Cuando a Astorga no había llegado el turismo, cuando los museos, las rutas y visitas turísticas no eran todavía una seña de identidad de la ciudad, la bimilenaria vivía de las fábricas que tenía. Pequeñas empresas que, gracias a la llegada del ferrocarril a la ciudad, se trasladaron desde el centro al que ahora es el Barrio Puerta de Rey, un polígono industrial urbano que dio vida a nuevas zonas dentro de la ciudad. De entre estas, destaca una “fábrica modelo” construida a finales del siglo XIX por el industrial astorgano José Gómez Murias: La Rosario.
Muchos empresarios decidieron emprender en Astorga la aventura fabril que marcó la historia desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Con el paso de las décadas, los avances tecnológicos y la llegada de nuevas demandas, se han perdido en el tiempo y en el espacio todos aquellos suntuosos edificios que dieron a la ciudad un nuevo aspecto. La misma llegada del arquitecto catalán Antonio Gaudí a Astorga hizo que muchos burgueses quisieran tener edificios de aires modernistas, esos propietarios de fábricas que eran los que tenían el dinero y que descubrieron en la arquitectura industrial un nuevo futuro.
Es precisamente esto lo que aglutinaron las industrias La Santa Teresa y La Rosario, un ejemplo arquitectónico que se conserva en perfecto estado, excepto por el desgaste del abandono y del propio paso del tiempo. Caserones que hoy se conservan como el de Magín Rubio que alberga el Museo del Chocolate o la Casa Granel que evidencian una interesante parte de la historia de Astorga que quizá, eclipsada por otras épocas más remotas, ha quedado en un segundo plano, pero no por ello restan importancia a la llegada de la burguesía industrial a la ciudad.
El ayuntamiento de Astorga adquirió este complejo fabril en 2010 y en la actualidad el equipo de Gobierno busca devolverle el esplendor de antaño con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). En su interior, el complejo industrial conserva en perfecto estado las máquinas utilizadas no solo para la fabricación de harinas, aunque este producto es el que ha dado el nombre como ahora se conoce, sino también derivados de este producto industrial.
Historia
José Gómez Murias trató de construir en la ciudad una fábrica modelo que aglutinase distintas producciones con la mayor calidad, cuidando también la estética del edificio. Nació así La Santa Teresa, edificio situado en las inmediaciones del ferrocarril, tal como se puede ver en un cartel publicitario de la época y conservado hoy en el Museo del Chocolate. La llegada del ferrocarril y las posibilidades que este ofrecía hicieron posible la proliferación de la producción fabril en Astorga.
La Santa Teresa se mantuvo desde 1887 hasta 1931, momento en que adquirió el complejo la familia Benito Herrero y la renombró como La Rosario hasta la fecha de su cierre definitivo en 2001. José Gómez Murias mandó levantar una fábrica cómoda, salubre e iluminada. Tal era su categoría que incluyó espacios ajardinados con plantas exóticas en el exterior del edificio.
Según la documentación gráfica conservada, los edificios industriales tienen al menos un siglo de vida y la última reforma importante se practicó en el año 1912 para instalar la fábrica de harinas por el acreditado sistema suizo Daverio, que ofrecía los últimos avances de la industria. La fábrica no fue solo un ejemplo del patrimonio industrial, sino que tenía su propio laboratorio en el que se investigaban especies de grano para escoger las propias semillas y sembrar.
Perfecta conservación
En el edificio de La Rosario, hecho en ladrillo, material por excelencia de la época industrial, así como el hierro, la maquinaria de la época se ha conservado intacta hasta nuestros días. En el interior se conservan las máquinas originales y las herramientas como tubos de ensayo, balanzas de precisión y botiquines, reiminiscencia del laboratorio que albergaba el complejo fabril. Todo ello parte de un conjunto excepcional de patrimonio industrial dentro de la provincia de León.
Una de las mayores rarezas es la conservación del archivo empresarial de la familia Benito Herrero, propietaria de La Rosario, que supone un importantísimo fondo documental para el estudio de la manufactura comercial no solo de Astorga, sino de la España de mediados del siglo XX. En la actualidad, y con un poco de cariño, la maquinaria dentro del edificio es susceptible de volver a ponerse en marcha, no quizá como un romántico pensaría, con el fin de volver a abrir las puertas a esta fábrica modelo, sino quizá como una muestra activa del patrimonio industrial que se conserva en la ciudad. Una de las ideas propuestas por la concejalía de Urbanismo de Manuel Ortiz, si llegado el caso pudiera abrirse como un complejo para atraer un turismo diferente a la ciudad.
Originalidad
La harinera La Rosario es un edificio único compuesto por oficinas, almacenes, viviendas y patios que muestran la excepcional construcción de la harinera. Un conjunto admirable de patrimonio industrial que recuerda la importancia de Astorga en producciones agroalimentarias de calidad.
Producción agroalimentaria
Frente a la estación de ferrocarril nos encontramos con un complejo fabril que corresponde a las industrias La Santa Teresa y La Rosario, un mismo edificio que desde 1887 albergó la propiedad de la familia Gómez Murias hasta 1931 y que a continuación heredó la familia Benito Herrero. Aunque a día de hoy se conoce como harinera La Rosario, en su día albergó todo tipo de producción: chocolates, mantecadas, pastas para sopa, cerería, cafés tostados y hasta almacén de coloniales.
Del esmero puesto en sus productos, queda la evidencia en los numerosos galardones obtenidos en certámenes internacionales, así como la belleza de los embalajes y envoltorios que se conservan a día de hoy y que fueron trasladados a los almacenes del Museo del Chocolate donde esperan, una vez más, salir a la luz pública y que la gente comprenda que Astorga fue a principios del siglo XX una gran ciudad industrial con un futuro brillante delante de sí.
El paso del tiempo han causado algunos estragos en el edificio que, por la falta de uso en las últimas dos décadas han pasado factura a pesar de que el Ayuntamiento ha tratado de mantenerlo en el mejor estado posible, pero el deterioro se hace evidente con el paso de los años. Desde la concejalía de Urbanismo se está tratado de poner el foco sobre este importante complejo fabril. ¿Volverá La Rosario a abrir sus puertas en el futuro?