Mascarada de invierno

Los campanones de Quintanilla de Yuso toman La Cabrera en Semana Santa

La vieja y el viejo, la señorita y el señorito, el lobo y otros asombrosos personajes, algunos con semblantes arbóreos, saldrán a asustar a los niños y a pedir el aguinaldo como lo han hecho tradicionalmente

Los tradicionales Campanones de Quintanilla de Yuso vuelven esta Semana Santa a tomar las calles de esta localidad cabreiresa. Será este sábado 20 de abril, a las 17,00 horas, cuando los vecinos de este pueblo de Cabrera Alta vuelvan a ver sorprendidos por las ancestrales personajes de esta mascarada tradicional leonesa.

La vieja y el viejo, la señorita y el señorito, el lobo y otros asombrosos personajes, algunos con semblantes arbóreos, saldrán a asustar a los niños y a pedir el aguinaldo como lo han hecho tradicionalmente, acompañados de los gaiteros del pueblo.

Mientras que otras localidades cercanas realizan sus mascaradas en enero o en carnaval, la de Quintanilla de Yuso “hasta donde recuerdan los más mayores se celebró siempre tras la misa de Pascua”. “Creemos que es la más tardía de todas las mascaradas leonesas. Quizá por celebrarse en Semana Santa esta tradición pudo burlar la persecución a la que fue sometida en otros lugares y mantenerse con vigor en este pueblo hasta la actualidad”, puntualiza Sergio Carracedo, que destaca que “aquí nunca estuvo prohibida”.

“Un día de auténtica fiesta”

“Era un día de auténtica fiesta que se acogía con mucho entusiasmo, ya que los mozos, con los huevos, los chorizos y el dinero que conseguían durante el pasacalles, hacían una cena para ellos y un baile para todo el pueblo, después de los 46 días que dura Cuaresma sin demasiadas alegrías”. Las tortillas de las cenas de antaño estarán presentes un año más, aunque en forma de pinchos para los asistentes, y el baile, que “nunca ha faltado en este pueblo”, volverá a contar con los gaiteiros de la localidad, aclaran los responsables de esta asociación.

Esta mascarada, que la Diputación destacó en su publicación La Semana Santa desconocida de la provincia de León en FITUR, cuenta con la colaboración de la Junta Vecinal de Quintanilla de Yuso, el ayuntamiento de Truchas, el Instituto Leónes de Cultura y de la Diputación de León.

Los Campanones de Quintanilla de Yuso forman parte de la Federación de Antruejos de León junto a las mascaradas de Alcoba de la Ribera, Alija del Infantado, Carrizo de la Ribera, Cimanes del Tejar, La Cuesta, Pozos de Cabrera, Riaño y Velilla de la Reina.

Los personajes

La vieya (vieja): vestía moradana (falda típica), aunque también podía llevar saya negra, mandil negro, chambra negra, mantón negro para tapar al niño (un muñeco que llevaba en brazos), pañuelo negro en la cabeza, medias negras, madreñas o galochas con zapatillas de casa. Lleva un cesto con paja trillada para que no se rompiesen los huevos que la gente del pueblo le iba dando. Se cubre la cara con un pañuelo o tela para no ser reconocida. Iba agarrada del brazo del vieyo.

El vieyo (viejo): traje de chaqueta y pantalón, gorra negra (boina) y cachaba. Se cubre la cara con un pañuelo o tela para no ser reconocido. Lleva un cesto para recoger el aguinaldo. Va agarrado del brazo de la vieya. En la espalda lleva una chepa rellena de paja, donde le golpean los otros personajes de la comparsa para que pida el aguinaldo a los vecinos.

El campanón tipo 1: capa negra o marrón (capotes o pesadas mantiellas de pardo marrón atadas al pecho), careta hecha de ‘cartaloxo’ (corteza del abedul) y caperuza con flecos o tiras de papel de periódico, tela o piel. Desde la década de 1980 suele ir coronada por una gorra (boina) o sombrero. Puede llevar algún instrumento para atizar o ensuciar a los vecinos del pueblo, normalmente, un palo o una vejiga hinchada. A la cintura, pueden llevar varios cencerros o no.

El campanón tipo 2: Lleva varios cencerros colgados de la cintura o en bandolera ya que debe correr detrás de los niños. Una piel de animal le cubre la cabeza y la cara, aunque si no le cubriera la cara se pintaría de negro. El cuerpo y las extremidades también irían cubiertas con ropa vieja o pieles de animales para que no se le reconozca. En la cabeza no llevaría caperuzo, pero sí pieles de animal o cuernos para emular a las bestias salvajes o a monstruos. Puede llevar algún instrumento para atizar o ensuciar a los vecinos del pueblo, normalmente, un palo o una vejiga hinchada.

El lloubo (lobo): Lleva varios cencerros colgados de la cintura o en bandolera ya que debe correr detrás de los niños. El cuerpo y las extremidades irían cubiertas con ropa vieja o pieles para que no se le reconozca. En la cabeza no llevaría el caperuzo, pero sí pieles de animal para emular a un lobo. Puede llevar algún instrumento para atizar o ensuciar a los vecinos del pueblo, normalmente, un palo o una vejiga hinchada.

El zancudo: este personaje iba subido en largos zancos. Una piel de animal le cubre la cabeza y la cara, aunque si no le cubriera la cara se pintaría de negro. El cuerpo y las extremidades también irían cubiertas con ropa vieja o pieles para que no se le reconozca. En la cabeza no llevaría el caperuzo, pero sí pieles de animal o cuernos para emular a monstruos o bestias salvajes.

Señorita: hombre travestido, moradana (falda típica), mandil, chambra, mantón cruzado y pañoleta (pañuelo de lino bordado) a la cabeza. La cara pintada y gafas, o un pañuelo por delante, evitaría ser reconocido por los vecinos. Zapatos de tacón, medias de seda, blusa, tetas postizas y bolso.

Señorito: iba endomingado y elegante, vestido con traje y en ocasiones con capa. En la cara una barba y una gafas, para tratar de ocultar su identidad, o un pañuelo, y sombrero moderno en la cabeza.

Cinco mozos encarnaban los personajes de señorita, señorito, vieja, viejo y zancudo, el resto se revestía de campanones hasta donde llegaban las ropas y los elementos disponibles para no ser reconocidos por el resto de los vecinos del pueblo. Pieles de animales y prendas grandes, usadas y antiguas constituían la principal fuente para revestirse. Lo normal es que se pintaran la cara o se enmascararan detrás de unas caretas o máscaras fabricadas por ellos mismos. No había dinero ni lugares para comprarlas. La diversión pasaba, muchas veces, por la persecución, con palos y vejigas, a los niños y a las mozas, que tendían a correr o a esconderse en las casas por temor, aunque en ocasiones eran sacadas por los campanones para correr detrás de ellas. En contadas o muy raras ocasiones gastaban bromas a los vecinos del pueblo, al fin y al cabo, de ellos dependía la cena de la noche.

Menos carreras se daban los que se revestían del característico campanón de caperuzo, que llevan una careta realizada con la corteza del abedul, que en Quintanilla de Yuso se denominada ‘cartaloxo’. Tampoco corrían el viejo, la vieja, el señorito y la señorita, pero se disfrazaban de modo que no se les reconociera a ninguno. Incluso los más hábiles, además de revestirse, utilizaban largos zancos para asustar a los rapaces o para dar mayor vistosidad al acto. Los campanones se cubrían los cuerpos con pieles de ovejas o de perros, capotes etc. y para cubrir la cara y la cabeza se fabricaban caretas o caperuzas con agujeros para los ojos, con apariencia de lobos, zorros, osos y otros animales; o de cualquier cosa que pudiera asustar (monstruos). Los rostros que quedaban vistos habitualmente se teñían de negro, aunque se tapaban parcialmente con tiras de papel, tela o de piel que colgaban de la cabeza. El nombre de campanones tiene su razón en las campanas, (cencerros, esquilas y tupios), que estos personajes portaban colgados para mayor estruendo y agitación de los chiquillos.

En este peculiar pasacalles los vecinos del pueblo les daban huevos, chorizos y otros alimentos, incluso dinero, con lo que los mozos celebraban una cena y un baile al son de la gaita. El baile se hace al oscurecer, antes de la cena que la preparaba un vecino del pueblo. Con el dinero del aguinaldo se compraba el vino para la cena y el aceite para hacer las tortillas. Los campanones iban acompañados por los gaiteros del pueblo.

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