Una torpeza política absoluta. Sí, la compra del chalé en la sierra de Madrid por parte de Pablo Iglesias y de Irene Montero, líderes nacionales de Podemos. Una compra por valor de 600.000, financiada mediante una hipoteca concedida por la Caja de Ingenieros, entidad financiera vinculada al independentismo catalán y cuyos directivos han valorado que los compradores tienen las suficientes garantías y avales, a pesar de no tener empleo fijo. Ya se sabe que la política es una actividad coyuntural, precaria y de incierto futuro, toda vez que depende de elecciones democráticas y de primarias de las bases del partido. Es decir, un riesgo muy alto. La demanda de hipoteca de esta pareja no hubiera superado el análisis de riesgo de una entidad financiera al uso. En fin.
El debate no se centra en la solvencia de los compradores, ni en la legalidad y ni mucho menos en el riesgo de la operación sino en la coherencia ideológica y política de la pareja Iglesias y Montero. La gente puede vivir donde sus recursos económicos y gustos le permitan, faltaría más. En este caso, lo que sorprende es que Iglesias había calificado este tipo de operaciones inmobiliarias como propias de la casta y él precisamente se había juramentado para seguir viviendo en su barrio de Vallecas, aún incluso si ganaba las elecciones y tuviera que irse a La Moncloa por imperativo legal. Ahí está la hemeroteca, maldita hemeroteca, para certificar sus palabras.
Pero así y todo, da igual. Las circunstancias cambian y hay que amoldarse a ellas. Ya lo dijo hace décadas Ortega y Gasset. Los líderes de Podemos también tienen derecho a cambiar de gustos y preferencias y, cómo no, al uso de la defensa de la intimidad del hogar, a proteger a sus futuros hijos de la curiosidad ajena, a disfrutar de jardín y piscina y de varios cuartos de baño. Nada que objetar, salvo por la incoherencia política que esa decisión comporta.
En un momento en que personas mayores son expulsadas de sus pisos de alquiler en el centro de las ciudades por la especulación creciente y sin control de los pisos turísticos; en un momento en que los jóvenes, con empleos precarios, no pueden independizarse de la familia salvo compartiendo pisos cutres con otras cinco o seis personas y a precios que rondan el atraco perfecto; en el momento en que el sistema financiero sigue cerrado para demandantes de vivienda sin padrinos ni avales; en este momento precisamente van Iglesias y Montero y retuercen su argumentación para justificar en base a su derecho a la intimidad la compra de un chalé que conculca todo lo que han defendido hasta ahora. Ahora serán vecinos de algunos ejecutivos del Ibex 35. La anticasta se mimetiza con el territorio.
Y para justificar la incoherencia tratan de lavarla con un referéndum entre sus bases, presentándose como víctimas de un acoso mediático y político sin precedentes. Olvidan, sin embargo, que la causa de ese movimiento de acoso es la falta de ejemplaridad, la incoherencia y la hemeroteca. Maldita hemeroteca. En un país en el que los partidos de la casta acostumbran a sus bases a comulgar con ruedas de molino, no sorprenderá que las bases de Podemos ratifiquen en consulta democrática, votando con una pinaza en la nariz, esta incoherencia manifiesta de sus líderes nacionales. Es matar moscas a cañonazos. Democracia interna para dilucidar un tema doméstico convertido en crisis de Estado. Y, mientras, España camina un poco más hacia el despeñadero.