Luis Fernández Terrón: “La esperanza debería estar siempre presente en nuestros corazones”

Alfonso del Río entrevista al médico en el Centro de Especialidades de Astorga y autor de 15 libros. El último titulado 'Poemario y un sueño esperanzado'

Luis Fernández Terrón, médico y autor de 15 libros, el último, que acaba de publicar titulado ‘Poemario y un sueño esperanzado’, nos concede una entrevista para hablar de su profesión, la pandemia y su última publicación.

Cada año este prestigioso galeno que ejerce su profesión en el Centro de Especialidades de Astorga, nos acerca de la mano de un libro a recrearnos y evadirnos de la rutina y problemas que nos acechan irremediablemente y cada vez más en esta situación de pandemia por la que estamos pasando.

En esta ocasión nos ofrece el libro titulado ‘Poemario y un sueño esperanzado’. El importe recaudado por la venta del libro lo destina a una ONG. En esta ocasión es para la Asociación de Alzhéimer.

Luis, ¿La inspiración literaria sigue activa?
Como ya dije en alguna ocasión, las ideas y la imaginación siguen teniendo buena disposición, pero la inspiración llega en su momento y no hay que forzarla ni provocarla a destiempo. Cuando aparece, es verdad que realiza una labor importante de selección de lo que se tiene en mente. Así que diré que apagada o extinguida no está, sin saber exactamente cuándo puede avivarse.

¿Qué destacarías de tu último libro ‘Poemario y un sueño esperanzado’?
Hace unos cuantos meses me vino la idea de hacer un poemario que, como su nombre indica, es un conjunto o selección de poemas y agruparlos en cuatro temáticas o apartados: a los pueblos, comarcas, ciudades y seres queridos, al amor, a la libertad y a la esperanza. Muchos de ellos habían aparecido en
tramas de otras publicaciones y esto me dio la ocasión de ponerles título, otros son inéditos. Posteriormente me puse a escribir el relato breve, pero teniendo claro que debería ir en concordancia con el poemario. Por eso el título es, poemario y un sueño esperanzado.
Destacaría que todo en su conjunto es un canto a familiares y amistades más estrechas, a las hermosas tierras recorridas y a los amigos preferidos en este viaje por la vida: el amor, la libertad y la gentil esperanza. Digo gentil esperanza porque ella es amable y educada, además sabe esperar paciente a que le
pidamos su abrazo ilusionante.

Luis, siempre he sentido curiosidad por saber si de no haber sido médico, ¿te hubieras inclinado por ser escritor?
Mi vocación por la medicina ya la percibí desde muy jovencito. Si no lo tuviera claro no creo que hubiera conseguido finalizar esta Carrera a la que hay que dedicar tanto tiempo y estudio, incluso después de terminarla y a lo largo del desarrollo profesional. La lectura y sobre todo la escritura, las comencé a valorar
un poco más tarde. Así que diré, como ya lo comenté en alguna ocasión, que vocacional y profesionalmente me considero médico a todos los efectos. Eso sí, con mucha afición a la lectura y escritura, publicando algunas obras literarias que siempre querrán ser solidarias.

¿En estos tiempos de pandemia, los médicos habéis tenido que hacer un esfuerzo especial?
La pandemia como los desastres naturales suponen un estrés muy importante en todas las personas y en el personal sanitario y no sanitario que desarrollan su actividad profesional en los Centros de Salud y en Hospitales, bastante más. Porque, no solo es enfrentarse a ello, además se tuvieron que cambiar modos
y protocolos de trabajo, no siempre bien entendidos, para tratar a los pacientes y a la vez intentar frenar la progresión de contagios y de la enfermedad. Aún así mucha gente no ha podido superarla, incluidos sanitarios y personal de otros servicios, a los que quiero rendir un emotivo recuerdo aquí, como ya lo
hicimos en otros actos.

Dr. Terrón, los médicos del cuerpo, ¿también tenéis en muchos casos ser un poco como orientadores espirituales para el alma y la voluntad y máxime en estos tiempos que estamos viviendo?
Desde hace ya bastante tiempo la definición de salud ha cambiado. No solo es ausencia de enfermedad en una persona, sino que ahora hablamos de máximo bienestar físico, psíquico, social y espiritual. Por ello, el personal sanitario valoramos a los pacientes de una forma integral, sabiendo que problemas físicos pueden dar trastornos psicológicos y viceversa. Lo mismo ocurre con la problemática familiar, laboral, social y del entorno, pudiendo desencadenar ciertas patologías. En la Medicina Familiar y Comunitaria lo tenemos siempre presente. Así que cuando existen epidemias o desastres naturales, todo esto debe seguir teniéndose muy en cuenta.

¿Escribir para ti supone como una válvula de escape y descanso mental de tu profesión, precisamente en esta situación de pandemia?
Poder trasmitir algo a través de la afición a la escritura nunca viene mal y además, es verdad que sí me sirve para realizar cierta pausa mental profesional. En situaciones especiales, como la que estamos viviendo, quizás más y con la reflexión muy inspirada.

Luis, en todos tus libros, tanto en prosa como en verso manifiestas un optimismo y un halo de esperanza hacia el lector?
Afrontar las distintas situaciones que nos puedan tocar vivir con optimismo y esperanza, desde mi punto de vista, mejora y supera muchos temas escabrosos y problemas. La esperanza debería estar siempre presente en nuestros corazones y sobre todo, cuando nos encontremos a las puertas del final del
trayecto, porque sin ella: poco valemos, nada somos. Como pienso que de la nada no puede salir algo, animo a mantenerla con alegría.

¿Tienes ya en mente el tema de tu próxima publicación?
Actualmente no tengo nada en mente, pero según vaya pasando el tiempo si surge alguna idea interesante, adelante y si no, no pasa nada. Hay muchas formas de poder ser solidario y además, estoy convencido de que la gran mayoría de seres humanos lo son, incluidos maragatos y bercianos. Doy las gracias a todos ellos por ser tan estupendos y sensibles con sus semejantes necesitados o con los que están pasando situaciones poco agradables. Ese apoyo, cariño y ánimo son las mejores medicinas que existen. Sin perder nunca de vista a la gentil esperanza…

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