J.L. Robledo La expansión de la producción de cannabis, la droga ilegal más consumida en España y en la UE, es una realidad que ha puesto en alerta a la propia Europol, que en informes recientes sobre crimen organizado prevé un incremento de las plantaciones de marihuana. La principal razón de esta proliferación es la alta rentabilidad que se está logrando con las denominadas plantaciones ‘indoor’, con las que se llegan a conseguir hasta cinco cosechas y que, según confirmaron fuentes policiales a la Agencia Ical, está provocando que cada vez sean más los narcos asentados en la Comunidad se pasen a este cultivo.
La prolifieración de este tipo de instalaciones tiene su reflejo en el número de plantas de marihuana incautadas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que en Castilla y León se ha multiplicado por cuatro desde el año 2014, al pasar de las 3.564 a las 13.465 decomisadas el pasado año. Es un incremento superior a la media nacional, donde la cantidad de plantas se ha triplicado en este periodo y en 2018 se rozaron las 800.000.
El jefe del Grupo de Estupefacientes de la Comisaría Provincial de Valladolid, el inspector Luis Fernández, explica que la posibilidad de controlar todo el proceso, desde el propio cultivo hasta la distribución, unido a la alta rentabilidad y a una menor responsabilidad penal, ha llevado a que algunos “históricos narcos” abandonen el tráfico de la cocaína y otras sustancias para centrarse en la producción y distribución del cannabis.
Por su parte, el jefe de Operaciones de la Comandancia de la Guardia Civil, el teniente coronel Javier Peña, argumentó que detrás de la proliferación de este tipo de plantaciones ‘indor’ también se encuentra la presión policial ejercida contra los cultivadores al aire libre gracias a la ‘Operación Miller’, dispositivo puesto en marcha hace años a nivel nacional y que gracias al trabajo de los helicópteros permite detectar numerosas plantaciones.
Peña resaltó que en la profesionalización de este cultivo está generando “auténticos maestros” que mediante la utilización de técnicas de selección genética han logrado plantas de crecimiento rápido, con producciones de hasta 20 kilos y con un alto contenido en THC -tetrahidrocannabinol-, principal constituyente psicoactivo del cannabis-, y con las que logran entre cuatro y cinco cosechas en un año.
En cultivos ‘indoor’ se suelen utilizar segundas viviendas acondicionadas y ubicadas fuera de las grandes ciudades y urbanizaciones aisladas que previamente han sido modificadas en su interior. Se dividen en dos zonas, una para el cultivo y el crecimiento de las plantas y la otra para el secado de la marihuana. Además, se caracterizan por un consumo eléctrico excesivo debido a la potente instalación eléctrica que necesita toda la climatización que se requiere para un rápido crecimiento de las plantas. Se instalan numerosos aparatos de aire acondicionado, humidificadores, ventiladores en el suelo, en techos y en paredes, e incluso filtros de carbono para tratar de evitar los fuertes olores que desprende este cultivo.
Pero de segundas viviendas, los cultivos ‘indoor’ están saltando a naves industriales o invernaderos, como los descubiertos en Medina del Campo (Valladolid) dentro de la ‘Operación Aceitera’, donde con ayuda de un helicóptero la Guardia Civil localizó dos invernaderos de la misma familia en los que se intervienen 1897 plantas, o la ‘operación Santosmuva’, realizada en junio de este mismo año y que sirvió para desmantelar en Mucientes (Valladolid) una plantación con 1.300 plantas de marihuana en fase final de maduración.
Grupos jerarquizados
Javier Peña también explicó que, con carácter general, se trata de grupos criminales con una estructura jerárquica muy definida, con gran movilidad, fuertes medidas de seguridad y roles muy bien definidos, lo que provoca que, en algunos casos, sea muy complejo poder llegar hasta los principales responsables y demostrar ante la justicia su implicación.
No obstante, Peña apuntó que aunque la condena a cultivador de marihuana puede llegar hasta los dos años, en mucho casos resulta mas coercitivo las sanciones, dado que los jueces están imponiendo multas que triplican la tasación del valor de la mercancía incautada.
Además de las plantas de marihuana, entre 2014 y 2018, también se incrementaron en la Comunidad las aprensiones de éxtasis y heroína, mientras descendieron las de hachís y cocaína. No obstante, el inspector Luis Fernández recalcó que en este periodo no se han producido movimientos de consideración como demuestra que el precio de las distintas drogas se haya mantenido estable, aunque si se observa una tendencia en el tráfico de las llamadas drogas químicas.
Detenciones
En este periodo, el número de detenciones por tráfico de drogas se mantuvo estable en la Comunidad, al pasar de las 689 a las 671 (-2,6 por ciento). A nivel nacional la evolución fue similar y en 2018 se contabilizaron 18.193 detenciones (-5,9 por ciento).
Una de cada cuatro detenciones por tráfico de drogas en 2018 se realizó en Valladolid (165). León se sitúa en segundo lugar con 103 detenidos, el 15,3 por ciento del total, por delante de Burgos, con 94 (14 por ciento); Zamora, con 88 (13,1 por ciento); Salamanca, con 81 (12 por ciento) y Ávila, con 53 (7,9 por ciento). En el lado contrario se encuentra la provincia de Soria, con 14 apresados ( 2 por ciento); Segovia, con 26 (3,,8 por ciento), y Palencia, con 47 (7 por ciento).
A excepción de la cocaína y el hachís, las incautaciones de estupefacientes se ha incrementado en los últimos años, aunque estas cifras dependen de operaciones puntuales como la realizada en San Rafael (Segovia) en julio de 2014, cuando la Policía Nacional intervino un tráiler que transportaba 350 kilos de cocaína entre un cargamento de patatas. La droga era transportada desde Galicia a una nave ubicada en un polígono industrial de Guadalajara. Al margen de esta operación, ese año se decomisaron en la Comunidad 49 kilos de cocaína, frente a los 27 del pasado año, los 28 de 2015 o los 12 de 2017. A nivel nacional, en 2018 se alcanzaron los niveles más altos con más de 47 toneladas, por las cerca de 21.000 de 2014.
En cuanto al hachís, el pasado año se alcanzaron los 1.932 kilos, casi cuatro veces más que los 468 kilos de 2017, pero 286 menos que en 2014. En el conjunto de España se incautaron 433 toneladas, frente a las 377 de 2014.
Por su parte, la heroína intervenida en la Comunidad el pasado año sumó 4,6 kilos, casi el triple que en 2017 y la cifra más alta desde 2014. También subieron las incautaciones de éxtasis, de 859 pastillas a 1.495 o las de anfetamina en polvo, de 6,2 kilos a más de 107.
Comunidades
Por comunidades, casi una de cada tres detenciones por tráfico de drogas se realizó en Andalucía (5.686), mientras que la comunidad valenciana concentró el 15,8 por ciento (2.882) y Madrid el 13,4 por ciento (2.443). Por delante de Castilla y León se situaron Canarias (972), Castilla-La Mancha (754), Galicia (747), Cataluña (733), Baleares (723).