Libertad sin ira (y III)

Ante el referéndum del 6 de diciembre, los actos y pronunciamientos en pro y en contra se intensificaron en las dos semanas precedentes. Gran importancia en este momento tenía el criterio de la Iglesia, local,  y del propio Ayuntamiento;  hubo posicionamientos particulares, opuestos a la Constitución, de forma destacada en El Pensamiento Astorgano —no por parte de su director, tampoco de sus  redactores—. El otro medio, Radio Popular, se mantuvo neutral, pero destacó la conferencia en la Obra Cultural, el día 17, del senador Cordero del Campillo, con sus razonamientos en pro de la Carta Magna. En cuanto a los partidos, la campaña  en contra la abanderaba Alianza Popular—que desplegó una propaganda intensa con carteles y publicidad— con aliados de Fuerza Nueva;  mientras que la favorable correspondió, entre otros,   a la UCD, que celebró el mitin más importante en El Gullón con Óscar Alzaga.  El PCE y el PSOE (partido este en fase de refundación) optaron por reuniones informativas en los colegios públicos, y en sentido también favorable intentaron influir en el voto la UGT y CCOO; en mayor medida este último sindicato,  al haber obtenido la mayoría de representantes en las pasadas elecciones de febrero, celebradas en empresas de la ciudad.

La carta pastoral del cardenal primado, Marcelo González Martín (obispo de esta diócesis,  de gran carisma y aceptación popular, de 1961 a 1966), en la que se “desmarcaba” de la postura neutral manifestada por la Conferencia Episcopal, y que objetaba, para su aprobación, grandes reservas, en los aspectos religiosos,  de la  moral familiar  y educativo,  tuvo gran contestación en los medios informativos nacionales, y una  resonancia intensa y controvertida en Astorga. Por otra parte, la publicación en el último Boletín Oficial del Obispado del artículo “Epicentrismo, Cristianismo-Marxismo” despertó el interés de El Periódico de Madrid, considerándola preconciliar. Su director, Isaías Domínguez, matizó que tal artículo era el resumen de una conferencia, y que el obispo, Antonio Briva Mirabent,  no estaba en contra de la Constitución. En estas circunstancias, cinco días antes de la votación, el propio prelado ‘salió al paso’ y  realizó unas breves, pero muy significativas declaraciones, en las que manifestaba que votar ‘Sí’ no era contrario a la moral, y que se alineaba con la postura de la Conferencia Episcopal de “dejar plena libertad a los cristianos”.

El alcalde García Gatón, con funciones delegadas, se pronunciaba con serias dudas sobre la bondad del texto constitucional, en la línea del cardenal primado,  y con un reparo total hacia  la existencia de las nacionalidades. Sin embargo, el alcalde en funciones, Virgilio Pérez, más explícito,  declaraba a La Hora Leonesa, que la Constitución era liberal y progresista, que como leonés no le gustaba el término “nacionalidades”, pero “con ella puede gobernar cualquier partido político. Desde luego votaré que sí”.

El ambiente no estaba carente de tensión, por ello tanto en  los partidos como en  los sindicatos de izquierda primaba la cautela y huían de cualquier provocación, a sabiendas de que la aprobación de la Constitución era un paso esencial para la consolidación de la democracia. El Politicón (un seudónimo) narraba en El Pensamiento  del 19 diciembre, su versión de aquellos días:

Con motivo del referéndum, en Astorga se vieron brazos en alto y propaganda intensa en contra de la Constitución y tal euforia se llegó a tener, en los amigos del no, que hasta concibieron ilusiones de poder triunfar. Hubo alardes propagandistas y hasta incipientes provocaciones, pues llegaron a dar prospectos a la salida de un mitin socialista y embadurnaron todas las fachadas con un NO tremendo /…/. CCOO y UGT estaban preparados, en menos escala para contrarrestar esta propaganda con profusión de carteles más razonables del SÍ, pero en vista del descaro contrario, y previendo incidentes, los directivos acordaron no hacerla, pues de haber actos violentos, aunque los impulsores fueran quienes fueran, significarían descrédito para la democracia.

La votación el día 6 de diciembre de 1978 en el municipio  se desarrolló con total normalidad; con algunas quejas de jóvenes, con los 18 años recién cumplidos por no figurar en el censo, y algunas omisiones de otros (no reclamadas en la exposición de las listas); no faltaron  alusiones al frío pasado por algunas mesas electorales.  Con la primera votación contabilizada, sobre un censo de 8540, acudieron a las urnas  6291 vecinos: 5070 síes, 821 noes, 393 votos en blanco y siete nulos. En la mesa de Castrillo (para los cuatro pueblos) solo se contabilizó un voto negativo. Los votos positivos en Astorga, el 80,5 %,  fueron inferiores a los de la media nacional, que alcanzaron el 86’70 %.

Las noticias más importantes, desde la votación del día seis,  hasta finalizar el año fueron la muerte, el día 8, del que fuera concejal, y alcalde en 1919 /1920, Adolfo Alonso Manrique,  y la manifestación reivindicativa, convocada por las tres asociaciones vecinales,  el sábado 16. Se cerraba así un año esencial en la historia de la ciudad,  con problemas encauzados y otros enquistados; el símbolo popular de estos últimos era la plaza de toros, en continuo desmoronamiento,  de tal suerte que el “torero local” Avelino de la Fuente no pudo ese año, en fiestas, hacer faena de lidia.  En  solfa estaban  las deficientes infraestructuras básicas, el suelo industrial, los centros educativos.  Se había  desarrollado un planeamiento urbanístico, así como proyectos y obras ejecutadas, entre estas  la urbanización del paseo Blanco de Cela, las piscinas descubiertas o las nuevas aulas en González Álvarez. Otras dotaciones se hallaban en licitación, recuérdense la ampliación del Centro de Formación Profesional (Maestría) o los talleres de COSAMAI.

A partir de aquel entonces, la vida municipal y social de la ciudad  discurriría y sigue transitando,  salvo anécdotas y amargos sucesos  puntuales, con el espíritu de la canción de la Transición, del grupo Jarcha: en libertad y sin ira.

 

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