David García. Una de estas preguntas que siempre se ha realizado el ser humano es: ¿de donde venimos?, esta es una de las cuestiones fundamentales.
El ser humano siempre ha buscado respuestas a esta y a otras preguntas que se han planteado desde diferentes formas de pensamiento como pueden ser las religiosas, filosóficas y también científicas.
La ciencia busca respuestas en base a un método denominado “el método científico”, que consiste en la observación sistemática, la medición, la experimentación, la formulación, el análisis y la modificación de las hipótesis y se basa en la repetición y en la refutación. Esto quiere decir que un experimento cualquiera y su resultado puede repetirse de nuevo por otra persona diferente a la que realizó el primer experimento y en que una teoría dada puede ser refutada (cuando una teoría no puede ser desmontada se entiende que esta teoría es provisionalmente válida (hasta que una nueva teoría la complemente o sustituya).
En base a este método, la teoría más aceptada dentro del conocimiento científico para el origen del universo dice que éste ha partido de un punto de dimensiones muy pequeñas que se encontraba a unas temperaturas y presiones inimaginables y que en un momento dado (no se sabe porqué) comenzó a expandirse dando lugar al universo conocido. Este punto en el origen se conoce como una “singularidad”, esto quiere decir en términos sencillos que la ciencia no tiene aún una respuesta para este momento dado.
Al principio de la expansión la temperatura era tan enorme que ni siquiera existían los átomos (no había materia como la conocemos hoy en día), solo existía lo que en ciencia se conoce como “plasma”, que es una forma de materia compuesta por quarks y gluones1.
Para entendernos todos, podríamos decir que al principio era todo como un gas que poco a poco se fue enfriando y condensando en la materia que hoy en día conocemos.
El Universo siguió expandiéndose y enfriándose de forma exponencial (conocido como “inflación cósmica”), lo que dio lugar a la formación de las cuatro fuerzas fundamentales; las fuerzas nuclear fuerte y débil, la fuerza electromagnética y la fuerza de la gravedad; y a que esos quarks se unieran para dar lugar a los protones y neutrones iniciando así una fase de formación de los primeros átomos del universo. El Hidrógeno y el Helio fueron los primeros en formarse, también algo de Litio y muy poquito Berilio.
Estos nuevos átomos, interactuando ahora con las fuerzas fundamentales recién creadas, fueron atraídos entre sí y comenzaron a formar nubes de polvo y gas, estrellas y galaxias (además de otras estructuras astronómicas).
Hasta aquí y de manera muy (muy) simplificada he tratado de explicar más o menos lo que se podría llegar a entender como la formación del universo, pero aún nos queda un poquito más para explicar este enorme misterio que nos rodea y da forma.
Según esta teoría, el universo se estaría enfriando y expandiendo hasta que fuera poco a poco perdiendo la velocidad que le cedió la “explosión” inicial y se quedase frío e inerte, pero parece que esto no es lo que está sucediendo…
Los científicos que estudian la materia y el universo han descubierto hace pocas décadas que toda esta materia y energía de la que hemos hablado hasta ahora solo representa el 5% del mismo. El resto está compuesto de materia y energía que a día de hoy no somos capaces de ver ni medir. ¿Y como sabemos que existe?, porque al estudiar las velocidades de desplazamiento de las galaxias se han dado cuenta que estas giran de manera diferente a las predicciones realizadas mediante cálculos que han elaborado en base a la materia que ven; por lo que debe haber algo que las esté haciendo moverse de esa manera “anómala”. A este algo se le ha llamado materia y energía oscuras. Ambas forman el 95% del universo conocido y están provocando que el universo en vez de frenarse (lo lógicamente esperado después de la “gran explosión”) se acelere en algunas zonas.
Trataremos de explicar de manera simplificada este y otros fenómenos en el próximo capítulo.
1Los quarks son las partículas que forman a los protones y a los neutrones, que a su vez forman el núcleo de los átomos. Y los gluones son las partículas portadoras de una de las cuatro fuerzas elementales del Universo; que son: las fuerzas nuclear fuerte y débil, la fuerza electromagnética y la fuerza de la gravedad. Los gluones son las partículas responsables de la interacción nuclear fuerte.