La hoguera de las vanidades

La Hoguera de las Vanidades,  Falò delle vanità,  aconteció el 7 de febrero de 1497, cuando seguidores del monje Girolamo Savonarola recogieron y quemaron en público miles de objetos en Florencia, Italia, durante la fiesta del Martes de Carnaval. Con ella argumentaban eliminar todo lo que indujese al pecado en pensamiento, palabra y obra. Pero siglos más tarde, Tom Wolfe, escribe una novela con el mismo título en 1987, arrancando del acontecimiento original pero sin tener nada que ver. Posteriormente, en 1990, Brian De Palma estrena su propia película, su interpretación del asunto. Eso sí, con actores de primer nivel como Tom Hanks, Bruce Willis y Melanie Griffith.

En Astorga el 2 de mayo de 2016 pasará a los anales de nuestra historia local como el día primaveral en que en una tarde soleada ardieron las últimas plantas, bajo tejados, de tres viviendas en el Barrio de Puerta de Rey. Una hoguera al parecer fortuita, aunque el hecho no está confirmado.

En este otro incendio se suscitan elementos muy curiosos que, como caras de un poliedro no tienen ningún tipo de desperdicio a la hora de analizar lo acontecido. Por un lado, tenemos un incendio de unas viviendas en una importante ciudad que carece de servicio de bomberos. Algo inaudito en pleno siglo XXI. El anterior gobierno local dejó el tema en un punto muerto que al parecer camina a su resolución, pero tan lentamente que tememos no salir todos chamuscados esperando.

El viejo camión estaba en mal estado. Se arregló. Algo ya se había avanzado. Se reaccionó rápido, con personal municipal, voluntarios y los principales concejales de gobierno. Eso también es digno de consideración. Tenemos vecinos valerosos y dispuestos. Y entre la valentía rozando la osadía por el riesgo del teniente de alcalde, señor Peyuca, tenemos una postura activa pero menos impetuosa que la del concejal Iglesias o la del propio alcalde, quien usó el teléfono móvil como pocas tardes de su primer año de mandato. En eso la cosa va según las formas de ser. En todo caso gracias a los tres y a todo ese personal que cuando llegaron los bomberos profesionales de León poco menos que tenían que rematar la faena. Hemos podido evidenciar cómo cierto concejal del que no se conoce nada positivo se mantuvo en la distancia y, eso sí, aprovechó su móvil para luego despacharse a gusto en su megafonía digital de siempre. Es, simplemente otra forma de hacer política. Destruir siempre es más fácil que construir. A una oposición se le pide eso mismo, control, oposición, hacerle la vida difícil al contrario pero con líneas rojas, diálogo y propuestas reales. Algo de lo que el “camarada Jáñez” y sus conmilitonas de su gabinete de prensa encubierto ni saben, ni entienden, ni quieren asumir.

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Otra cara del poliedro es la colaboración institucional que, esta vez sí, existió. ¿Recuerdan los ataques a la Diputación y al Ayuntamiento de la capital por parte de la alcaldesa anterior en el incendio de la Harinera de los Carro? La culpa siempre era de otro. Al menos en esta ocasión hemos comprobado que hay comunicación y colaboración entre Astorga y León.

Un aspecto poco conocido es el de los ocupas, que algunos medios se refieren a ellos como poco menos que invitados a casas ajenas. Que se los lleven a su casa. Resulta paradójico saber que muchos jóvenes tienen allí su lugar de divertimento con música, alcohol y otros elementos, incluso con cerradura propia en casa ajena pero a la hora de necesitar dinero o comodidades regresar a casa. ¿Qué estaba haciendo la Policía local y nacional hasta ahora con esta situación irregular de una invasión privada? No olvidemos que no hubo desgracias. Pero si hubiese sido en un día de juerga salvaje a lo mejor a estas horas tendríamos que lamentar muertes y, con la del adolescente de la semana pasada ya tenemos por desgracia suficiente dolor.

De las viviendas sin terminar también se debería saber todo los sucedido. Sin datos que lo confirmen se habla de un constructor arruinado; pero también de gente que dejó parte de su dinero ahí y no ha podido recuperar; incluso que ahora es propiedad de una entidad financiera a la que no entendemos cómo no vela por su patrimonio e intereses con el mismo celo y tesón con los que nos persiguen los bancos a sus usuarios. Una grúa de obra muerta en el olvido como templo al despropósito y un entorno propicio para la mendicidad, la suciedad y lo que nos podamos imaginar.

Y por último, el Servicio de Bomberos. Urge, y esto es un tema de Diputación provincial. No valen medias tintas. El Ayuntamiento sabemos está dando pasos, pero los astorganos, y en esto nos hacemos eco de las docenas de comentarios que nos llegan en los nuevos formatos de comunicación, queremos y necesitamos una postura más reivindicativa y firme de nuestro Consistorio. Al menos de los que lo gobiernan porque de otros…