La otra mejilla

El asesinato de varios colaboradores de la revista francesa que ha publicado unas caricaturas de Mahoma no tiene ninguna justificación. Si ni siquiera estamos a favor de la pena de muerte, mucho menos a que alguien tome la justicia por su mano. Pongámonos en un caso extremo, que alguien mata a un familiar nuestro. Nada justificaría que nosotros matáramos fríamente al asesino. Corresponde a la justicia poner el correspondiente castigo, que por muy graves que sean los insultos no puede consistir en quitar la vida a nadie.

Dicho esto, y sin dejar de defender la libertad de expresión, creemos que ésta no debería dar derecho a insultar o a provocar sin necesidad, especialmente en lo referente a las creencias de los demás. Eso es lo que ha querido decir el Papa en unas palabras que han desatado cierta polémica. Tal vez no ha sido muy feliz su expresión: “si insultan a mi madre, pueden esperar un puñetazo”, pero hay que reconocer que es una simple expresión retórica y de ninguna manera significa, como algunos han escrito, que el Papa defienda la Ley del Talión, la del “ojo por ojo y diente por diente”. Lo que quería decir el Papa es que no se debe insultar a los musulmanes. No obstante, publicar una caricatura del Profeta no necesariamente debería entenderse como un insulto. De la misma manera que son totalmente inadmisibles desde el punto de vista de los derechos humanos ciertas leyes y prácticas como las que ponen pena de muerte a lo que ellos llaman blasfemia o a la infidelidad de las mujeres.

La libertad de expresión no debería ser incompatible con una cierta autocensura, para evitar males mayores. Tenemos algún ejemplo reciente. En una exposición, llamémosle de arte, en el museo Reina Sofía aparece una caja de cerillas que lleva dibujada una iglesia ardiendo, con una frase que dice que la iglesia que más ilumina es la que arde, poco menos que animando a quemar iglesias. ¿Acaso se atreverían a poner el dibujo de una mezquita en lugar de una iglesia? Ponen a la iglesia porque saben que los cristianos no respondemos con violencia, aunque nos duela que nos ofenda.

 

 

 

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