¿Monserrat, Triana y Raquel, las tres acusadas por el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, el 12 de mayo de 2014, tenían en perfecto estado sus facultades mentales el día del asesinato? La respuesta a esta pregunta es una de las claves de este juicio, que ya ha entrado en su recta final en la Audiencia Provincial de León.
Y para responder a esa pregunta, todas las partes –fiscal, acusadores y defensores- han presentado a sus respectivos peritos – médicos forenses psiquiatras y profesores universitarios- para defender las dos posturas, porque aquí no hay término medio. O actuaron de forma consciente, sabiendo lo que hacían con plenas facultades mentales o, por el contrario, registraron en el momento del crimen algún tipo de trastorno mental transitorio. De lo que se crea el Jurado dependerá una rebaja de pena para la asesina confesa, Monserrat, para la que se piden 23 años de prisión; y la condena, más o menos severa, o la libre absolución tanto para Triana, la hija de Monserrat; como para Raquel, la policía local, amiga de Triana.
Y el resultado ha sido el esperado. Los peritos propuestos por la Fiscalía no han dudado en asegurar que tanto Monserrat, como Triana y Raquel son personas normales, inteligentes y que en ningún momento actuaron el día del crimen bajo ninguna locura transitoria. Las tres serían imputables.
Las dos médicas forenses, propuestas por la Fiscalía, aseguran que Monserrat es una persona fría, calculadora, de carácter fuerte, dominante, que el día del crimen sabía perfectamente lo que hacía y que es dogmática, inteligente y que en ningún caso padeció algún tipo de trastorno delirante. Monserrat ha centrado toda su vida en torno a su hija, con una actitud sobreprotectora, convirtiéndola en el centro de su vida.
Las mismas médicas consideran que Triana es más inteligente que lo normal, emprendedora, con un elevado concepto de sí misma, razonable, segura de sí misma, con tendencia a la manipulación, muy preparada profesionalmente por lo que espera recibir una recompensa que nunca le llegó. La posible frustración al no conseguir su objetivo de ser funcionaria en la Diputación no sería ninguna patología, como tampoco lo sería la dependencia de su madre. Por todo ello, consideran que Triana es plenamente responsable de sus actos.
Y algo parecido manifestaron estas dos médicas sobre Raquel, a la que consideran una persona normal, fría, distante, con dificultades para manifestar sus sentimientos, pero organizada, disciplinada, capaz de tomar decisiones y sin ningún tipo de patología que explique porqué estuvo durante casi treinta horas sin decir a nadie que el día del crimen había estado en casa de Triana tomando café y que luego se encontró con ella en la calle Lucas de Tuy, momento en el que Triana introdujo el bolso con el revólver en su coche. Para estas médicas no existe ningún tipo de disonancia cognitiva que pudiera justificar una especie de bloqueo mental en Raquel. Para estas expertas no se puede argumentar un bloqueo mental y, seguidamente, hacer vida normal.
En algunos momentos el testimonio de estas dos médicas, que no son especialistas en psiquiatría, se pareció más a un plató televisivo de Telecinco que a la sala de un juicio, por lo que las defensas trataron de desacreditar sus peritajes.
Loca de remate
En el otro extremo se posicionaron los peritos psiquiatras propuestos por las defensas, sobre todo el psiquiatra que elaboró el informe sobre Monserrat y Triana, muy experimentado y que en todo momento, con carácter didáctico y muy pedagógico, se dirigió, en una pose muy estudiada, a los miembros del Jurado. Demostró una alta capacidad de convencimiento.
Para este psiquiatra, en términos de la calle, Monserrat estaba como una regadera, loca de atar, porque padecía una acentuada paranoia que se tradujo en una manía persecutoria contra Isabel Carrasco, lo que derivó en una patología clara: un trastorno de idea delirante. Es decir, Monserrat convirtió a Isabel Carrasco en la causa de todos los males y fracasos profesionales que sufría su querida hija, Triana, y ante la imposibilidad de que Carrasco, cuyo poder era absoluto en León, cambiase de actitud o abandonara el poder, no tuvo más remedio que asesinarla. Porque, como ya confesó ella misma en su declaración, “O era ella o mi hija”. Y optó por matar a Carrasco.
Para este hábil psiquiatra, esta actitud justiciera de Monserrat tenía como finalidad liberar a su hija del clima de acoso y persecución a que se veía sometida por parte de Carrasco. Y la única solución era su asesinato. En ese momento del informe del psiquiatra, tanto Monserrat como Triana no pudieron contener su emoción y derramaron abundantes, pero contenidas y disimuladas lágrimas. Ambas aceptan con buen grado que la madre, Monserrat, padecía una grave paranoia. Como recordó el fiscal, ya la propia Monserrat había manifestado a las pocas horas del asesinato que ella se iba a hacer la loca. ¿Está de verdad loca o es sólo una estrategia para atenuar su horrible crimen?
Este psiquiatra y gran comunicador, sin abandonar su actitud pedagógica hacia el Jurado, aseguró que Triana estaba mentalmente bien, pero que padecía una obsesiva dependencia de su madre y que la posible alternativa de marcharse de León para burlar el acoso y la persecución a que se veía sometida por parte de Isabel Carrasco no la contempló para no alejarse de su madre. Triana, dijo el psiquiatra, es muy inteligente, independiente, competitiva, con gran capacidad de autocontrol, extrovertida, pero nunca pudo o quiso librarse de la absoluta dependencia de su madre. Esa dependencia no es ninguna patología o enfermedad, por lo que era plenamente consciente de la realidad.
El psiquiatra aseguró que él, y su socio fallecido recientemente, creyeron a pie juntillas a Triana cuando les confesó que había sido acosada sexualmente por Isabel Carrasco.
Por último, el perito psiquiatra que realizó el informe de Raquel, a propuesta de su defensa, trató de convencer al Jurado que la policía local padeció una disonancia cognitiva, que aunque no es una patología, sí es una irregularidad de tipo social que puede producir bloqueos motivados por situaciones de estrés, angustia y ansiedad, derivados, por ejemplo, al conocer que personas muy cercanas a ella, como Triana, estaban implicadas en el asesinato de Isabel Carrasco.
El mecanismo de la disonancia cognitiva es totalmente involuntario por lo que no puede ser controlado por quien lo padece, aunque no le imposibilita para hacer vida normal, como patrullar al día siguiente por las calles de León como si nada hubiera pasado.
El perito reconoció, a preguntas de las acusaciones, que su informe sobre Raquel estaba basado en la propia declaración de la acusada y en el sumario, por lo que si ella había mentido para defenderse, el informe podría no re