La madrugada del próximo domingo, 30 de octubre, llegará el horario de invierno, por lo que los relojes deberán retrasarse una hora; en concreto, a las 3:00 horas habrá que colocarlos en las 2:00. Así lo exige la Directiva Comunitaria que rige el cambio de hora y que afecta a todos los países miembros de la Unión Europea.
El cambio de hora comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación.
Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años. Desde la aprobación de la Novena Directiva, por el Parlamento Europeo y Consejo de la Unión, en enero de 2001, este cambio se aplica con carácter indefinido los últimos domingos de marzo y octubre (en marzo se adelanta la hora y en octubre se retrasa).
Según estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), Entidad Pública Empresarial dependiente del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, el ahorro en iluminación propiciado por el cambio durante los meses en los que éste ha tenido efectos, de marzo a octubre, podría haber alcanzado el cinco por ciento, equivalente a unos 300 millones de euros.
De esa cantidad, 90 millones correspondería al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de seis euros por hogar, mientras que los otros 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.