La UNED, otra víctima más

Muchos de los problemas que viene lastrando España desde hace décadas, por no decir siglos, proceden de la inexistencia de planes de educación y de enseñanza coherentes y a largo plazo. En España la enseñanza obligatoria se impone más de cien años después que en Francia y en otros países europeos. Es en el siglo XIX cuando se consolidan en la conciencia colectiva, gracias a la educación y a la enseñanza universal, conceptos como patria, Estado y, en definitiva, el orgullo de pertenencia de un territorio y a una colectividad. En nuestro país, esos planes no se universalizaron hasta bien entrado el siglo XX y el analfabetismo –en todos los sentidos- fue una lacra hasta entonces. Y de ahí se derivan muchos de los problemas estructurales que se mantienen vivos en España.

Este vacío sigue siendo una asignatura pendiente del actual sistema democrático nacido de la Constitución de 1978. ¿Cuántos planes de educación ha habido en los últimos 35 años? Sin duda, tantos como gobiernos centrales se han sucedido desde entonces, multiplicados por diecisiete, es decir por cada una de las autonomías que deben adaptar a su peculiaridad la norma estatal.

Y muchas veces no sólo se trata de dar coherencia a los planes educativos y de compartir unos planes, estructuras y niveles coherentes mínimos de enseñanza en todo el territorio del Estado, no; es que a veces fallan los medios materiales y humanos. Puede parecer una anécdota, pero ahí está la denuncia, por ejemplo, de los profesores del centro de la Universidad Nacional a Distancia (UNED) de Ponferrada de que llevan sin cobrar sus clases desde enero. Este centro tiene más de tres mil alumnos y para muchos de ellos este tipo de estudios es la única forma viable para progresar en su formación, ya sea porque trabajan, son amas de casa o tienen ya una edad que no les permite acudir a la enseñanza reglada.

El centro de la UNED de Ponferrada padece una grave crisis económica porque ha perdido gran parte de sus patrocinadores, la mayoría instituciones públicas. La Diputación aún no ha aprobado el convenio de colaboración, como si no supiera de su existencia desde hace años; el Ayuntamiento de Ponferrada paga cómo cuando y como puede; y el resto de los ayuntamientos de El Bierzo prefieren atender otras prioridades que afrontar el compromiso que suscribieron hace años. En definitiva, la UNED se mantiene viva por una única razón: por el compromiso de sus profesores, que, aún sin cobrar, cumplen con su responsabilidad y acuden a clase, a las tutorías o los seminarios. Son profesores que tienen una dedicación parcial con la UNED, lo que les otorga aún mayor valor al dedicar gran parte de su tiempo en horario extraescolar a esta nueva responsabilidad.

Habrá quien piense que la educación a distancia es de segunda categoría y que es una especie de hobby, de pasar el rato para muchos adultos o de aprobar fácilmente una carrera universitaria. Supuestos todos ellos muy lejanos de la realidad. España necesita recuperar el tiempo perdido y ganar competitividad mediante la formación, y ahí la UNED cumple una misión impagable.

La crisis de la construcción o de la minería del carbón, por poner dos ejemplos muy bercianos y leoneses, expulsó a muchos jóvenes del mercado laboral y ahora cuando intentan regresar se encuentran que no tienen la formación adecuada. Hay varias alternativas de éxito para dar una respuesta a esta demanda y la UNED es una de ellas, por eso las instituciones públicas no pueden consentir por más tiempo esta especie de agonía de la educación a distancia.