Maruca

Hace algo más de dos años fallecía Martín Martínez, periodista de raigambre y cronista oficial de Astorga. Su magnífica despedida de este mundo auspiciada por el ayuntamiento de Astorga dejó en nuestras retinas imágenes de dolor y de esplendor  difíciles de olvidar.

 

Hoy quiero recordar a su hermana mayor María Ramona, conocida por todos como “Maruca”, que ayer fallecía serenamente en un hospital, con esa serenidad que la actual ciencia médica proporciona a nuestros mayores y menores que, postrados por la enfermedad, han llegado a término en este corralito a veces tan penoso y a veces tan maravilloso.

 

Conviví con Maruca los últimos diez años y en tan largo periodo aprendí muchas de las cosas que, sin estar ocultas, sí lo parecen a aquellas personas que, como yo, carecen de esa cultura que envuelve a los pueblos de las comarcas próximas a Astorga, y a la Astorga misma, y que son su verdadera historia.

 

Y así, y sin haber recurrido a algún estudio de antropología local –que seguro que los hay–, supe del esfuerzo callado y del sacrificio de la mayoría de los hijos en las familias rurales que, haciéndose cargo de las labores de la tierra –duras, muy duras– y del cuidado de sus mayores, hacían posible que al menos uno de ellos, elegido sabe Dios con qué criterios, cursara estudios y, en el fondo, los redimiera a todos con un futuro más digno, brillante socialmente e independiente de esa esclavitud –en el pasado, que en el “Estado de bienestar” hoy ya es otra cosa– que significa la dependencia de la tierra para sobrevivir.

 

Vaya en este homenaje a “Maruca” el reconocimiento a todos esos hijos silenciosos, todos mayores y todos alejándose ya, también, en silencio de este mundo.

 

 

Juan Manuel Martínez Valdueza

21 de Noviembre de 2016

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