Pues, sí, uno de enero, feliz año nuevo. Ilusión, esperanza y buenos deseos nos sobran a espuertas. Feliz 2019. Aunque la entrada no puede ser peor. A los anunciados cierres de las térmicas bercianas de Compostilla y Anllares se suma la de La Robla. Otro mazazo. ¿Y van? Mejor que se haya acabado 2018. Vaya año maldito. Con el cierre de la térmica de la montaña central desaparecerán cerca de 500 empleos entre directos e indirectos. Y, lo que es peor, se cierra de la posibilidad de quemar carbón de la zona, así que para qué van a seguir abiertas las minas si no pueden vender el carbón que sacan.
No hay, pues, ninguna novedad, en este inicio de 2019, salvo el calendario. Seguimos cuesta abajo y sin frenos, con los sindicatos emulando a la reina sin corona Juana, llevando el féretro de León a hombros por las ciudades y pueblos de la provincia en busca de un lugar digno para su entierro.
2019 va a ser un año plurielectoral. Y, por ende, una oportunidad para que los partidos políticos expongan con claridad y cifras sus planes para incentivar la economía leonesa. Pero mira por donde ahora aparece el fenómeno Vox como la gran cortina de humo que oculta el debate que a todos interesa y que no es otro que el futuro de la provincia. Sin embargo, los políticos –y los analistas caemos en esa trampa- pretenden centrar el debate en la aritmética a aplicar el día después del 26 de mayo de 2019. ¿Se repetirá el esquema andaluz y las derechas tendrán mayoría en los nuevos ayuntamientos, Diputación y Junta? o ¿habrá aprendido la izquierda la lección andaluza? No, esta historia no debería ir de bloques, ni de aritmética, ni de alianzas ni de pactos postelectorales. El centro del debate debe ser León, la provincia, El Bierzo. Como diría Anguita hace muchos años: programa, programa y programa.
Una idea para UGT y CCOO, sindicatos que convocan manifestaciones itinerantes por la provincia para denunciar la quiebra de la provincia leonesa: que organicen debates públicos con los cabezas de lista de las municipales y autonómicas sobre las medidas concretas –y sus cifras- que piensan aplicar en caso de que ganen esas elecciones. Y no vale con que, como el PP, se ponga encima de la mesa aquel plan estratégico, mero corta y pega, que presentó el alcalde Silván hace unos meses en el hotel Conde Luna y del que no se ha sabido nunca nada más. Seguro que ahora lo resucitan, le quitan el polvo, echan un poco de grasa y lo vuelven a airear. En fin.
Al ser un año tan decisivo en materia electoral, el riesgo que se corre es que las grandes decisiones se paralicen a la espera del 26M y, luego, a la constitución de ayuntamientos, diputaciones y Junta. Es decir, desde la larguísima precampaña electoral que comienza ya hasta la toma de posesión de los nuevos elegidos pueden pasar seis o siete meses, y si se le suma el verano, nos ponemos en ocho meses tirados a la basura. ¿Aguantará León casi un año perdido, políticamente hablando?
Menos mal que la Diputación ha aprobado los presupuestos 2019. La única institución leonesa que los ha sacado adelante en tiempo y forma. Al menos, no habrá más parálisis que la normal por la secular deficiente gestión funcionarial de las cuentas provinciales. Ah, y en 2018, a la Diputación le sobraron 60 millones de euros. Qué losa, dios mío.