Libertad sin ira (II)

La Corporación municipal,  en los prolegómenos de la votación de la Constitución,  estaba presidida por el abogado Luis García Gatón (que había accedido al cargo el 2 de febrero de 1974, en sustitución de Gerardo García Crespo). Era aquella, entonces, una Corporación inestable, con la oposición  de algunos ediles a los retos del momento, fundamentalmente urbanísticos. Y azuzada por el afloramiento de demandas sobre carencias ancestrales, de imposible resolución inmediata, protagonizadas por las vigorosas asociaciones vecinales, surgidas, a principios de 1978,  al albur de la democracia. ‘Los Arrieros’, de San Andrés, ‘La Unión’ de Puerta de Rey  y ‘Los Peregrinos’ de Rectivía, habían acordado una acción conjunta, reivindicativa,  a través de una Coordinadora.

El alcalde había sufrido en los meses de febrero y marzo de dicho año un percance en su  salud. Cuando se incorpora de nuevo a la alcaldía las demandas de las asociaciones se acentúan. Mantiene una confrontación con “El Pensamiento Astorgano”, por haber denunciado a un redactor, al que acusa de haberlo injuriado en uno de sus artículos (pleito que en primera instancia se resolverá en contra del columnista). Presenta, cercano agosto, su renuncia al gobernador, que no le es aceptada. Se ha de  reseñar que, al tiempo, era diputado provincial y que la dimisión de otros alcaldes, en sus mismas circunstancias, de la Bañeza, Ponferrada, Villafranca del Bierzo, y otros amagos, ya habían puesto  en riesgo la minoría gobernante de Alianza Popular en la institución provincial. Un nuevo hecho va a incidir en su anhelo de dejar el cargo: la entrevista que a Ángel María Fidalgo le concede, para “La Hora Leonesa”,  el 19 de agosto de 1978.

García Gatón, en “La Hora”, se sincera sobre las grandes dificultades por las que atraviesa su gestión, en la que he recibido “más que zancadillas una falta de colaboración” y “no cuento con el apoyo del pueblo”. “Honradamente, tengo que decir que estoy agotado”, y lo que procedía “cuando empezaron a cambiar las cosas era que nos hubieran relevado inmediatamente”. También da a entender que hay concejales que están en la Corporación, más que por velar por los intereses de la ciudad, por los suyos propios. Y que el asunto que más lo ha quemado es la aprobación del desarrollo del planeamiento urbanístico porque “nos encontramos con una infraestructura que no es suficiente”, y el “sujetarse a normas cuesta trabajo”, “como las normas de la Ley del Suelo”, que “resultan impopulares”. En esa necesidad de regular el urbanismo de la ciudad contaba con las estimables colaboración e impronta de su teniente de alcalde, el profesor Virgilio Pérez (popularmente, don Virgilio).

Por otra parte, se había manifestado la voluntad de poner coto a las abundantes infracciones urbanísticas. Y hay que recordar, como antecedente de la controversia existente en la ciudad, en lo relativo a establecer una normativa de la construcción, la reacción suscitada con anterioridad por la declaración de Astorga como Conjunto Histórico Artístico; ante la inmediata resolución de este expediente, se había celebrado un pleno el 24 de enero, en el que se tomó el acuerdo  de rechazar  las pretensiones del Ministerio de Cultura. En el  BOE del 27 de enero de 1978 saldría publicada dicha declaración patrimonial, ante la que  la Corporación presentará recurso —acompañado de 1300 firmas— que será, finalmente,  desestimado.

Las declaraciones del alcalde  en “La Hora Leonesa” conllevan el que, en la sesión plenaria del 25 de agosto de 1978, en su ausencia y la del primer teniente de alcalde,  cuatro de los siete concejales asistentes (el número de ediles es de 17, pero era frecuente que varios no acudiesen) acordaron, contra él, lo que denominaron “moción de censura”. García Gatón insistirá en su deseo de retirarse de la alcaldía. Una relativa inseguridad late en el ambiente, no solo por los daños a la estatua de Panero, también por destrozos habidos en el Jardín, sucesivos robos, varios en  la calle Pío Gullón, la rotura de cristales de las cabinas telefónicas…; y la “broma pesada”, en momentos de virulencia terrorista, de avisar de la colocación de una bomba en el ayuntamiento, cuando el Pleno estaba reunido en sesión el 25 de  octubre —fechoría que sería repetida después para la Escuela de Maestría—. El paro en la ciudad había crecido hasta llegar a una cifra cercana al millar, con una cobertura de desempleo del 60 %.

Las tres asociaciones vecinales, ante lo que consideran dejación municipal,  solicitarán al gobernador una reunión, que les será concedida el cuatro de noviembre; en la petición le habían sugerido la oportunidad del nombramiento de una Junta Gestora para gestionar el Ayuntamiento. La primera autoridad provincial, en su despacho, les comunica que ha concedido tres meses de permiso, por enfermedad, al alcalde y que visitará en los próximos días la ciudad. La gestión municipal descansará, como alcalde en funciones, en Virgilio Pérez, quien hará ímprobos esfuerzos por la continuidad de los proyectos en marcha.

El gobernador, Luis Cuesta Gimeno, recién en el  cargo, había realizado la visita de cortesía a   la ciudad el 8 de junio.  Esta segunda vez —será  el 10 de noviembre—, lo hará para atemperar la inquietud existente. Mantuvo  encuentros con concejales (también con los del Partido Judicial) y asociaciones. Visitó varios lugares de la ciudad, con problemas de saneamiento, de pavimentación, el antiguo matadero… Y  manifestó el compromiso de la construcción de un nuevo instituto, donde reunir al alumnado de los dos edificios, pues contaba entonces con Sección Delegada; en este edificio de la muralla  estaban  también alojadas nueve aulas de primaria.

Los Arrieros venían demandando una escuela de EGB para San Andrés.  Estaban, en octubre, ya casi acabadas ocho nuevas unidades en el González Álvarez, y la pretensión del director provincial García Gimeno (que se llevará a cabo), era trasladar a las mismas a los niños provisionalmente atendidos en las aulas de la Sección Delegada. Con la construcción de un nuevo instituto quedarían edificios disponibles para aulas de EGB. Tal pretensión provocó una radical oposición de la asociación vecinal, que pedía se diese prioridad a la construcción de sus escuelas.

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