La conexión a Internet aumenta un 1,6% en zonas rurales el último año

Eurona presenta el informe ‘Cómo la España Vaciada llena su tiempo en internet’
ComputerHoy

La conexión a internet en zonas rurales aumentó un 1,6 por ciento en el último año, fruto de la pandemia, aunque ésta hizo aumentar la brecha digital y generacional notablemente. Tanto es así, que los habitantes del medio rural se conectan un diez por ciento menos a Internet al día que la media española, y acceden un 38 por ciento menos a redes sociales; pese a que el periodo analizado comprendió épocas de restricciones, que hicieron necesaria la comunicación a través de internet y llevar a cabo trámites telemáticos.

Así se extrae del informe ‘Cómo la España Vaciada llena su tiempo en internet’ elaborado por Eurona en colaboración con la consultora Kantar, presentado este miércoles por Francesc Boya, secretario general para el Reto Demográfico y Fernando Ojeda, CEO de la compañía de conexiones a internet por satélite y radiofrecuencia, dirigidas al medio rural.

De acuerdo con este informe sobre el consumo de Internet en la España rural, casi la cuarta parte (un 21,7 por ciento) de los habitantes de los municipios de menos de 5.000 habitantes todavía no tenía acceso a Internet cuando les sorprendió la pandemia. Así, mientras la fibra óptica es la tecnología más utilizada (66 por ciento) por el conjunto de la población para acceder a Internet, solo un 33 por ciento de la población rural tiene acceso a ella.

Igualmente, los habitantes del medio rural se conectan un diez por ciento menos a Internet al día que la media española, acceden un 38 por ciento menos a redes sociales como LinkedIn y solo uno de cada dos aseguró haber comprado por Internet durante el año. Además, el 35,5 por ciento de la población rural no consume nunca vídeos ‘online’, -un porcentaje superior a las personas que sí lo hacen en entornos urbanos-.

Asimismo, es reseñable que, aunque el precio es el factor determinante que lleva a elegir uno u otro operador de telecomunicaciones entre los habitantes de los pueblos y las ciudades, el informe destaca la importancia que la población rural da a la velocidad de la conexión, el segundo aspecto más importante para ellos, factor que destaca como “uno de sus quebraderos de cabeza a día de hoy”.

Se trata de unos datos que, a juicio de Eurona, no hacen sino evidenciar cómo la escasez de infraestructuras de telecomunicaciones provoca en las zonas rurales una brecha visible que lleva a sus habitantes a ir un paso por detrás del total de la población en las principales tendencias de consumo de Internet.

Otra de las conclusiones que arroja el informe es que los jóvenes del mundo rural se suben a las tendencias marcadas por la población en su conjunto, pese a que se detecta una brecha con respecto a los grupos de edad más avanzada de las zonas rurales. Así, el 91 por ciento de la población de entre 14 y 25 años tenía Internet en casa, mientras solo en 59,5 por ciento de los mayores de 60 disponían de conexión. Además, el 97 por ciento de los más jóvenes accedió de manera diaria frente a un 38,6 por ciento de las personas mayores que lo hicieron.

Lo mismo ocurre en el consumo de redes sociales: solo el 32,7 por ciento de los mayores de 60 las consulta en el mundo rural, frente al 95 por ciento de los jóvenes que sí lo hace.

Más allá de la brecha digital y generacional, Eurona destacó otros datos que marcan el consumo de Internet durante el periodo de crisis sanitaria, como el incremento de la frecuencia en las compras online -las semanales se dispararon un 155 por ciento-, así como la compra de productos del hogar, comida a domicilio, videojuegos y electrodomésticos, que crecieron entre un 50 y un 80 por ciento.

Además, se incrementó el uso de las aplicaciones destinadas a las comunicaciones en un momento donde las relaciones sociales estaban restringidas. Así, en pandemia subió un 138 por ciento el uso de Hangouts, muy dedicado a las relaciones profesionales; un 74,8 por ciento el uso de Telegram, un 65,2 por ciento el uso de Skype; o un 3,72 por ciento el uso de WhatsApp.

Asimismo, se disparó un 80,3 por ciento el uso de aplicaciones para realizar videollamadas, las gestiones y trámites administrativos ‘online (37,6 por ciento), la descarga de ’ebooks’ (22 por ciento) y programas informáticos (40,3 por ciento) o el uso de Twitter para leer y escribir comentarios (27,9 por ciento). Por su parte, la población rural que vio vídeos online de manera diaria se incrementó también un 26,5 por ciento.

Por contra, también se apreció un lógico descenso -por el ‘parón’ o la ralentización de movimientos que trajo consigo la pandemia- en actividades como la consulta de tráfico (-28,5 por ciento) de mapas y rutas (-18,7 por ciento), el acceso a información sobre eventos culturales (-21,5 por ciento), la búsqueda de información de restaurantes y comercios de la zona (-15,6 por ciento) o el acceso a comparadores de precios (-11,7 por ciento).

“De los datos analizados, este informe concluye, por tanto, que Internet, más aún en una situación de crisis sanitaria que nos ha obligado a pasar más tiempo en casa, se ha convertido en un bien de primera necesidad y una fuente de oportunidades en zonas más y menos pobladas, al ser una tecnología que ha llegado para facilitarnos la vida, para ayudarnos en el día a día y cuya implementación debe ser obligatoria independientemente de su rentabilidad”, resumió Eurona.

Según Fernando Ojeda, CEO de Eurona, “solo tomando el pulso a los habitantes de las zonas rurales, conociendo su comportamiento, sus rutinas, sus dinámicas y sus requerimientos habituales a partir de datos reales, podremos ofrecerles las mejores soluciones como las que trae de la mano la tecnología satélite. Y es que problemas tan acuciantes como la despoblación no solo obligan a las administraciones sino también al sector privado y a la sociedad a poner también de su parte. Así, este informe busca ser una ayuda, la carta sobre la mesa que Eurona pone en su campo de especialización para equilibrar la balanza de oportunidades entre el mundo rural y el mundo urbano”, concluyó.

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