Las guerras de religión

La Historia está llena coacciones escudadas en creencias religiosas

 

En una de aquellas enciclopedias que estudiábamos en las escuelas de nuestros pueblos (años 60), se puede leer como durante 800 años “La Cruz luchó contra la Media Luna”. Era un modo de referirse a la llamada Reconquista definida en alguno de los libros de la época (3º de Bachillerato) como “la lucha religiosa que los cristianos hispano-visigodos sostuvieron, por espacio de ocho siglos, contra los musulmanes”. Por desgracia estos enfrentamientos aún en la actualidad siguen ocurriendo de modo más o menos evidente.

Así las cosas quizá convenga hojear aunque sea muy, muy por encima aquellos viejos libros de nuestra juventud, para comprobar como los enfrentamientos bélicos y las coacciones mas o menos virulentas azuzadas o al menos justificadas por razones religiosas vienen de lejos. Curiosamente las guerras de los pueblos de la antigüedad (griegos, egipcios, romanos,…), no tenían una motivación religiosa muy evidente. Aquellos pueblos creían en una colección amplia de dioses y por ello les era difícil hallar uno por el que mereciese la pena ir a la guerra; pero con la llegada del Cristianismo las cosas cambiaron. Poco tiempo después de la caída del Imperio Romano, el rey hispano-visigodo Leovigildo tuvo serios enfrentamientos con su hijo Hermenegildo en los que había un evidente trasfondo religioso. Las discusiones religiosas giraban en torno a algo que hoy puede parecer de lo mas trivial: la naturaleza de Jesucristo.

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En todo caso el gran impulso de las guerras de religión, “guerras santas contra los infieles” vino de la mano de los musulmanes a partir del siglo VII de nuestra Era. Los cristianos medievales tampoco se quedaron atrás y organizaron varias expediciones militares (las Cruzadas) con el objeto de liberar los Santos Lugares de manos de los musulmanes. El ardor guerrero con la excusa o a causa de las diferencias religiosas continuó en Europa, ya no entre cristianos y musulmanes si no entre los propios cristianos escindidos en diversa ramas (católicos, protestantes, calvinistas, anglicanos,…). La Monarquía Española en su época de esplendor derrochó grandes recursos en guerras de religión. A Felipe II por ejemplo le horrorizaba la idea de gobernar sobre herejes. Esta actitud no encaja muy bien con el apelativo de “Rey Prudente” que figura en algunos libros de historia, pero así son las cosas.

En cualquier caso el descubrimiento de nuevas culturas que curiosamente no conocían la “religión verdadera” y el progreso científico, hicieron que poco a poco en Occidente las guerras de religión se considerasen absurdas. En el siglo XVII, se puso el punto final a ellas (guerra de los Treinta Años). Por otra parte la religión en Occidente se está convirtiendo poco a poco en algo puramente simbólico. La “Santa Inquisición” hace ya muchísimas décadas que dejó de existir y las supuestas verdades absolutas que defendía acudiendo a los métodos mas violentos quedaron en entredicho hace ya muchos años. Hoy día cualquier estudiante de secundaria medianamente espabilado, es capaz de formular serias objeciones a las verdades de fe de las religiones que tenemos mas a mano. Visto desde una perspectiva científica eso de que hay une religión única y verdadera no parece acertado, mas bien cabría decir que todas las religiones tienen elementos útiles y otros que no lo son y punto. Por tanto una guerra emprendida por razones amparadas en la religión (cualquier que esta sea) es totalmente absurda.

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LA SITUACION ACTUAL

Pues bien ante este panorama nos encontramos con gentes de nuestros días que como si estuviesen en plena Edad Media ejercen violencia con la razón (o quizá en el fondo con la excusa) de la religión. Por lo que a nosotros incumbe son algunos extremistas que se declaran musulmanes los que así actúan. En otros casos y sin llegar a ejercer la violencia si adoptan actitudes que resultan curiosas para cualquier observador.

Es bien sabido por ejemplo que las mujeres occidentales al ir a ciertos países musulmanes deben adaptar su vestimenta a las costumbres de esos países; pero si es a la inversa no sucede lo mismo. ¿Por qué en las playas o piscinas de occidente las mujeres musulmanas no visten como las occidentales?. La única razón (por decir algo), es que hay que obedecer antes a las leyes divinas que a las humanas; pero este es un argumento totalmente inconsistente. En este mundo hay que obedecer a las leyes democráticas surgidas de los parlamentos humanos. En otros hipotéticos mundos no sabemos.

Otro asunto no menos curioso lo constituye el hecho de que los musulmanes que emigran de sus países de origen en vez de dirigirse hacia zonas donde no abundan los que ellos llaman infieles, vienen a Occidente. Entiendo que lo hacen porque admiran nuestro nivel de bienestar y nuestra libertad; pero una vez aquí a veces se quejan de que les molestan nuestras prácticas religiosas. Pues entonces que no vengan y punto. Quizá deberían darse cuenta de que nuestra calidad de vida se debe en parte al progreso científico y a que hace tiempo que nos hemos liberado de las ataduras que nos imponía la religión. Hay que estudiar más matemáticas, física, geología, historia, biología,…….. y menos religión. Quizá son ellos quienes deberían adoptar nuestra mentalidad y no a la inversa.

Nada hay de malo en que vengan (mientras se les pueda acoger); pero no es de recibo que lo hagan con la intención de imponer sus usos y costumbres. Una cosa es que nos inviten amablemente a conocer su religión (el saber no ocupa lugar) y otra que nos quieran “comer el coco” con unas ideas que forman parte del mundo de las suposiciones o de la fe que viene a ser lo mismo.

En occidente hace ya muchas décadas que nos libramos de la Inquisición y hoy la religión cristiana en nuestro ámbito no coacciona a nadie. Por ello es asimismo incomprensible que ciertas personas occidentales se burlen o ataquen abiertamente las practicas cristianas (misa, procesiones, rosarios,…) y sin embargo muestren una actitud muy amistosa con otras creencias que son mucho mas intolerantes y fanáticas que las nuestras. Supongo que la única razón es el miedo y no precisamente a los cristianos.

Las practicas cristianas, al margen de la fe de cada uno forman parte de nuestras costumbres y de nuestra cultura; por este motivo han de ser respetadas e incluso protegidas, del mismo modo que se protegen costumbres no religiosas, como los magostos o las fiestas del botillo. Muchas personas van a misa todos los domingos (mientras haya curas en los pueblos), simplemente porque les gusta mantener esa costumbre; pero todas las costumbres tienen un origen y un final y cuando libremente decidamos ponerles punto y final se lo pondremos; pero no por imposiciones surgidas al amparo de ideas basadas en creencias a menudo extremistas.

 

Bembibre 8 de abril de 2.016

Rogelio Meléndez Tercero

 

 

 

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