Hace poco más de un mes que Juan Antonio Menéndez Fernández (Villamarín de Salcedo, Asturias, 1957) tomo posesión de su cargo de obispo de Astorga, tras la renuncia de Camilo Lorenzo por razones de salud después de más de 20 años al frente de esta histórica y vasta diócesis, con jurisdicción en las comarcas leonesas de Maragatería y el Bierzo, las zamoranas de Sanabria, La Carballeda, Valles de Benavente y parte de Aliste y hasta la orensana de Valdeorras -antiguamente llegaba incluso a Miranda do Douro (Portugal)-. Tras su nombramiento por el Papa Francisco, monseñor Menéndez Fernández se ha marcado como primer objetivo conocer en profundidad esta diócesis, a sus sacerdotes, sus parroquias y sus gentes, sabiendo que uno de los principales retos que tendrá que afrontar será buscar una solución a la falta de vocaciones sacerdotales y a la despoblación.
Hace poco más de un mes que tomó el testigo de Camilo Lorenzo al frente del Obispado de Astorga, ¿que ha supuesto para usted este nombramiento?
Por una parte, una gratitud al Santo Padre por fijarse en esta humilde persona para ser obispo de la una diócesis tan venerable y tan antigua como la Diócesis de Astorga. Por otra parte, sorpresa, sólo llevo dos años y medio de obispo auxiliar de Oviedo y no lo esperaba.
¿Qué destacaría de la personalidad y el trabajo realizado por su antecesor?
Si, lo conocía porque teníamos reuniones conjuntas de la provincia eclesiástica en Oviedo. Un hombre bueno y sencillo, que ha hecho una gran labor en la Diócesis de Astorga, afrontando sobre todo el problema que supone la despoblación de los pueblos, que se quedan con poca gente.
Usted es asturiano, ¿que conocimiento tenía de la Diócesis de Astorga antes de su nombramiento?
Tenia un conocimiento muy superficial, aunque teníamos reuniones con seglares y sacerdotes como provincia eclesiástica pero, claro, nunca te dan una visión tan profunda como la que puedo tener ahora que estoy visitando parroquias y conociendo la diócesis. Era una visión muy superficial.
Maragatería, el Bierzo, Zamora e incluso la gallega Valdeorras… ¿es difícil gestionar una diócesis tan amplia geográficamente?
Yo creo que no es difícil, lo que si he de reconocer es que es distinto a lo que he vivido hasta ahora. En Asturias, la diócesis y la provincia coinciden y en este caso no es así. En la Diócesis de Astorga hay tres provincias y dos autonomías, puede ser difícil en lo que respecta a los asuntos que tenemos que tratar con las autoridades civiles en temas de patrimonio, enseñanza o servicios sociales, pero en lo que es la vida eclesiástica, la vida de la comunidad, no es difícil porque todo oscila en Astorga, como su diócesis y como su madre.
¿Cuáles son los principales objetivos y retos que afrontará en este año?
Mi primera decisión es visitar a los sacerdotes, en los pueblos donde viven, acompañarles durante un tiempo y unas horas para que nos conozcamos mutuamente. Me sirve también para conocer los pueblos y la geografía de la diócesis porque, ya digo, me resulta muy poco difícil, al ser tres provincias, saber donde llega.
En esos primeros contactos, ¿ha tenido una buena acogida? ¿que necesidades ha visto en esas parroquias?
La acogida ha sido excepcional por parte de los sacerdotes y por parte de la gente, con mucha cercanía, con mucho cariño y con mucho respeto también. Lo que si veo es que tenemos muy pocos sacerdotes para tantas parroquias que tenemos que atender. Y por otra parte, las parroquias han quedado muy despobladas algunas de ellas y nos resulta la cuadratura del círculo. Cómo atender una parroquia con tan poca gente y tan pocos sacerdotes. Pero bueno, el señor nos irá iluminando.
¿Y qué puede hacer el Obispado de Astorga para poner solución a esta situación o hay poco margen de maniobra?
La verdad es que tenemos que ver cómo se puede atender a las comunidades. Hoy los medios de comunicación por carretera han mejorado mucho, no es lo mismo que antes, y se pueden atender varias parroquias desde un mismo lugar y tan bien atendidos como estaban antes. El gran problema es la celebración de la Eucaristía de los domingos y eso a ver cómo lo podemos solucionar de manera que todos los domingos se abran las iglesias para hacer oración y para significar que es el domingo. No necesariamente tiene que ser con la Eucaristía, donde se pueda celebrar que se celebre y, donde no se pueda celebrar, que tengan una oración vinculada de alguna manera o mirando hacia la Eucaristía allí donde se celebre. Por lo demás, yo creo que no representa mucha dificultad, teniendo en cuenta que en todas las parroquias hay que hacer un grupo de caridad, de catequesis y de formación de adultos.
El patrimonio religioso es también muy numeroso en esta diócesis y son muchos los templos que necesitan algún tipo de intervención, ¿qué actuaciones tienen previstas para este año?
De momento no dispongo de estos datos, pero he comprobado que hay iglesias que son como auténticas catedrales en pueblos muy pequeños. Tendremos que ponernos al habla con autoridades locales, nacionales, provinciales y autonómicas para ver cómo se puede sostener esto. Hasta ahora, la Iglesia lo ha sostenido, los pueblos lo han sostenido, pero ahora donde quedan en algunos tres o cuatro vecinos no pueden sostener la iglesia. La solución más fácil sería dejarlas caer, pero a mi eso me parece que sería una irresponsabilidad de cara al futuro. Hay que saber cómo entre todos podemos mantener este patrimonio y legarlo a nuestros sucesores. Cuando vamos por los pueblos encontramos iglesias caídas porque no se utilizaron o no fueron desamortizadas. Sería triste que esto nos sucediera ahora de cara al futuro.
Por otro lado, en lineas generales, se dice que la fe cristiana está en crisis, ¿cómo cree que la Iglesia puede acercarse más al ciudadano?
Yo creo que la única medida que hemos de tomar los cristianos es ser cristianos. Ser verdaderamente personas entregadas al señor Jesucristo y si esto lo vivimos, que en eso consiste la santidad, eso suscita a las personas atracción y admiración. Si lo vivimos con tibieza y con superficialidad, entonces no suscita nada, sobre todo si no ponemos el esfuerzo necesario para ser realmente cristianos comprometidos en este mundo. Por parte de la sociedad, ésta ha tomado otros derroteros, pensando que el hombre por si mismo puede gobernarse y hacer todas las cosas prescindiendo de Dios, sin darse cuenta que un virus que ni siquiera se ve puede derribarlo y echar todo por tierra. En el fondo es una soberbia tremenda.
¿Qué puede aportar la Iglesia en un momento de tanta división en España, desde el “proceso de desconexión” de Cataluña a la dificultad para formar Gobierno tras las elecciones del 20 de diciembre?
Yo no soy político y no tengo soluciones, pero la Conferencia Episcopal Española se ha pronunciado sobre estas cosas, diciendo fundamentalmente que la unidad siempre es un bien y la unidad lleva consigo el diálogo, el reconocimiento mutuo de los derechos y deberes y eso es un bien para todos que debemos de proteger y custodiar. Yo no soy político, pero lo que si puedo hacer es pedir a Dios que nos ayude y que ayude especialmente a los responsables políticos para que estén a la altura de las circunstancias y que puedan dar la mejor solución para esta situación.
¿Y ante problemas internacionales tan graves como el terrorismo islámico con los atentados de París (Francia), Susa (Túnez) o Bamako (Mali), entre otros?
El Santo Padre está muy preocupado por esta situación y ha dado muchos pasos en ese encuentro de las religiones, para ese encuentro entre musulmanes, judíos y católicos cristianos, pero no es suficiente. Quienes matan, quienes son terroristas, están muy alejados de la religión aunque crean que están defendiendo sus creencias porque, en realidad, el fanatismo es un ateísmo. Sólo piensan en ellos mismos y yo creo que es algo muy difícil de solucionar de la noche a la mañana, quizá tengamos que vivir con esta lacra durante bastantes años, con lo que esto conlleva de heridas en la sociedad que nos harán daño, aunque no nos lleguen a matar.
La llegada del Papa Francisco al Vaticano ha supuesto una apertura en la Iglesia y el mismo ha reclamado la necesidad de cambios para que el ejercicio de su ministerio sea “más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de evangelización”. ¿Cómo valora los pasos dados por el Sumo Pontífice?
Los valoro muy positivamente. Creo que ha dado un aire nuevo, en el sentido más evangelizador, al ejercicio del ministerio de Pedro, del sucesor de Pedro, y los valoro de forma muy positiva. Sus gestos y sus palabras llegan a la gente y, sobre todo, a la gente que no tiene mucho interés por la Iglesia y nos parece muy bien. Eso es muy positivo, pero hay que dar un paso más, que no es sólo que les parezca bien lo que dice la Iglesia. Y ese paso es que se comprometan y que ellos también se pongan a disposición para vivir la vida de la fe y la vida de la Iglesia. Ese es el paso más difícil y es el que tenemos que dar desde nuestro lugar.