La Cabaña Real de Carreteros (C.R.C), a través de programas de inserción laboral, puso en marcha durante la pasada primavera un huerto ecológico en la localidad burgalesa de Quintanar. De esta forma, varios operarios desempleados de larga duración, en una finca cedida a La Cabaña, construyeron una caseta de madera y varias parcelas, para que allí se puedan cultivar de manera ecológica diversos productos. Una parte del mismo, fue cedida a los alumnos del instituto de Quintanar, para que pudiesen participar de este proyecto.
“La población de Quintanar y la comarca de la sierra del Arlanza pueden producir la mayoría de sus alimentos habituales”, afirma el presidente de la Cabaña Real de Carreteros, Antonio Martín Chicote. “Perfectamente se pueden producir todas las verduras que se conocen en cuento a lo que sería la soberanía alimenticia”, añade. Además, actualmente existe una reserva de fincas y prados de propiedad privada superior a las 1.000 ectáreas que, junto a las praderas naturales de los montes, suponen “la mayor superficie posiblemente de la provincia para agricultura ecológica”, indican.
Sin embargo, destacan que su mayor problema es su fragmentación en parcelas, de hasta menos de cien metros cuadrados, y la ardua tarea de unir a los propietarios debido a su dispersión. . “Solo en Quintanar hay en torno a 500 hectáreas de pastizales abandonados”, señala Martín, lo que califica de “problema”, debido a que hay infinitud de propietarios desconocidos, convirtiéndose estos campos en una “agricultura muerta”, afirma. De esta forma, continúa, “se están perdiendo las ayudas de la PAC y, sobre todo, un recurso muy valioso para las empresas que desean encontrar superficies viables para la agricultura y ganadería ecológica”.
El huerto ecológico planteado y llevado a cabo por La Cabaña ha tenido un gran impacto en el pueblo burgalés, tacuenta el presidente, puesto que cada semana cuando se acercaban al mercadillo de Quintanar, la gente se mostraba encantada. “Nos quitaban todo enseguida”, recuerda, e incluso asegura que la gente les pedía más cuando alguna vez no bajaban al pueblo. A través de esta medida, desde La Cabaña demuestran que “en un huerto, de media hectárea, hay unas producciones interesantes”, indica Martín, especialmente para el uso de la agricultura ecológica.
Es por esta razón, que desde La Cabaña plantean volver a la agrosilvicultura o agroforestería en la sierra del Arlanza. Este sería el “proyecto de la despoblación: volver a como eran los pueblos en los años 70”, afirma Martín, aunque con menos gente, añade. La agrosilvicultura se caracteriza por ser una práctica que integra, en una misma unidad productiva, árboles, ganado y pastos, para aumentar la productividad o la sostenibilidad del sistema agrícola.
En este sentido, asegura que todos los expertos coinciden hoy en día en la importancia, ante la amenaza del cambio climático y los incendios forestales, de adelgazar los montes, “entresecarlos y evitar su continuidad mediante cultivos de frutos silvestres y dehesas donde paste abundante ganado”. En definitiva, una vuelta a la agrosilvicultura de los años 50, “donde no existía incendio alguno”, afirman, aunque incluyendo los adelantos del momento actual. Esta medida, asegura Martín, podría crear un centenar de puestos de trabajo en el ámbito de la sierra del Arlanza, “es toda una revolución agrícola”, recalca.
Práctica en aumento
En Castilla y León la agricultura ecológica ha experimentado una tendencia en alta, según los últimos datos del Consejo de Agricultura Ecológica de la Comunidad, siendo más de 50 000 las hectáreas dedicadas a estos cultivos durante el pasado 2018, lo que equivale a un 76 por ciento más que hace cinco años.
Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la superficie de agricultura ecológica de la región en 2014 era de 28 762 hectáreas, aumentando en los últimos ejercicios hasta situarse en las 50 586,7 hectáreas a las que se llegó el pasado año. Dentro de esta superficie total, la gran mayoría (31 340 hectáreas) corresponde a superficie calificada como agricultura ecológica; 13 326 hectáreas calificadas como primer año de prácticas y las 5919 restantes reconocidas como superficie en conversión.
Dentro de la superficie de agricultura ecológica que hace referencia a las tierras arables (31 052 hectáreas), la gran mayoría (11 300 hectáreas) corresponde a cereales para la producción de grano; 6861 hectáreas a plantas para alimentación animal; 4159 hectáreas a barbechos y 5608 a legumbres secas y proteaginosas para la producción de grano.