La fractura de la izquierda

Acaba de conmemorarse el quinto aniversario del 15M. Sin duda fue un momento histórico. Las plazas de muchas ciudades de España se llenaron de personas y colectivos reivindicativos. Hartos de tantos recortes en servicios sociales, del aumento de los desequilibrios, del abultado déficit democrático, del inmovilismo de los partidos políticos tradicionales, de la falta de futuro de los jóvenes, de la ausencia de propuestas concretas de regeneración democrática, asustados por tanta corrupción consentida cuando no fomentada desde los círculos de poder tradicionales, del abuso del poder tácito de las grandes corporaciones, bancos y multinacionales y de la desesperación de las clases cada vez más bajas ante el abuso de los privilegios de los más poderosos.

Fue un auténtico golpe de atención. Un aldabonazo a la conciencia social y ciudadana de muchos españoles, muy reprimidos y resignados ante una situación cada vez más injusta y desequilibrante a favor de los más ricos y poderosos. Las plazas de las ciudades de media España hicieron temblar los cimientos de las estructuras políticas nacidas de los años de la Transición y acomodadas en los últimos tiempos; sin capacidad de respuesta y reacción a las demandas de los ciudadanos.

En todas las ciudades surgieron líderes, personas emblemáticas que comenzaron a tirar del carro y  a perder el miedo pese a ser señalados con los dedos índices  admonitorios de los representantes del sistema económico y político, que, por una vez en  mucho tiempo, veían peligrar su posición. Entre ellos recuerdo a mi admirado amigo, periodista con un sentimiento ético incombustible y muy por encima de la media de la profesión  y con un valor a prueba de críticas, escándalos, investigaciones y desafíos. Me refiero, claro está a José Luis Estrada, autor de un ensayo de análisis y denuncia, “A la plaza”, que hoy debería ser manual de análisis y estudio en los institutos y universidades. Él se mojó, se sentó en la plaza, inspiró un movimiento político y predicó con el ejemplo. Con el ejemplo de un periodista siempre crítico, valiente, coherente y desafiante. Siempre dando la cara. Y se la rompieron varias veces. Yo fui testigo de, al menos, una de esas ocasiones.

El cáncer se lo llevó antes de tiempo. Una pérdida irreparable para el periodismo leonés. Yo acabo de releer “A la plaza”· Y, cinco años después, aún advierto novedades en sus planteamientos. Yo creo que no le hubiera gustado en lo que ha derivado aquel movimiento ciudadano cinco años después. No hubiera congeniado con los líderes nacionales de Podemos, gente que no acaba de madurar ni de superar su pose de cabecillas de asambleas universitarias de los años setenta.

Hoy, cinco años después del 15M, una de las consecuencias políticas es la fractura de la izquierda. El PSOE está muy herido y tocado en su línea de flotación debido a una política errante, acomodaticia y superficial. Sus luchas internas agravan el desconcierto en las bases y la incredulidad entre los votantes. Ya no hay referencias, ni políticas ni económicas. La socialdemocracia no ha sabido adaptarse, no ha interpretado bien el mensaje del 15M. Y así está, herida de muerte. Y sin recambio. El populismo de Podemos no es la solución.

Y lo peor de todo, es que ahora, la alianza Izquierda Unida-Podemos terminará por dinamitar a la izquierda española y favorecer al enemigo común, es decir al PP. El partido corresponsable de la brutal crisis económica española va a ser el gran beneficiario de la explosión de la izquierda. El taciturno, inmovilista y esfinge Rajoy contempla desde su impasibilidad su próximo éxito. Nunca una persona ha ganado tanto haciendo tan poco. Incluyendo la amortización de los escándalos de corrupción que han salpicado a su partido en los últimos años y que, una Justicia lenta y sin sangre, está evitando que se ejerza el principio de ejemplaridad.

El 15M no merecía este fin.

 

 

 

 

 

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