Los nuevos casos de sida están relacionados con prácticas sexuales “sin protección”, tanto heterosexuales como homosexuales. Además, la edad se ha ido incrementado desde la década de los 90, de forma que el 60 por ciento de los enfermos tiene ya más de 40 años. Por ello, la Consejería de Sanidad apuesta por centrar la investigación en el mecanismo de transmisión y la edad para impulsar el diagnóstico precoz, que reduzca el retraso en la detección.
En ese sentido, el sida mantiene la tendencia a la baja de los últimos años en Castilla y León aunque se acumulan 3.130 casos desde 1982, de los que 276 afectan a mayores de 50 años, según los últimos datos recopilados hasta el 30 de junio por la Dirección General de Salud Pública. El próximo viernes, 1 de diciembre, se celebra el Día Mundial del Sida (DMS), que está destinado a la concienciación pública sobre la infección por el VIH.
De hecho, la Consejería de Sanidad sostiene que el porcentaje de casos de sisa con un diagnóstico tardío de la infección VIH ha seguido una tendencia creciente, puesto que en 1994 era del 27,02 por ciento en Castilla y León, un porcentaje que en 2004 se situó en el 29,58 por ciento; en 2013, en el 74,07 por ciento -el pico más alto-, y en 2016, en el 63,64 por ciento, al igual que en 2014.
La provincia de Castilla y León que presenta un mayor número de casos, es Valladolid con 838, seguida de León con 485; Burgos, con 478; Salamanca, con 468; Palencia, con 301; Zamora, con 221; Ávila, con 153; Segovia, con 105, y Soria, con 81. Sin embargo, al calcular la tasa acumulada por 100.000 habitantes, la provincia con la cifra mayor es Palencia con 183,25 casos, seguida por Valladolid (159,6), Salamanca (138,2) y Burgos (132,8).
De media, la tasa de incidencia acumulada en la Comunidad es de 127,5 casos por 100.000 habitantes, si bien la de incidencia anual se situó en el 0,45 en 2016, frente al 0,88 de 2014 y al 1,17 de 2015. En el 27,2 por ciento de los casos la transmisión se produjo por vía heterosexual, en otro 18,18 por ciento por relaciones de hombres que tuvieron sexo con varones y un 27,27 por ciento correspondió a personas que se inyectan drogas.
En 2016 se detectaron once nuevos casos, frente a los 28 de 2015 y los 22 de 2014. De ellos, el 90,9 por ciento fueron hombres y el 9,1 por ciento, mujeres. Además, el 36,3 por ciento correspondió a personas de origen extranjero. La neumonía por Pneumocystis jirovecii y la tuberculosis extrapulmonar fueron las enfermedades indicativas de sida más frecuentes, ambas con un 27,28 por ciento.
Cambio de hábitos
El sida puede calificarse como una enfermedad de transmisión sexual, ya que la mayoría de los casos tiene su génesis en comportamientos de riesgo sexuales, ya sean éstos heterosexuales u homosexuales, superando a los que tienen como causalidad el uso compartido de utensilios para la administración de drogas intravenosas.
Siempre es conveniente recordar las prácticas de riesgo que puede propiciar el contagio de esta enfermedad: no usar preservativo en relaciones sexuales con penetración (vaginal, anal u oral); el riesgo de infección aumenta si, además, la persona presenta otras infecciones de transmisión sexual (gonorrea, sífilis, herpes,…); compartir objetos cortantes o punzantes que hayan estado en contacto con sangre infectada: jeringuillas, agujas, otros materiales de inyección o instrumentos para la acupuntura, tatuajes o ‘piercings’ no controlados sanitariamente; y de una madre VIH positiva a su hijo/a durante el embarazo y el parto.
El virus no se transmite en ningún caso a través de besos, abrazos, caricias, darse la mano o tocarse; por medio de lágrimas, sudor, saliva, tos o estornudos; usar objetos de uso común (teléfonos o cubiertos), ropa o alimentos; de compartir duchas, lavabos, aseos, piscinas, instalaciones deportivas, centros laborales, colegios, establecimientos públicos o cualquier otro lugar; a través de animales, mosquitos u otros insectos; ni por medio de recibir o donar sangre en países, como España, en los que estos procesos están adecuadamente controlados.