S. Calleja La Red Centinela Sanitaria de Castilla y León quiere poner nombre y apellidos a todos los virus y bacterias que provocan infecciones respiratorias agudas en la Comunidad. Y es que pese a su elevada incidencia, la mayoría de estas enfermedades dejaron de vigilarse hace unos años, al perder la consideración de declaración obligatoria, como sí ocurre con la gripe y algunas neumonías; y todo pese a su alto impacto en la población y el sistema sanitario. No en vano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada tres consultas en Medicina de Familia y en Pediatría se debe a estas enfermedades y son la primera causa de mortalidad en el mundo, por encima de la tuberculosis y el VIH, entre otras.
Ante este escenario, y también ante la posible llegada de nuevas vacunas, la Red Centinela Sanitaria de Castilla y León quiere emprender una nueva investigación, muy ambiciosa, para identificar a estos microorganismos y evaluar las estrategias de control que pudieran implantarse como medida de salud pública. Así lo explica el coordinador de la Red, Tomás Vega Alonso, quien defiende que entre el 10 y el 15 por ciento de las consultas de Pediatría y Medicina de Familia en Castilla y León son por estos motivos, entre los que destaca el virus de la gripe, pero no es el único.
“Tenemos constancia de que las epidemias de gripe son las más características, pero también hay otras ondas de virus respiratorios sincitiales”, que por lo general cursan con síntomas leves, pero que en determinadas personas pueden provocar problemas, sobre todo en ancianos y bebés, indica Vega, quien defiende que “el problema está ahí” y hoy el sistema sanitario cuenta con herramientas suficientes para conocer mejor los virus que están afectando a la población, que hay que utilizar para caracterizar todas las ondas y analizar su impacto en la población para adoptar medidas de salud pública.
Es consciente de que el estudio que se plantean implica recursos “importantes” tanto humanos como económicos, debido al coste de los reactivos y de la logística para la recogida de los frotis faríngeos. Por un lado, la implicación de los médicos de Familia que forman parte de la Red Centinela y de otros que no, con el objetivo de recopilar muestras suficientes y, por otro, un laboratorio de referencia que caracterizar los microorganismos, que sería el Centro Nacional de la Gripe ubicado en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid.
El trabajo, de recibir el visto bueno, arrancaría con la toma de muestras entre finales de septiembre o principios de octubre, que es cuando empiezan a circular los agentes causantes del catarro común, y finales de mayo. Implicaría a todas las provincias, un reto importante, ya que superaría las necesidades de profesionales sanitarios que colaboran con la vigilancia de la gripe, entre 250 y 300.
El último objetivo, incide Vega, es tener información para tomar decisiones de salud pública con evidencia. Los programas anuales de vacunación suponen costes importantes, y las decisiones deben tomarse con datos y evidencias. Cita como ejemplo la próxima aparición de una vacuna frente al virus respiratorio sincitial, que pone a esta enfermedad en primer plano para hacer una exhaustiva vigilancia, valorar su impacto en la población y medir el posible impacto de un programa de vacunación.
Informe previo
A lo largo del último año, consciente de la importancia de incluir entre las prioridades de salud pública estos procesos, la Red Centinela Sanitaria de Castilla y León ha trabajado en un estudio sobre las infecciones respiratorias agudas en la Comunidad de origen vírico, en el que se incluyó la neumonía adquirida y otras enfermedades del aparato respiratorio, con datos registrados desde 2010.
Sus principales conclusiones son que más del 80 por ciento de la población vigilada y todos los menores de cinco años tuvieron al menos un episodio en este tiempo. Sólo, en la última temporada hubo 39.578 casos de infecciones respiratorias agudas, con una tasa de incidencia superior al 30 por ciento, en 29.904 personas.
La incidencia del tipo de proceso varió en función de la edad. Así, el grupo de bebés y niños de diez años presentó tasas mucho más elevadas en todos los síndromes, con una diferencia mayor en los casos de resfriado común, amigdalitis, laringitis y traqueítis y las infecciones de las vías aéreas superiores. También, las bronquitis y bronquiolitis fueron más frecuentes en niños, probablemente asociadas a la circulación epidémica del virus respiratorio sincitial.
Asimismo, se corroboró que algunas enfermedades presentan un patrón de duración más breve y curva más aguda, como la gripe o las bronquiolitis. Mientras, las faringitis, amigdalitis, laringitis, el resfriado común y otras infecciones de localización múltiple o indeterminada se presentan a lo largo de varios meses. También, las neumonías y bronconeumonías tienen una mayor duración en el tiempo, con un patrón bimodal que necesita ser estudiado.