Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado

La diócesis organiza una jornada de convivencia en Astorga para los migrantes

La delegación episcopal de Migraciones y Movilidad organiza diversas actividades en la ciudad con todos los migrantes que deseen acudir el sábado 13 de enero

La Co­mi­sión Epis­co­pal de Mi­gra­cio­nes, presidida por el obispo de Astorga, organiza la Jor­na­da Mun­dial del Emi­gran­te y del Re­fu­gia­do que este año se ce­le­bra el 14 de enero con el lema “Aco­ger, pro­te­ger, pro­mo­ver e in­te­grar a los emi­gran­tes y re­fu­gia­dos”. La delegación episcopal de Migraciones y Movilidad de la diócesis organiza una Jornada de convivencia en Astorga con todos los migrantes que deseen acudir este próximo sábado 13 de enero.

Este encuentro será un acercamiento a la diócesis y sus instituciones: visita a la Catedral, al Palacio Episcopal, comida en el seminario para compartir las meriendas y convivencia, según indican desde la institución. Para poder organizar todas las actividades, ruegan confirmar la asistencia antes de 11 de enero en los diferentes teléfonos facilitados en la página web de la diócesis. En Astorga, los migrantes interesados deben ponerse en contacto con Luis en el teléfono  987 616 796.

A las 12,00 horas se hará una visita guiada a la catedral de Astorga y a las 13,00 horas se hará la visita al Palacio Episcopal del arquitecto Gaudí. A continuación, habrá una comida en el seminario. La organización dispondrá la bebida y algún pincho, pero se invita a que cada uno lleve las comidas típicas de su país para compartir entre todos. Por la tarde, a partir de las 16,00 horas, habrá una reunión en un lugar apropiado para la convivencia, y habrá entretenimiento paras niños y adolescentes. Por su parte, los adultos se encontrarán en otro local para conocerse y compartir dificultades y esperanzas.

Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones, presidida por Juan Antonio Menéndez, recuerdan que “a cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia. Esta solicitud ha de concretarse en cada etapa de la experiencia migratoria: desde la salida y a lo largo del viaje, desde la llegada hasta el regreso. Es una gran responsabilidad que la Iglesia quiere compartir con todos los creyentes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que están llamados a responder con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras -cada uno según sus posibilidades- a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas”.

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