Cacabelos ha tenido el acierto de poner en valor el acontecimiento histórico de la conocida como “Batalla de Cacabelos”. Fue un episodio muy destacado de la retirada de Moore. Sir John Moore fue un General escocés considerado como el mejor del Ejército británico en su momento. A finales de 1808 y comienzos de 1809 se encontraba al frente de un Ejército en retirada a su paso por el Bierzo.
Tras él, otro personaje histórico que marcó un periodo de la Historia europea. El Emperador Napoleón. Trabajador, de hecho, hoy no dudarían de calificarlo como hiperactivo. Apenas dormía y ponía locos a sus secretarios pues no paraba de dictarles cartas a cualquier hora del día y de la noche.
Las cartas eran un medio fundamental de comunicación entre los ejércitos de la época y una forma vital de transmitir las órdenes. Desde esta perspectiva constituyen una importante fuente de investigación para entender los acontecimientos.
Napoleón no cesaba de escribir cartas a medida que perseguía a Moore. Se ha escrito mucho sobre la retirada de Moore desde la perspectiva británica, de hecho son los británicos quienes más han estudiado este tema, aunque no es uno de sus favoritos pues siempre han considerado este episodio de los que ellos denominan “Guerra Peninsular” como una derrota.
Las cartas de Napoleón nos permiten tener una visión más amplia sobre lo sucedido. Podemos a través de ellas analizar la personalidad del Emperador y conocer porqué los franceses actuaban tal y como lo hacían.
El 13 de noviembre de 1808, Napoleón le dirigía una carta al General Bessiéres, Comandante de la Reserva de la caballería con base en Burgos, ordenándole que interceptara el correo del General español Blake. El día 16 del mismo mes le escribía al General Durosnel para que realizara labores de inteligencia y averiguara “Que se dice de nuevo en Santo Domingo de la Calzada”. Estas dos cartas ponen de manifiesto la importancia del correo como medio para elaborar el denominado “ciclo de inteligencia”, que resumidamente supone obtener información y evaluarla.
Desde Tordesillas, escribía el 27 de diciembre a su hermano José diciéndole que: “Si los ingleses no se han batido ya en retirada, están perdidos; y si se retiran, serán perseguidos hasta su embarque, de manera que la mitad ciertamente no se reembarcará”. No andaba muy desencaminado Napoleón tal y como luego discurrieron los acontecimientos. No debemos olvidar que era artillero y por lo tanto gozaba de un don especial para la precisión.
Pero, el Emperador tenía tiempo para abordar los más variados asuntos en sus cartas. Entre órdenes militares también le escribía a la Emperatriz para recordarle su amor. Si bien es cierto que también a ella la hacía partícipe de sus éxitos bélicos. En este sentido le escribió una carta desde Benavente el 31 de diciembre de 1808 comunicándole que: “Estoy persiguiendo ingleses desde hace algunos días, pero huyen despavoridos. Han abandonado cobardemente los restos del Ejército de La Romana para no retardar más su retirada”.
La idea que Napoleón tenía de los británicos en retirada no era excesivamente positiva. Los acusaba de traicionar a sus aliados españoles y sembrar el terror en su retirada por los pueblos y villas que pasaban. Respecto de la conducta cruel con el pueblo español era lo que exactamente afirmaban los británicos respecto de los franceses. En el medio, el siempre sufrido pueblo español y un Ejército patrio desangrándose para proteger la retirada inglesa. Esos españolitos si que tenían lo que hay que tener. Sin armas, comida, ropa ni calzado, se enfrentaron una y otra vez a Napoleón hasta el punto de desesperarlo.
No se le puede negar a Napoleón el hecho de que era un hombre culto. Además de cartas militares, amorosas, tenía tiempo para leer. Así le escribió a su ministro de policía Fouché desde Benavente el 31 de diciembre de 1808: “He leído con interés las Historia del reinado de Luís XV, por Lacretelle. Me ha parecido, en general, bien escrita y hecha con buen espíritu”. Militar, político y culto, una mente brillante pero demasiado ambiciosa. Pensaba muy rápido y sus secretarios no eran capaces de seguirle el ritmo del dictado. Cuando escribía personalmente las cartas, su letra resultaba casi ilegible dada la velocidad con la que las redactaba.
El 1 de enero de 1809 le escribe de nuevo a Fouché para ordenarle que publique en los periódicos la victoria sobre los Ejércitos españoles, que se hagan caricaturas, canciones y villancicos para que lo conozca todo el mundo. Napoleón era un entusiasta de la propaganda. Entendía que las victorias no servían para nada si no se sacaba beneficio de ellas.
Son muchas las cartas que Napoleón escribió en su persecución tras los Ejércitos británicos y españoles a su paso por nuestras tierras. Cuando llegó a Astorga tuvo que regresar a París precipitadamente para conjurar una conspiración. En su camino de vuelta no cesó de impartir instrucciones mediante cartas a sus generales para dar caza al enemigo.
Los hechos históricos ahí están, el Bierzo fue escenario de los acontecimientos más importantes de aquel momento. Lo que ocurrió en Cacabelos forma parte destacada de la historia militar de la Guerra de la Independencia. Se debe gratitud a todos los que han hecho posible desde el primer día los actos recordando la Batalla de Cacabelos. Contamos además con uno de los mejores especialistas en la Guerra de la Independencia, respetado y querido más allá de nuestras fronteras como he tenido ocasión de comprobar personalmente. Arsenio García Fuertes es un historiador dotado de un gran sentido del deber y amor patrio al estilo de los soldados del General “De La Romana”, que siempre está apoyando este tipo de recreaciones históricas.