“La aportación militar española a la victoria aliada en las campañas de 1811 y 1812 de la Guerra Peninsular.” Así reza el subtítulo de la última y magnífica aportación del historiador Arsenio García Fuertes a la historiografía de la Guerra de la Independencia, con el foco puesto en los ejércitos españoles y el noroeste de España. Reproducimos, por su interés el prólogo de Francisco Carantoña Álvarez[1]
La conmemoración del segundo centenario de la Guerra de la Independencia estimuló la publicación de artículos y libros –algunos nuevos, otros reediciones–, la celebración de congresos, pero no abundaron las obras sobre los aspectos estrictamente militares del conflicto. El magno trabajo de Arsenio García Fuertes constituye una notable excepción. En sus páginas no faltan referencias a las juntas de León y Galicia, que permiten conocer mejor la difícil relación de estas instituciones con los militares, pero su objetivo es el estudio de las operaciones bélicas de los años 1811 y 1812 en el noroeste de España. Ese sería motivo suficiente para subrayar su interés, pero lo acrecienta la importancia de la intervención de los 6º y 7º ejércitos en un momento decisivo de la contienda y la amplitud y novedad de las fuentes que utiliza.
Este no es, en sentido estricto, un libro de historia regional. La provincia de León tiene en él un papel destacado, pero el ámbito geográfico de su estudio se extiende hacia Galicia, Castilla e incluso Extremadura y Asturias. Su objetivo fundamental es analizar el desarrollo de las campañas que permitieron el avance de Wellington, la victoria aliada en los Arapiles y el giro de la guerra en el año 1812. Aun así, permite conocer mejor lo que sucedió en una amplia zona que, debido a que Galicia y parte de Asturias y León permanecieron de forma estable en manos españolas desde el comienzo del verano de 1809, resultó decisiva para el mantenimiento de la resistencia e impidió que los franceses se sintiesen seguros en el valle del Duero.
Trabajos como este son los que pueden sustentar las obras de síntesis. A pesar de las muchas historias locales, provinciales y regionales que se han publicado sobre este periodo en los dos últimos siglos, a veces poco rigurosas o escasamente originales, sigue habiendo muchos temas abiertos a la investigación –el levantamiento, la guerrilla, las juntas, la vida cotidiana bajo la ocupación o en las zonas liberadas, la dimensión real del “afrancesamiento” o el apoyo al sistema bonapartista en las pequeñas localidades–, que exigen estudios de detalle sobre ámbitos relativamente reducidos. Solo así se conocerá realmente cuáles son los tópicos o mitos que habría que desterrar o podrán sustentarse de forma sólida nuevas formas de analizar un proceso tan complejo y con tantas variables como el de la guerra y revolución que vivió España entre 1808 y 1814.
He insistido en varias ocasiones en el relativo olvido que existe sobre ese amplio territorio del noroeste que estuvo durante casi todo el conflicto, salvo unos meses de 1809, en manos de la resistencia contra la ocupación francesa. Sigue siendo frecuente que se afirme que en 1810 solo Cádiz quedaba como reducto de los rebeldes en la España peninsular. A veces se recuerda a Cartagena y Alicante, pero ensayistas y autores de síntesis, incluso de obras de historia regional alejadas del noroeste, se olvidan de Galicia, Asturias y León, probablemente porque no se produjeron allí grandes batallas, pero este libro pone en evidencia que no solo en ellas se ganó o perdió la guerra, incluso que su curso dependió de la influencia de las acciones “menores” que impidieron que el ejército francés pudiese concentrarse para atacar en superioridad a los aliados.
El autor sostiene la importancia de la acción de los ejércitos españoles en la derrota de Napoleón. Es también habitual, no solo en la historiografía británica, que se atribuya a Wellington y sus tropas el papel decisivo en la victoria. Es innegable su protagonismo en Talavera, Ciudad Rodrigo, Badajoz, Arapiles y Vitoria, pero nunca hubieran podido ganar la guerra ellos solos. Tampoco hubiera sobrevivido la resistencia española sin la ayuda material, la protección de la flota y la intervención directa del ejército británico –sin olvidar la participación de los portugueses– y la liberación de Portugal fue decisiva para que se produjese la de Galicia y Napoleón se sintiese permanentemente amenazado desde el oeste.
La guerra la ganaron los ejércitos regulares aliados, pero esa victoria se vio facilitada por la actividad de la guerrilla –también sobre ella ofrece interesantes datos este libro– y el rechazo de la inmensa mayoría de la población a la ocupación. Hubo colaboracionistas, cundió la desmoralización con las derrotas y la prolongación del conflicto –la deserción es una consecuencia–, pero en ningún sitio como en España le resultó imposible a Napoleón organizar una administración con partidarios locales. José I nunca tuvo un ejército y, con frecuencia, ni siquiera una policía integrada por españoles –salvo los comisarios y algunos agentes, no excepcionalmente dobles o inseguros–, la Constitución de Bayona nunca pudo aplicarse. Aunque hubiese algunos millares de josefinos honestos y convencidos, fue una guerra de resistencia contra la ocupación. Finalmente, tampoco puede olvidarse que, en 1812 y 1813, la retirada de tropas francesas a causa de la invasión de Rusia y las derrotas posteriores facilitó las cosas a los aliados.
El discurso patriótico, simplificador y muchas veces propagandístico o simple exaltación de heroísmos mitificados –locales o nacionales–, de parte de la historiografía tradicional explica la revisión que se ha producido en los últimos años, pero esa necesaria renovación de perspectivas no debe conducir a la creación de otro tan alejado de la realidad como el anterior.
Arsenio García Fuertes lleva años publicando libros y artículos, participando en congresos y, en resumen, investigando sobre la guerra de la Independencia. Esta obra, sustentada sobre un ingente trabajo con fuentes directas, es, en cierto modo, la culminación de esa labor, aunque el autor es lo suficientemente joven como para que se pueda aventurar que no supone un final. Lo que sí está fuera de duda es que se trata de una notable aportación al conocimiento de la Guerra de la Independencia. La difícil reconstrucción del ejército regular español, las complejas relaciones de los militares con las autoridades civiles, los errores y aciertos de los principales mandos del ejército y las rivalidades que los debilitaron, las juntas, la guerrilla, la intervención británica –con el detallado estudio de la actividad de Howard Douglas–, son muchas las cuestiones que aborda con nuevas fuentes e información hasta ahora desconocida.
[1] FRANCISCO CARANTOÑA ÁLVAREZ es, sin ninguna duda, uno de los mayores especialistas del periodo rotulado por la historiografía como “Crisis y disolución del Antiguo Régimen (1808-1883)”, etapa en la que se enmarca la Guerra de la Independencia y los primeros episodios de la revolución liberal en nuestro país. Doctor en Historia por la Universidad de Oviedo –con una pionera y reconocida Tesis sobre el decurso de la Guerra de la Independencia y el inicio de la revolución liberal en Asturias– es profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de León, secretario primero de la revista Alcores, patrono de las fundaciones Sierra Pambley y Foro Jovellanos del Principado de Asturias y miembro del FEHME. Su ingente y rigurosa obra le ha convertido en un referente obligado para acercarse al estudio de lo acontecido en la provincia de León, también en el conjunto del país, en el primer tercio de nuestro más que contradictorio y apasionante Ochocientos.
Autor: Arsenio García Fuertes. Prólogo: Francisco Carantoña
ISBN: 978-84-944904-7-7. Tamaño 18 x 25 cm; encuadernación rústica con solapas; 862 páginas; 152 páginas de ilustraciones en color
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