Larguísima campaña electoral

 

 

La clase política entra en ebullición por no decir excitación. Y así hasta la próxima primavera. La convocatoria de elecciones autonómicas en Andalucía para el próximo 2 de diciembre inaugura una larguísima campaña electoral que debería concluir en el mes de mayo del próximo año con las elecciones europeas, autonómicas y municipales y eso, si entre medias, no se anticipan las elecciones generales o las catalanas, que todo puede pasar. Un clima perfecto para la tormenta electoral perfecta. Los políticos en movimiento constante, con la máquina de fabricar sueños y promesas en plena producción. Qué pesadilla para el ciudadano de bien y con las ideas claras.

No crean que lo que pase en Andalucía no afectará a los leoneses, al contrario. Del resultado andaluz dependerá la el futuro a corto y medio plazo de la política nacional, eso sí, si antes se da una respuesta a los presupuestos generales del Estado y, sobre todo, a la crisis catalana. Demasiadas incertidumbres abiertas, de cuya solución dependerá la continuidad o no del bipartidismo imperfecto, que ha caracterizado el mapa político español en los últimos cuarenta años. Es curioso, pero la continuidad de Pedro Sánchez dependerá del buen resultado de su íntima enemiga Susana Díaz. Y qué decir del PP, primera reválida para Casado, eso sí en territorio hostil. Los bisagras Ciudadanos y Podemos se juegan su futuro, o crecen o van a tener muy difícil explicar el fracaso de las enormes expectativas levantadas. Por todo ello, Andalucía se convierte en un auténtico laboratorio electoral.

De Vox es pronto para analizar, aunque viejas glorias de la derecha leonesa ya no ocultan su satisfacción por el espectáculo de este fin de semana en Madrid. Ojalá que este tipo de partidos políticos xenófobos no echen raíces en tierras leonesas. La tendencia a la desobediencia institucional ya es evidente en Italia, Gran Bretaña, Polonia, en varios países del Este y en regiones españolas como Cataluña, una tendencia en expansión claramente desestabilizadora y muy peligrosa.

Esta olla política a presión afectará a las aparentes tranquilas aguas leonesas porque, entre otras razones, los partidos deben ir eligiendo o designando los candidatos a las elecciones municipales y autonómicas. En este sentido, hay más que expectación sobre las consecuencias de la Operación Enredadera en la confección de esas listas, sobre todo en el PP y en Ciudadanos. La gran incógnita se centra en el Ayuntamiento de León y en las listas leonesas a las Cortes autonómicas y, ojo, al Congreso de los Diputados cuando toque. La designación de candidatos en el seno del PP siempre se ha regido por un pacto de repartos en base a un equilibrio no escrito. ¿Respetará el nuevo presidente regional del PP, Mañueco, ese equilibrio en las candidaturas leonesas? Lo más seguro es que no, aunque algunos de los afectados, como son los casos de Aznar o Fernández exhiban un certificado de histórica amistad e incluso complicidad con el ahora líder regional de Salamanca.

El único que ha jugado bien sus cartas, encastillado en un torreón renacentista del Palacio de los Guzmanes, es el presidente del PP leonés y de la Diputación, Juan Martínez Majo, quien además acaba de alardear de un éxito político indudable: dejar a cero la histórica deuda de la Diputación. Nadie le va a hacer sombra en su intención de repetir como presidente de la Diputación, pero, ojo, se trata de una elección indirecta, por lo que antes el PP debe garantizarse la victoria electoral en comarcas decisivas como El Bierzo o el Alfoz de la capital. Uf.

 

 

 

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