La envenenada herencia de Sánchez

Tres han sido los grandes errores de Pedro Sánchez al frente del PSOE: 1) no haber acertado con la estrategia adecuada para limitar el crecimiento de Podemos. El ascenso de partidos populistas de izquierdas no es un caso exclusivamente español. La socialdemocracia tradicional está en crisis en toda Europa. Podemos, nacido de las oleadas de protestas ciudadanas en contra de los gobiernos de derechas por su forma tan discriminatoria de gestionar la salida de la crisis, ha ocupado un enorme espacio de las izquierdas, invadiendo parte del territorio tradicional del PSOE. Sánchez no ha dado con el antídoto para evitar la fuga de votos hacia el populismo de izquierda radical. Lo tuvo en sus manos tras las primeras elecciones generales cuando ofreció a Podemos un pacto trasversal junto a Ciudadanos para desbancar a Rajoy. Fue su oportunidad histórica. Pero Podemos se echó atrás. Hoy en Podemos se arrepienten de esa decisión. Si Podemos hubiese dicho que sí a aquel pacto, nada de lo que ha ocurrido posteriormente en el PSOE hubiera tenido lugar.

2) Haber creído que su elección por la militancia era un antídoto contra todo tipo de crisis, errores y fracasos. El PSOE no es, por ahora, un partido asambleario y sus Estatutos están para cumplirlos, incluso por parte del secretario general. Sánchez se equivocó al no abrir un diálogo con los barones y con otros líderes del partido. Prefirió encerrarse en un círculo pretoriano de fieles y creer que la realidad es la que ellos vivían en esa especie de cascarón. El PSOE, que no se olvide, es un partido federal, en el que las federaciones territoriales tienen un enorme peso específico. Un secretario general no puede estar semanas sin hablar con esos líderes territoriales. Y, además, los acuerdos del Comité Federal están para cumplirse, como el de no negociar con partidos al margen de la Constitución, como los independentistas. Ser elegido por la militancia no otorga ningún tipo de inmunidad política ni permite gestos de soberbia, altivez y hasta de patrioterismo barato.

Y 3) aún ungido por la gracia democrática de la militancia, en política, los errores se pagan. Y, sobre todo, los fracasos electorales. Seis fracasos en concreto. Y no se puede argumentar que Sánchez se encontró en herencia cuando llegó al PSOE con un Podemos poderoso y creciendo. Porque lo mismo le ha pasado al PP de Rajoy y éste sí ha acertado a controlar el crecimiento de Ciudadanos, la marca política moderna de un centro derecha liberal y reformista. Sánchez debió dimitir, como muy tarde, en la noche del domingo en el que los socialistas vascos y gallegos perdieron estrepitosamente las elecciones autonómicas. No lo hizo y ahí perdió su credibilidad como líder. Esa noche ni siquiera salió a dar la cara ante los ciudadanos y militantes. Prefirió enrocarse convocando un congreso extraordinario y unas primarias entre la militancia. Lo que sucedió el pasado sábado en el esperpéntico Comité Federal no fue nada más que el bochornoso colofón a un despropósito político. Sánchez llevaba tiempo dando bandazos como un pollo sin cabeza.

Y ahora hay que buscar una solución ante una situación que coloca al PSOE al borde del precipicio, a los pies de los caballos de Podemos, en manos del PP para evitar unas terceras elecciones y sin credibilidad ante los votantes. El peor escenario posible.

Al no, no y no a Rajoy de Sánchez le faltó estrategia y cintura. Sánchez debió reunirse con Rajoy, proponerle unas muy duras condiciones para pactar la abstención y ante su previsible negativa, Sánchez hubiese colocado el balón de la ingobernabilidad en el tejado del PP, traspasando a los populares toda la tensión y presión ciudadana. Se equivocan quienes piensan que el no, no y no ha sido la  causa de la defenestración de Sánchez; ha sido el modo de gestionar ese no, no y no. Peor no lo ha podido hacer.

El resultado final es un PSOE roto, fraccionado, guerracivilista, sin credibilidad, carente de liderazgo, sin estrategia política, sin recursos y con  una imagen pública destrozada. Sería una locura ir a unas terceras elecciones en esta situación. Pero también lo sería entregar gratis total a Rajoy una abstención fácil. Una herencia envenenada.

 

 

 

 

 

 

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