Resulta desconcertante que en uno de los momentos en los que la Iglesia, en España y en todo el mundo, está haciendo más que nadie por los más desfavorecidos, tanto a nivel de políticos como de ciudadanos de a pie se da un odio y una aversión a la Iglesia como en los peores tiempos. La izquierda amenazando constantemente y la derecha haciendo excelentes promesas que no se corresponden con los hechos.
Afortunadamente los hechos son tozudos y cualquiera conozca la realidad comprenderá la injusticia de esta desafección. La última prueba la tenemos en el ébola. ¿Cuántos españoles se han infectado por esta enfermedad? ¡Qué casualidad, han sido precisamente dos religiosos, uno de ellos berciano, y que han entregado su vida, hasta la muerte, al servicio de los demás. Hasta el presente no sabemos de ningún político, ni intelectual, ni artista o deportista, ni sindicalista ni ecologista, ni…
Pero ni el P. Pajares, ni el hermano Manuel, de Folgoso de la Ribera, ni el medio de centenar de misioneros que la Diócesis de Astorga tiene repartidos por el mundo entero han surgido por generación espontánea. Son el fruto de unas parroquias y de unas familias que han tomado en serio la vida cristiana. Son obra de la Iglesia.
La pregunta que nos hacemos es si nuestras parroquias y familias de hoy serían capaces de crear un clima auténticamente cristiano en el que haya niños y jóvenes capaces de dar un paso como el de estos santos y héroes anónimos que sólo salen a la luz cuando ocurre una desgracia.
Para poder responder afirmativamente es necesario tomar más en serio la formación religiosa, las catequesis, la práctica sacramental y una vida acorde con el Evangelio. Lo demás es construir castillos sobre arena.
Máximo Álvarez Rodríguez
Genial, hoy la formación religiosa no se valora, hay que estar formados en otras materias y la más importante se deja,no importa, no puntúa. Gracias por su articulo