Luis Ángel de las Heras: “El papel de la mujer en la Iglesia está bien definido en los documentos eclesiales”

Han pasado meses desde que el misionero claretiano, Luis Ángel de las Heras, fuera nombrado obispo de León. Ahora, con la tranquilidad del tiempo, le hemos realizado esta entrevista para chequear la realidad pastoral de esta Diócesis leonesa

Se han cumplido meses desde que el misionero claretiano, Luis Ángel de las Heras, fuera nombrado obispo de León. Ahora, con la tranquilidad del tiempo, le hemos realizado esta entrevista en profundidad para chequear la realidad pastoral de esta Diócesis leonesa.

Mons. Luis Angel, es segoviano y ha ocupado importantes cargos en la congregación claretiana, como delegado del Superior para la Formación en la Confederación claretiana de Aragón, Castilla y León; consultor y prefecto de Espiritualidad y Formación de la provincia claretiana de Santiago, siendo también vicario provincial de la misma. Antes de su destino a León, Luis Ángel de las Heras, fue obispo de Mondoñedo-Ferrol.

¿Qué ha significado para Vd. el nombramiento como obispo de León?

Ha significado novedad. En primer lugar, por la renovación de la confianza de la Iglesia y el Santo Padre en mi persona encargándome este servicio ministerial para pastorear una porción del pueblo de Dios. Lo cual estimo enormemente y me suscita agradecimiento a Dios, así como la necesaria humildad para desempeñar la misión encomendada.

Después, ha significado un nuevo despertar misionero al tener que comenzar a encontrarme con esta Iglesia particular de León y conocer a las personas que la forman, la riqueza de su historia de fe y de sus tradiciones, sus debilidades y fortalezas, sus temores y esperanzas.

¿Ya se ha hecho cargo de la realidad actual de la Diócesis? 

En parte, solo en parte. Tengo el conocimiento inicial propio del tiempo que llevo para caminar con esta Iglesia y he de tener presente que debo seguir conociéndola. Me queda aún tiempo y dedicación para hacerme cargo de la realidad de la Diócesis, pero se trata de continuar conociendo y aprendiendo mientras camino con los diocesanos, mientras caminamos juntos.

¿En qué medida influye en la Diócesis la España rural vaciada?

En gran medida, por supuesto. Las poblaciones con personas de edad avanzada y pocos habitantes tienen dificultades para constituir una comunidad humana suficiente para la vida social y, por consiguiente, para la vida de la parroquia. Hay que conocer esta realidad, comprenderla y afrontarla para acompañar pastoralmente, en la medida de nuestras fuerzas, a las personas en el contexto de la España rural vaciada que se viene dando desde hace tiempo.

¿Cuáles son los principales problemas, con los que se ha encontrado en esta
Diócesis?

En primer lugar, la despoblación y la población envejecida, como acabamos de comentar, e igualmente la disminución de sacerdotes que se van haciendo mayores también. Hemos de adaptar la estructura diocesana a la realidad en la que estamos inmersos para continuar nuestra misión cristiana.

¿Cómo los afrontará?

En primer lugar, hemos de afrontar los problemas en clave de fe, con serenidad, realismo y esperanza. En segundo lugar, hemos de afrontar los problemas contando con quienes se ven afectados por ellos, hasta el punto de que, cuando haya problemas que afecten a todos, hemos de tratarlos entre todos.

Una de las principales preocupaciones en los últimos años ha sido la alta edad media de los sacerdotes de la diócesis de León, ¿Cómo se puede solucionar teniendo en cuenta la escasez de vocaciones?

Ya lo hemos dicho, efectivamente. Ante todo, no hay que ser derrotistas. Tenemos que continuar orando y trabajando por una pastoral de la vocación, pues cada diócesis es responsable de sus vocaciones. Es, por tanto, cuestión de todos. Todos necesitamos todas las vocaciones (matrimonios, personas consagradas, diáconos permanentes, presbíteros…) que constituyen la Iglesia. Tomar conciencia de esta responsabilidad general es algo todavía pendiente. Además, como también he adelantado antes, hay que ir dando pasos para reorganizarnos según los nuevos escenarios sociales y religiosos que nos encontramos.

D. Luis Angel, Vd, que es presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la CONFER, ¿cómo ve la situación de los religiosos en España?

La vida consagrada envejece al mismo ritmo que la sociedad y la Iglesia en España. También hay disminución de vocaciones, siendo todavía numerosas las personas consagradas en España. En este escenario se alumbra un nuevo modo de vivir de los consagrados y un nuevo modo de realizar las obras apostólicas propias del carisma de cada instituto y de la forma concreta de vida consagrada. Puede decirse que la vida consagrada tiene el reto de una nueva fecundidad comprometida desde las debilidades que ahora tiene y desde las fortalezas inherentes a su identidad y misión en la Iglesia para el mundo.

¿Cuál es el papel de la vida consagrada en la iglesia de hoy?

El Papa Francisco ha recordado a las personas consagradas que lo propio de esta vida es la profecía y que los consagrados han de despertar al mundo para que se vaya transformando por designios de liberación, justicia, paz y felicidad para todos sin distinción. La vida consagrada está en el corazón de la Iglesia.

El Papa Francisco está nombrado en cargos de responsabilidad , dentro de la iglesia, a mujeres, tenemos el caso de Nuria Calduch, Secretaria de la Pontificia Comisión Biblica, ¿qué le parece?

Ha habido otros casos también significativos. Me parece justo y necesario. El papel de la mujer en la Iglesia está bien definido en los documentos eclesiales. El papa Francisco lo ha señalado en varias ocasiones. En “Evangelii gaudium” afirma que «la Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones». El papa Francisco pasa de las palabras a los hechos. Sin duda, hay que impulsar una mayor asunción de responsabilidades por parte de las mujeres, laicas y consagradas.

Mons. Luis Angel, ¿algo más que añadir?

Agradezco tus preguntas, Alfonso. Estoy muy ilusionado con la misión que tengo que realizar con todos los diocesanos de León e invito a todos a caminar juntos, cada uno desde su vocación, en esta Iglesia en la que hacemos falta todos para acercarnos al Reino de Dios que nos ha revelado Jesucristo con su muerte y resurrección. La fraternidad universal que nos propone el Papa Francisco tenemos que empezar por
construirla en nuestro entorno más inmediato. Para nosotros es la diócesis de León desde cada parroquia, comunidad, movimiento, asociación, cofradía… desde cada bautizado, que es discípulo misionero.

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