Las diosas de mi tierra

En el vientre de la mies, se halla la simiente fecunda que sostuvo los vientos, dejándolas acostadas junto al abono del sustento.

Desde que yo recuerdo, siendo incapaz de olvidar, la conciencia se me acomoda en aquel Feije sobre las costillas de la señora María, su espalda se moldea al caminar, con el arte del baile, cuando hay faena. Temprano, ya arrastró el caldero del cerdo, y vacíó los caldos, sobre aquel comedero de piedra verdosa y gris, echando unas jarras de harina, que parecen danzar sobre los focicos del marrano.

Tranca bien la puerta de la pocilga ,y sortea los barros y charcos , hasta la cuadra de las vacas.

Hace frío, mucho , el hielo aún no despertó .Bajo su falda, se guardan las medias estiradas hasta la rodilla, y sobre ellas , se enrosca la lana desilachada que oculta las ligas negras , apretando su piel blanca , como una zarza enredada entre las carnes.

Recuerdo a Josefa , que este año trae otro, siete en total ,y espero tenga buen parto y salud, porque los tiempos son poco buenos pa el hambre ,y ella ,anda medio seca .

Pero los años siguientes no fueron mejores , Josefa parió catorce , viven todos .

Y de todos ,la mitad, andan a medio comer . El resto ,quedaron colocados como pastores en algún pueblo vecino , a cambio de cama y alimento.

Pero el rezo no falta pa ellos, Josefa los piensa en el rosario ,incluso alguna vez marcha caminando a verlos y les lleva algún chapín .

El niño de Benita , el cuarto de seis, lo llevo el sacerdote al hospicio , pa procurarle otros destinos , de tal forma, que nunca se volvió a saber de él.

A buen seguro cayo en buena familia, como otros que venían al pueblo de la misma forma y del mismo lugar a donde lo llevaron a él, y ya luego, los designios se encargan de procurar porvenires en tiempos oscuros.

Y con todo lo que Dios mande ,o sin él, hicieron surcos donde sembrar ,aunque fueran penas y grandes necesidades , soportaron ese silencio del yugo que pesa.

Cosieron el vacío del alma pa aguantar el camino y los días, ataron el carro desbocado de las tormentas , guiaron las siembras escasas hasta el final, se arrimaron a la vela encendida pa que no falte luz.

Y en los amaneceres tardíos se consuela el tiempo , como en las guerras ,con los  que faltan, esperan calladas , por si se oyen los carros volver .

Pero será eterna su estampa y sus templos ,si alguien merece la tierra son ellas ,las Diosas de mi tierra.

A LAS MUJERES DE MI TIERRA

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