Juicio por el asesinato de Denise Thiem

La abogada de oficio que asistió al acusado declara que se respetaron sus derechos “escrupulosamente”

Una vecina de Castrillo de los Polvazares relata que vivió con él un encuentro “muy incómodo” porque la miraba con insistencia
El principal acusado en el juicio por el asesinato de la peregrina norteamericana Denise Pikka, Miguel Ángel Muñoz (D), comparece en la Audiencia Provincial de León. / Peio García

La abogada de oficio que asistió al acusado de asesinar a la peregrina norteamericana Denise Pikka en abril de 2015 antes de que su familia contratase a un letrado particular declaró hoy, en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de León, que se respetaron todos los derechos y garantías procesales respecto a Miguel Ángel Muñoz. “Por la naturaleza del asunto se fue especialmente escrupuloso”, añadió.

La letrada explicó que el acusado, que inicialmente se declaró inocente, decidió -mientras se le practicaba una exploración a cargo de una forense y una psicóloga- que quería volver a prestar testimonio ante la jueza de Instrucción y fue entonces cuando confesó los hechos.

Lo hizo, según la abogada, en un relato que a ella le pareció coherente y después de que la jueza le preguntase si quería declarar libre y voluntariamente, y de que mantuviese un primer contacto telefónico con el abogado que se haría cargo del caso a partir de ese momento y que ejerce la defensa en el juicio con jurado popular que hoy termina su segunda semana.

También hoy prestó declaración una vecina de Castrillo de los Polvazares (León) que narró un episodio molesto que vivió con el acusado. Fue en una ocasión en la que ella transitaba por un camino por el que Muñoz pasó en bicicleta y se paró a hablar con un conocido. El acusado se quedó mirándola repetida y detenidamente lo que provocó, según manifestó, “una situación muy incómoda”.

Por otro lado, aludió al cambio de flechas que ella pudo comprobar en dos ocasiones en el entorno de la finca del acusado, donde aparecían y desaparecían falsas señales del Camino de Santiago, que conducían a su vivienda. Además, señaló que vio dos de los puestos de observación hechos con ramas sobre árboles que supuestamente habría habilitado Muñoz para vigilar a los caminantes.

También dijo tener conocimiento de los hurtos que se habían producido en huertas del pueblo y que los vecinos le atribuyen a él, y dijo que todos estos incidentes ocurrieron desde que él llegó a la localidad y cesaron cuando fue detenido. Antes del receso de media mañana, prestó declaración la mujer que regentaba el albergue público de peregrinos de la localidad asturiana de Grandas de Salime en el que el presunto asesino estaba alojado cuando fue detenido.

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