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Queda ya muy poco de don Juan Tenorio y doña Inés en la oferta cultural de principios de noviembre. Las costumbres celtas americanizadas han irrumpido con fuerza en la sociedad de medio mundo y con ello, el mercado consumista correspondiente. El ocio ha vencido a la fe en muchos ciudadanos. Te pueden calificar de senior, versión fina de dinosaurio, en lenguaje de marketing por asistir a unos oficios, comer buñuelos o dulces de huesos de santo.
Noviembre siempre ha sido mes de difuntos, de neblinas y de finas lluvias. Tanto es así, que el Gobierno le ha debido coger el gusto a eso de andar entre sepulturas, huesos y muertos en guerras fraticidas de las que sólo una pequeña parte de la población quiere apropiarse. En las guerras sólo hay fallecidos, sin colores ni bandos, tan sólo hermanos.
Meterse a reescribir la historia es algo habitual. Hubo 40 años de Dictadura y llevamos otros 40 de dictablanda. La verdad es la que es, por mucho que no nos guste asumirlo. Entrar en hermandades de cofrades, suelos eclesiásticos privados son acciones anticonstitucionales. Pero la Iglesia se encoje de hombros. Intentar entrar en todos los poderes del Estado, ahora mismo la batalla se libra en el poder judicial, hace que España corra el peligro que otros países de dudosa calificación democrática han sufrido. Somos conscientes de que los partidos mayoritarios, verdaderos motores de la democracia parlamentaria y constitucional, se ven tentados a tomar otras derivas mucho más extremistas y por ende, posibles delitos como sedición, traición a la patria y allanamientos de propiedades privadas. Ni un solo muerto en cunetas y tapias, ni un solo mártir sin reconocer, pero de cualquier bando, porque estamos hartos de poner colores a la muerte, a no ser el negro de un luto como el color de esta piel de toro en la que vivimos los hijos y los nietos de los sacrificados. En mi familia, el delito no fue otro que ser de Acción Católica en un Madrid de persecución iracunda por ir a misa. Los huesos de parte de mi familia dieron con una checa. Y los juicios populares en la cuesta de la Almudena hacia el parque del Moro, un simulacro de impartir falsa justicia. Noviembre, mes de muertos y calaveras.
En ABC
Alejandro, lo has clavado.
El pasado sábado le decía a un periodista que me parecía muy bien que se diera digna sepultura al Gral. Mtnez Cabrera, pero no que tres días antes se diera indigna exhumación al también Gral. Queipo de Llano. El entierro de unos y desentierro de otros, no ayuda a la convivencia.
Un abrazo
Eso es lo que no entiende la izquierda de este país. Que la guerra no fué porque unos generales se levantasen una mañana y decidieran dar un golpe de estado en lugar de tomarse tranquilamente un chocolate con churros. En españa, desde la izquierda se perseguía a la gente que no pensaba como ellos, se profanaban iglesias (por cierto queipo de llano restauró la profanación de la macarena donde estaba enterrado) se eliminaba físicamente a la gente, se dió un golpe de estado en el 34 contra la república que tanto defienden, en las elecciones había pucherazos antológicos etc etc etc. Y el gobierno no hacía absolutamente nada por poner orden. De hecho, si se puede considerar que en algún momento hubo orden, fue cuando gobernaron las derechas. Si no hubiese sido franco, habría sido cualquier otro general, es más franco ni siquiera era el ideólogo del golpe, si no sanjurjo, y fue el último general en sublevarse. Y lo peor de todo, si hubiese ganado la república, habriamos tenido una dictadura estalinista y entonces si que nos habriamos cagado por la pata en españa. Es absurdo remover esa historia, pero lo es aún más tratar de reescribirla desde la mentira. Salvando las distancias, este gobierno es perfectamente capaz de volver a llevarnos a una guerra.