La Residencia San Francisco de Asís, hogar de personas en Astorga

(Crónica de otra perspectiva razonable a raíz del artículo publicado el 08 de mayo en el periódico digital Astorga Redacción titulado “La Residencia San Francisco de Asís, zona cero del coronavirus en Astorga”)

 

El día 29 de abril mi madre superó el coronavirus y fue dada de alta del hospital en que se encontraba para regresar a la Residencia San Francisco de Asís en Astorga; sí, a ese mismo lugar al que usted llama zona cero como sinónimo de destrucción. Mi madre es una de esas cinco personas que están aisladas según reza su artículo, aunque con la salvedad (o desinformación) de que carece de síntomas de coronavirus ya que, como otras que la acompañan en esa misma zona, lo ha superado con éxito. Ese mismo día, me refiero al 29 de abril, respiré de alivio al saber que mi madre volvía a esa Residencia; y no sólo porque era una campeona, sino porque sé cómo la tratan, cómo la cuidan, cómo la miman,… Sí, curiosamente, ese lugar al que usted ha demonizado desde fuera es el mismo al que yo y mi hermana amamos porque hemos estado dentro.

 

Mi madre estuvo doce días ingresada en el Hospital Monte San Isidro por el coronavirus. Ella tiene alzheimer, a mí no me reconoce y no sé (y eso me mata) si me recuerda. No me quiero ni imaginar lo que es estar esos doce días sola, sintiendo todo a su alrededor como extraño. Ella que cada día recibía una mirada de cariño en ese lugar del que usted no puede afirmar conocer. Ella que veía cómo sonreían al hablarle mientras con amor le daban de comer. Ella que sentía esos pasillos, esa habitación, esa iglesia, esa sala, esas personas como su hogar,… ella estuvo doce días sola, sola.

 

Yo he visto (por video llamada) llorar a esas “reverendas” (qué poca elegancia) el día que mi madre era conducida a la ambulancia camino del hospital. Lloraba yo, lloraba mi hermana,… y lloraba una religiosa por mi madre. ¿Sabe lo que eso significa? ¿Sabe lo agradecido que estamos por comprobar los sentimientos que esas personas tienen para con los residentes? Y ahora viene usted a tildar a las mismas casi de criminales. Como si hubiera que demonizar a todos los que se han contagiado o conviven con ellos. Ojo, y claro que se pueden poner muchos medios para evitarlo, pero esto es una lotería, una cruel lotería. El día 11 de marzo esa Residencia cerró sus puertas a los visitantes para confinarse, para guardarse del contagio sabedoras de la gravedad. Una de las primeras personas con síntomas fue mi madre en torno al 9 de abril. Es por ello por lo que se puede prever que el virus tuvo que entrar después de estar cerrada la Residencia a las visitas. Pero, ¿vamos a buscar a quién lo introdujo para castigarlo? No. Todos sabemos que en el trato/contacto con ancianos, muchos de ellos dependientes, es casi imposible que en algún momento no pueda haber una situación de riesgo/contagio. Y eso en una residencia de ancianos es como una bomba de relojería. Es muy fácil (y a lo mejor muy periodístico) culpar antes del juicio, valorar antes de conocer, y ejercer de verdad escondiendo las fuentes. Pero debe usted saber que está hablando de un lugar donde viven personas (aunque muchas estén contagiadas), y sí, donde han muerto personas (entre ellas una tía mía), donde trabajan personas (más de veinte puestos de trabajo), donde rezan personas (yo las llamo religiosas, quizás porque las respeto)… Un lugar donde ahora mismo se sufre. Un lugar y unas gentes que lo que necesitan es ayuda y no estigmatizarlas. Una ayuda que (por cierto sus fuentes deben estar algo secas) en varias ocasiones han suplicado a las administraciones. ¿Sabe usted cuál fue la primera reacción que tuvimos al conocer el positivo de mi madre? Pues fue la de ponernos a disposición de la Residencia para lo que hiciera falta. Estoy convencido de que usted a lo mejor si lo llega a haber sabido se hubiera frotado las manos con el titular. Por cierto, le voy a dar uno: el día 15 de abril le hicieron el test a todos los residentes, y todos dieron negativo, a excepción de una trabajadora. El siguiente test que le hicieron a mi madre ya fue en el hospital de León, dos días después, y por supuesto, dio positivo.

 

No es momento de juzgar. No es momento de instar a denunciar. No es el  momento de su titular, lo lamento. Ahora es el momento de estar juntos, de ofrecer toda la ayuda posible para que en la Residencia San Francisco puedan volver a cantar, puedan volver a besar, puedan volver abrazarse familias, usuarios, trabajadoras y religiosas. Por ellos, por mi madre, por Astorga, por un mundo mejor… Lamento defraudarla, ya que usted desea que los familiares denunciemos. Sin embargo, yo sí que lo voy a hacer. Por eso he redactado estas torpes palabras, para denunciar,… para denunciar artículos como el que escribió el día 08 de mayo, porque NO AYUDAN. Se lo digo de verdad. Es una lástima que su periódico, y hablo sólo en este caso concreto, no esté ayudando en esta situación tan crucial para todos, tan dramática para algunos. No es bueno para Astorga lo que ha escrito, la forma en que lo ha escrito, y supongo que el fin por el que lo ha escrito. Lamento decirle que La Residencia San Francisco de Asís no es el lugar que usted ha descrito con su artículo; no es un lugar de destrucción, es el hogar de mi madre, no lo olvide,  no es la zona cero,… es un HOGAR.

Óscar López Mendaña

 

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