Parece de ciencia ficción, pero no, es realidad. Casi 40 años después todavía existe polémica cuando se toca el tema de la capitalidad de la Comunidad.
La autonomía de Castilla y León fue la última en aprobarse, incluso con la inclusión de Segovia a golpe de Parlamento, porque no sólo es el tema de la capital el único que se resolvió por vía de facto y no de pacto. Es lo que tiene el haber cerrado en falso la autonomía para que los retales provinciales sueltos entrasen en el Estado Autonómico que se decía entonces.
La capital en tiempos de la preautonomía se fijó en Burgos, por aquello de ser cabeza de Castilla y tener a un burgalés, Reol Tejada, como presidente. Pero hábilmente el PSOE del avispado alcalde Tomás Bolaños y el presidente Demetrio Madrid la trasladaron a Valladolid por aquello de la «centralidad geográfica».
Rodolfo Martín Villa, de UCD pero con un pie ya en el PP de entonces, AP, lo preparó todo antes para que la capital fuese por historia y por centralidad geográfica Tordesillas, pero duró lo que tardó el entonces poderoso leonés en su pulso interno de candidato contra Aznar -no Luis el de León, José María, el presidente-.
Así las cosas con una Presidencia en el Colegio de la Asunción, aunque hubo un amago de irse a la Capitanía General de la Plaza Zorrilla, y con unas Cortes en Fuensaldaña, fue Aznar el que zanjó la polémica con el peso del día a día y sin mover una coma del tema. León, desde el principio, mantuvo su propuesta al haber sido capital de reino creador asimismo del condado castellano. Pero los castellanos respondían que llegaron a ser reino independiente.
El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, le ha hecho un verdadero roto a Luis Tudanca, pues con reclamar la capitalidad ha abierto la caja de los truenos.