En estos momentos cruciales para Europa (Brexit) y España (Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos) en León nos empeñamos en poner árboles delante del bosque y resucitar viejas polémicas identitarias que nos obligan a tropezar mil veces en la misma piedra e insistir en el error de que el ser siempre está por encima del hacer. Ay, las emociones. Sí, son importantes pero no resuelven los problemas.
En este sentido acabo de leer el libro “Devuélveme el poder” de Miriam González Durántez, vallisoletana de Olmedo, esposa del ex líder liberal británico Nick Clegg, abogada, asesora europeísta y ahora residente en California. No comparto muchos de sus principios liberales, pero recojo dos citas de su libro, que bien pueden aplicarse a la realidad leonesa: “La identidad no es más que una expresión de las emociones. Y las emociones pueden reconfortar e incluso ganar una o hasta varias elecciones, pero lo que cuenta en política, y en la vida en general, no son las emociones, por intensas que sean, sino las soluciones, que es lo único que logra acabar con los problemas”.
Y la segunda cita: “Defender la identidad de una nación, de una región, de una ciudad o de un pueblo no significa pasarse el día pregonando a los cuatro vientos lo orgullosos que estamos de ser lo que somos. De poco sirve estar orgullosos de nuestro país si no logramos mejorarlo, de manera concreta y efectiva, para la generación que viene detrás de nosotros”.
Parece mentira que en este León emocional que ahora nos vuelve a invadir y, de paso, a paralizar –otra vez, Dios mío-, una de las pocas voces sensatas que emergen sea la del veterano e histórico líder agrario Matías Llorente, vicepresidente de la Diputación y socio necesario del PSOE para la gobernabilidad de la provincia, quien ha asegurado que no hay “tempero” para un debate sobre la identidad leonesa, que ahora impulsa el nuevo social-leonesismo que promueve el alcalde de la capital, el socialista Diez. “Tempero” son las condiciones idóneas para comenzar a arar o trabajar las tierras. Dice Llorente que es tiempo de gestionar, de buscar soluciones a la muy complicada situación económica y social por la que atraviesa León, provincia convertida en uno de los kilómetros cero de la España vaciada, olvidada, marginada o como se quiera calificar. Enredarnos –uy, perdón por el verbo- en discusiones emocionales en momentos cruciales para el futuro de León no conduce a nada porque no se ofrecen soluciones salvo la vuelta al bucle de justificaciones en base a agravios, marginaciones, olvidos y así una y otra vez y vuelta a empezar. Hasta la derrota final.
Los leoneses sabemos quiénes somos, pero ahora debemos averiguar y ponernos de acuerdo en qué hacer. No se trata de renunciar a la identidad sino de dar prioridad al hacer. O perderemos de nuevo el tren. En el PSOE, partido ahora hegemónico en la provincia, en Castilla y León y en la nación, lo deberían tener claro. En el nuevo Gobierno central hay mimbres que pueden ser oportunidades para León: como el Plan Nacional de Ciberseguridad o las comarcas piloto para desarrollar el Plan contra la Despoblación. León debe apuntarse a estos trenes antes de que vuelvan a pasar de lejos. Y ante el despiste al que juega el alcalde Diez, la Diputación debe liderar el proyecto de modernización de la provincia.
León necesita soluciones no reverdecer debates emocionales. En sus últimas declaraciones, el ex presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero se posiciona en esta misma línea. Me alegro.
pues tal vez la solucion esté en la emoción en este caso y no en la sosegada reflexión que desde los ultimos 35 años solo ha hecho que empobrecer esta tierra. Quizá con otros 35 años de atraso algunos se den cuenta de que la fe depositada en aquellos que han tenido tiempo de sobra en hacer algo por ti y no lo han hecho era una mera ensoñación. Lo mismo que posicionarse en la linea de zapatero, nefasto presidente del gobierno al que se le llenó la boca de promesas con esta tierra y que se quedaron en unas mas de sus miles de mentiras. Si esas son las soluciones yo lo juego todo a la emoción.