La utilización del feminismo

Cuando todavía quedan meses para la nueva temporada de ‘Juego de Tronos’ y ‘El Cuento de la Criada’ y no es suficiente ‘The Big Bang Theory’ para llenar mi vacío existencial de series anoche empecé a ver una “nueva” para mí, por aquello de probar. Brujuleando por la red di con ‘Clique’. El nombre se refiere a un grupo pequeño y exclusivo de personas que comparten algún interés en común. Pues bien, la trama se basa en la historia de Holly y Georgia, dos jóvenes de 19 años que son amigas desde los 11 y que se van juntas a la universidad, en la ciudad escocesa de Edimburgo.

En el primer capítulo, se introduce la vida de dos jóvenes cualquiera que empiezan a probar las mieles de la libertad que proporciona la edad adulta y que tampoco exige un esfuerzo desmesurado más allá de ir a clase después de las juergas universitarias colmadas de sexo, alcohol y drogas. Durante una de esas clases, una profesora, Jude McDermid, realiza un provocador discurso “feminista” en el que responsabiliza a las mujeres jóvenes por ser víctimas de la autocompasión y sentirse siempre ofendidas por la desigualdad, sin luchar para romper la brecha de género. Justo en ese momento algo hizo clic en mi mente.

Los comentarios a favor y en contra del feminismo son cotidianos, en cualquier conversación de café. La sociedad se posiciona y en numerosos casos lo hace sin tener un concepto claro de qué es el feminismo. Partiendo de que el movimiento en sí busca la igualdad entre géneros, no entiendo que absolutamente nadie pueda estar en contra. Todos somos personas y por tanto tenemos los mismos derechos y obligaciones. Bien es cierto que las últimas oleadas de feminismo han despertado muchas conciencias dormidas y a su vez han podido favorecer la proliferación de un sector más duro dentro del feminismo, que en realidad siempre había existido. La sensibilidad de cada mujer o individuo es diferente y por ello cualquier persona puede sentirse ofendida en distinto grado ante situaciones similares. Eso también ocurre en el caso de las mujeres y de reclamar igualdad.

La autocompasión no suele llevar a ninguna parte pero sí es lícito desde mi punto de vista sentirse ofendida por la desigualdad palpable entre géneros, que además se acentúa sobremanera en la juventud. Ahí entra la lucha de género de la actualidad, las protestas y manifestaciones, y el intento de romper la brecha existente saliendo a la calle a gritar tus ideas.

Claro, a medida que fue avanzando la serie hasta su ecuador, sin que todavía la halla acabado, me fui quedando perpleja. La herramienta de acción de lucha feminista para la profesora es un prestigioso y exclusivo programa de prácticas empresariales de alto nivel para que chicas jóvenes y ambiciosas, y atractivas e influenciables, demuestren que pueden hacerlo igual de bien que los hombres. Las jóvenes que conforman ese clique se mueven en un entorno de glamour y un espacio para desarrollar la ambición que seduce a las alumnas, que terminan envueltas en una espiral autodestructiva y ofensiva, haciendo ver a las mujeres como objetos sexuales que consiguen medrar acostándose con sus superiores varones.

Si esa es la imagen que se da del feminismo en según qué productos de consumo audiovisual enfocado a gente joven, ¿cuál puede ser el resultado? Una imagen absolutamente distorsionada del movimiento. No es la primera serie o película que vende un feminismo ridiculizado, ni será la última. En el fondo es la utilización de una doctrina como paraguas para dejar que los espectadores se empapen de todo lo contrario, estereotipos repetidos hasta la saciedad y que siguen calando. Me preocupa exactamente por esto último porque esos mensajes calan en la sociedad y polarizan la opinión pública hasta tal punto de que las mujeres estamos divididas en dos grupos: o feminazis ofendidas hasta por el aire que nos roza al caminar o las tontitas de las que se suelen aprovechar los demás para que creamos que podemos llegar a algo en la vida porque nos ayudan.

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