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