Con motivo de los 150 años de su muerte, tuvo lugar una conferencia en La Comunal en la que Pedro A. Cordero desgranó tanto las causas como los acontecimientos de aquella época.
Describió someramente tanto las desamortizaciones, desde las primeras en Extremadura en 1766, pasando por las de Godoy, Canga Argüelles, Mendizábal, Espartero, Madoz… hasta su derogación por José Calvo Sotelo en 1924. Al igual que con las guerras Carlistas, deteniéndose en la Asonada de 1869. Así mismo cómo estaba organizada, con la entrada prevista de Carlos VII a Pamplona, el levantamiento de Balanzátegui en León y el fracaso de la misma. En Astorga, al quitar el alcalde las llaves del atrio de la Catedral y de los campanarios, no se produjo el levantamiento, excepto el de algunas partidas de los pueblos, encabezadas por los curas, especialmente el de Valdeviejas y algunos canónigos de la Catedral.
Al enviar el ejército una columna de soldados a Astorga, las partidas carlistas huyeron hacia el Bierzo y Sanabria, éstas por el Val, al ser el único puente existente en el rio Turienzo en esa dirección. EL gobernador de León telegrafió a los alcaldes para que evitaran esta huida, y en el Val, fue el alcalde pedáneo, Lorenzo Nistal, quien obedeció las órdenes, acompañado de algunos vecinos. Sobre las 3 de la mañana del día 1 de agosto, al dar el alto a una partida, comandada por el catedrático del seminario de Astorga José Mª Cosgaya, que cruzaba el Puente de las Ánimas, estos dispararon a los vecinos, matando a Lorenzo Nistal e hiriendo a Francisco Cordero. Esta partida se disolvió y Cosgaya fue detenido y posteriormente indultado.
Este hecho fue informado de inmediato por los periódicos de la época (El Imparcial, La Iberia, La Discusión, La Época, La Regeneración, etc), y también descrito por los historiadores: Pirala, Morayta, Matías Rodríguez, Pérez Galdós, …).
Fue reconocido oficialmente, así, el 10 de agosto el Ministerio de Gobernación inició los trámites, el 6 de diciembre el diputado de Santiagomillas Santiago Franco Alonso presentó una proposición de ley para conceder una pensión a su viuda y a Francisco Cordero, la cual fue aprobada por las cortes el 8 de febrero de 1870. Por su parte el Ayuntamiento colocó una cruz de madera en el sitio donde murió, cruz que fue renovada en 1956.
Hizo especial mención a su familia en el Val, desde su viuda, Antonia de Cabo, que regentó un estanco, su hijo Vicente, que murió en un accidente a los 20 años, y su otro hijo, José, que llegó a ser alcalde del Val y artífice de la colocación del reloj y torre metálica de la ermita de San Antonio, en la plaza de Val de San Lorenzo. Murió sin descendencia, pero se siguió la pista de su familia para identificar la casa en la que vivieron, situada en la calle Real, enfrente del actual Ayuntamiento.