No mojarse ni en la ducha

Mañueco, el presidente del PP de Castilla y León, ha estado días pasados en León. Ha dado una rueda de prensa y ha concedido larguísimas entrevistas. ¿Conclusiones?, pues como dice un viejo y veterano amigo y sabio: “No se moja ni en la ducha”. Salamanca es tierra de toreros y a Mañueco le gusta la fiesta nacional y se nota. Pase por aquí, pase por allí, una faena de aliño y poco más. Es como Herrera, de su misma escuela. Y como Rajoy, claro está. Se ponen de perfil y dejan que corra el aire.

Hoy el presidente Herrera viaja a Babia. Su lugar natural. Seguro que disfruta de la jornada. Podía haber invitado a Mañueco para evidenciar que no hay competencia política entre ellos, ni duplicidades ni nada de nada. Mañueco es como el príncipe Carlos, una buena persona esperando el turno de sucesión. Pero Herrera no es Isabel II y él sí tiene un periodo de caducidad, por eso Mañueco se desespera, quiere que Herrera se marche antes y que le deje un periodo lógico de rodaje antes de presentarse a unas elecciones, en el 2019, que se anuncian más inciertas y abiertas que nunca.

Antes de esas elecciones, el PP leonés deberá renovar todas las juntas comarcales y locales de la provincia. No se esperan grandes cambios, salvo sorpresas. Sigue vigente el pacto de no me pises y yo no te piso; es decir, un reparto de poderes sostenido por un delicado equilibrio político. Hasta que se pierdan unas elecciones. Ay, ese día. Será la tragedia.

Pero, mientras tanto, las juntas comarcales y locales las controlará quien tiene poder – y el control del superávit de la Diputación-  para ello, es decir el presidente del partido y de la Diputación, Juan Martínez Majo. Diputados provinciales y procuradores se van a repartir el poder local y comarcal. Lo previsto. Majo fue alzado a la presidencia del partido tras la conjura de los diputados provinciales, quienes una noche se juramentaron y al día siguiente señalaron con el dedo ungidor a Majo como el líder que todos deseaban y querían. Ahora a Majo le toca el turno de devolver el favor. Es decir dar una capa de barniz para que nada cambie. Como el viejo y manoseado Lampedusa.

Mientras tanto, el alcalde Silván sigue colgado de la brocha. Eso sí, ahora ya no cuelga en el vacío; tiene una escalera de apoyo. La Capitalidad de la Gastronomía Española es todo un éxito, un gran golpe de efecto. Silván tiene a sus pies a todos los grandes comunicadores de España, todos encantados con las tapas de los bares de León, con la rapidez del AVE y con lo agradable y paseable que es la ciudad. De réditos políticos ya se hablará, aunque las habas están contadas. A año y medio, a Silván le toca repetir como candidato a la Alcaldía. Pero, ojo, año y medio es mucho tiempo en política. Que se lo digan a Puigdemont.

Y ¿en El Bierzo?, ah, ¿pero a alguien le interesa lo que está sucediendo en el PP berciano? En cualquier caso, para eso está el secretario general del partido y vicepresidente de la Diputación para El Bierzo, Ángel Calvo, el cerebro gris del plan de bomberos comarcales. Lo que sucede es que el incendio interno del PP berciano lleva mucho tiempo latente, entre brasas, y amenaza con explosionar. Y quizá cuando Calvo quiera aplicar el manguerazo ya sea tarde. Demasiado tarde. Hay que estar atento a la reconstrucción del PP berciano y ponferradino. A ver qué mimbres se usan para fabricar el cesto.

De Cataluña hablaremos otro día.

 

 

 

 

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