El escritor leonés y Premio de las Letras de Castilla y León, Luis Mateo Díez, inauguró este viernes en la Casa Panero de Astorga el ciclo ‘Encuentros con…’ impulsado por la Junta de Castilla y León, a través de la consejería de Cultura y Turismo, dentro del programa ‘Los Mejores de los Nuestros’. Decenas de personas acudieron a la convocatoria formulada en formato de charla-coloquio entre Ernesto Escapa y el escritor y miembro de la Real Academia de la Lengua Española.
Luis Mateo Díez compartió este viernes su obra, su experiencia como escritor y sus recuerdos personales, “Astorga es, para mí, un punto de referencia totalmente entrañable”. El académico recordó la Escuela de Astorga y toda la tradición literaria de la ciudad, así como personas como Ricardo Gullón, “que siempre me consideró como un sobrino”, y Luis Alonso Luengo. El escritor no olvidó compartir en la Casa Panero su forma de escribir o “cómo la memoria nutre la ficción de las novelas y la imaginación”.
Mateo Díez es un autor prolijo que ha logrado, a través del tiempo y de la palabra escrita, forjarse un universo literario propio. Un universo que tiene en la región de Celama su epicentro, convertido para muchos lectores no sólo en un territorio de la memoria, sino también en un espacio abarcable, comprensible y cercano.
Desde sus comienzos en la revista Claraboya, de la que fue cofundador junto a Agustín Delgado, Ángel Fierro y José A. Llamas, hasta su última novela, El hijo de las cosas, Mateo Díez ha entregado a la imprenta más de una veintena de títulos. Muchos de los cuales han cosechado no sólo el favor de la crítica y el público, sino también el difícil reto del éxito comercial.
Usted estudió leyes, ¿qué le hizo terminar dedicándose a la literatura?
Que era mal estudiante (ríe). Lo que me interesaba era la escritura y era clara mi vocación de escritor. Por ese conducto, la supervivencia la buscaba uno en una carrera universitaria como Derecho. Ejercí la carrera mucho tiempo en el ayuntamiento de Madrid y lo he compatibilizado siempre con la escritura.
¿Cuándo y cómo nació su pasión por los libros?
Creo que pronto. Tuve una infancia por el Valle de Laciana donde había muchas tradiciones orales y ese cultivo de la palabra, que era muy intenso, para contar cosas e historias me llevó enseguida a la lectura. Yo seguí ese camino natural de empezar leyendo tebeos y cuento y escuchando historias. Tuve la suerte de tener unos maestros a los que les gustaba mucho que leyéramos en el aula y que en casa mi padre era muy lector y tenía una buena biblioteca. Si no hubiera sido lector era para matarme (risas).
Habla del cultivo de la palabra. Desde su punto de vista como miembro de la Real Academia de la Lengua Española, ¿cree que las nuevas tecnologías, los nuevos usos del español están haciendo que se pierda el idioma?
No. La lengua siempre tiene avatares de riesgos en todos los tiempos y en ocasiones la maltratamos bastante. Las nuevas tecnologías están en la vida, es verdad que un uso excesivo y ajeno a las normas de la buena expresión y escritura no son nada recomendables. Sin embargo, la lengua subsiste. El español lo hablamos 600 millones de personas y somos muchos. No solo el español peninsular, sino el de todos los países “de la otra orilla”, los hispanos. Hoy es la segunda lengua más hablada en el mundo, después del inglés y si dejamos de lado a los chinos.
Ha hecho poesía, ficción, cine, teatro… ¿En qué formato se siente más cómodo?
Soy narrador, así que todo lo que sea contar historias. Algunas cosas se han adaptado al cine o se han llevado al teatro y me he sentido concernido. Pero escribo novela.
Ha recibido premios como el de la Crítica y el de las Letras de Castilla y León, ¿cómo se siente al respecto?
Me siento agradecido, porque es un reconocimiento. Sobre todo esos premios que llegan desde fuera, pero también los que te da la cercanía, pues soy muy leonés y muy madrileño, son muy agradecidos.