Lo que ocultan las banderas

La exhibición de banderas reporta una lectura curiosa de las manifestaciones del pasado 16F en la provincia leonesa. En la capital leonesa la cabeza de la multitudinaria manifestación estuvo poblada de banderas de los sindicatos CCOO y UGT, los convocantes de la marcha. A partir de la mitad, más o menos, las banderas sindicales desaparecen para ser relevadas por las de UPL y leonesas en general. Hasta los tractores de UGAL-UPA ondearon banderas de León y no del sindicato. Al final, en los mítines sindicales en la plaza de San Marcelo, las banderas sindicales fueron progresivamente desplazadas por las de León y a última hora sólo había ya banderas de UPL y de León.

En Ponferrada, también una manifestación multitudinaria, las banderas que predominaron fueron las sindicales y las del Bierzo. Mezcladas en un batiburrillo de colores. No había prácticamente banderas de León. Predominó el blanco y azul de las señas de identidad del Bierzo.

Y en Villablino, la manifestación fue tan austera que por no haber no hubo ni banderas sindicales. O muy pocas. Tampoco se abundaron las banderas de León. Ni de la UPL.

Está claro que las banderas son una radiografía de la desvertebración de esta provincia. Y son un claro signo de que, a pesar de la crisis que asola a toda la provincia, El Bierzo y el resto de la provincia siguen sin entenderse y, lo que es peor, sin hacer el más mínimo esfuerzo para tender puentes no solo de comunicación sino de actuación en común. Y no es sólo el Manzanal lo que fractura la provincia en dos o la autopista de peaje León-Astorga, que también, sino el sentimiento de pertenencia. Sigue predominando el ser sobre el hacer o el actuar. Del Manzanal para allá hay un sentimiento bercianista, de comarca, de carácter y personalidad propia y diferenciadora, que mira a Galicia pero también al resto de la Comunidad de Castilla y León. La autovía de Noroeste vertebra a la comarca berciana con la meseta y con Galicia y margina al resto de la provincia.

Del Manzanal hacia el oriente sucede lo contrario. Predomina el sentimiento leonesista y la percepción de agravio hacia Valladolid como imagen del neocentralismo autonómico. En Laciana lo que predomina es el sentimiento de cabreo por lo mal que se ha hecho la reconversión minera, encabezada por los sindicatos. Es en Laciana donde se juzga severamente a UGT y a CCOO. La reconversión minera era algo más que las prejubilaciones mineras. Nadie pensó en el futuro, en los hijos y nietos de los mineros prejubilados. Los jóvenes han abandonado masivamente Laciana por falta de expectativas y eso que se han invertido en esa comarca decenas de millones de euros en aceras, plazas, casas de cultura, centros deportivos y en suelo industrial que sigue vacío.

Ahí está el terrorífico informe del Tribunal de Cuentas sobre el despilfarro de las ayudas mineras y sobre el silencio de todas las partes a la hora de reclamar una racionalización de las inversiones y, sobre todo, que esas ayudas llegasen de verdad al valle. Y ni una sola autocrítica. Ni una dimisión.

Los representantes de León y Ponferrada siguen sin hablarse  por lo que ni tienden puentes ni vertebran ejes de futuro. Y eso que ahora en ambas ciudades hay alcaldes socialistas. Mientras el Manzanal siga siendo una frontera, la Mesa por el futuro de León no tendrá mucho recorrido. Hay que coser la provincia no profundizar en sus diferencias. Las banderas lo dicen todo.

 

 

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